Jugando a las cuatro esquinitas del mundo
El juego a través del tiempo y el espacio
Un repaso por la fascinante historia del juego y los juguetes. Introducción sobre la vida del Homo Ludens para que a través del tiempo y el espacio reflexionemos sobre la necesidad que tiene cualquier persona, independientemente de su edad, de jugar. Así, como para conocer sus posibilidades como herramienta que facilita el acercamiento, conocimiento y enriquecimiento, entre personas de diferentes culturas.
Todas las personas, independientemente de la edad que tengamos, jugamos.
El juego es algo inherente a nuestra naturaleza. Es una pulsión, una fuerza intensísima, que nos hace pedir a al tiovivo de la vida que siga dando vueltas y vueltas sin fijar un rumbo.
Que la vida no sea otra cosa que lo que es en ese momento, que no tenga otra finalidad más que jugar, más que vivir con alegría. Ni más ni menos. Queremos que el juego nos arrope con su intensidad, con el aislamiento que nos supone de la realidad, con su poder de evasión temporal y sobretodo, queremos disfrutar del placer de jugar sin buscar otra finalidad que el juego en sí.
El juego es el deseo de aquello a lo que se juega, no es el deseo de algo que «sentimos que nos falta» y que «hay que conseguir». Cualquiera que haya entrado en un cuarto en el que una niña está jugando, sabe perfectamente de lo que estamos hablando. Ha visto al juego mirarle por encima del hombro de la niña pidiéndole silencio. Esa persona adulta entiende que todo puede esperar, que la alegría de esa niña jugando es imposible cortarla. Por eso se retira de puntillas y cierra la puerta con sigilo, logrando, no despertar a la niña de su sueño lúdico.