Los derechos humanos en un contexto intercultural
Por Miguel Giusti
El autor, presenta el debate sobre el cuestionamiento culturalista de los derechos humanos a la manera de una secuencia argumentativa compuesta de tres pasos, que constituyen a su vez tres diferentes niveles de discusión del problema. En el primero analiza la confrontación abierta entre culturalistas y universalistas con respecto a la validez de los derechos humanos. En el segundo presenta las razones que asisten a ambas partes para dudar de la rigidez de la posición contraria. En el último paso sugiere que debemos evitar recaer en una nueva forma de fundamentalismo, que consistiría en aferrarnos a una de las posiciones en disputa, aun a sabiendas de la relatividad de su valor. A cambio, propone una solución dialéctica que pueda ayudarnos a encontrar un terreno consensual común en defensa de los derechos humanos.
Este artículo fue publicado en el boletín de la O.E.I. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
No debe considerarse una casualidad que los trabajos filosóficos que se han venido publicando con motivo de la celebración de los 50 años de la Declaración de los Derechos del Hombre tengan como marco privilegiado de referencias el problema de la interculturalidad. Algo verdaderamente serio en nuestra concepción de los derechos humanos debe estar siendo puesto en cuestión por los fenómenos del multiculturalismo como para motivar semejante coincidencia. Más que casual, la coincidencia es pues reveladora. Y lo primero que ella nos revela es que el interculturalismo es un signo de los tiempos, una suerte de nuevo fantasma que recorre el mundo y que lo recorre en un sentido exactamente inverso al llamado proceso de globalización, que se caracteriza por ser precisamente un proceso culturalmente uniformizante. «Las tribus han regresado» («the tribes have returned»), como dice Michael Walzer(1). Han regresado en el Este, han regresado en el mundo árabe y en el mundo asiático, pero han regresado también a su manera, o han resurgido, en el interior del mundo occidental mismo por la presencia en él de viejas y de nuevas formas de identidad cultural que reclaman su derecho a existir con autonomía. El tribalismo y la globalización parecen ser dos fenómenos contrapuestos que imprimen su sello a la situación en que se encuentra la cultura mundial a fines del milenio.