Tendencias actuales de la educación intercultural
Por Rafael Sáez Alonso
Profesor Titular de la Facultad de Educación Universidad Complutense de Madrid
Ponencia presentada en las «Jornadas sobre Interculturalidad: Educar en las Aulas. Retos del siglo XXI» celebradas en Murcia en diciembre de 2001.
El Informe Unesco: «La educación encierra un tesoro», también llamado Informe Delors, presentó los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI: . Aprender a conocer . Aprender a hacer . Aprender a vivir juntos . Aprender a ser.
Aprender a conocer significa adquirir el dominio de los instrumentos mismos del saber para descubrir, conocer y comprender el mundo que nos rodea. Aprender a hacer es privilegiar la competencia personal e incrementar niveles de calidad. Aprender a vivir juntos es habilitar al individuo para vivir en contexto de igualdad tomando consciencia de las semejanzas y de la interdependencia entre los seres humanos. Aprender a ser concibe el desarrollo global de la persona.
Aprender a vivir juntos es entre otros, uno de los cuatro pilares en los que debe sustentarse la educación para el nuevo siglo. El informe Delors presenta los retos de la sociedad del siglo XXI en forma de tensiones que va a sufrir la persona. Estas tensiones incidirán en su identidad. Los cuatro constituyen un todo. Y aunque los cuatro constituyen un todo y tienen la misma consideración, nos detenemos especialmente en Aprender a ser y Aprender a vivir juntos. Sin duda, se refieren al desarrollo personal, al conocimiento de los otros, a la relación empática con los demás. Podemos traducirlo y afirmar que se refieren a la educación intercultural.
Las tendencias actuales en la educación intercultural sobre las que hay que reflexionar en profundidad son: la definición de educación intercultural; y en el ámbito del aula: el curriculum y la figura del profesor
1.- ¿ A qué nos referimos cuando hablamos de educación intercultural?
Pensar sobre educación intercultural es reflexionar sobre la educación, sobre la cultura, sobre la diversidad, sobre la integración.
Al hablar de Tendencias actuales en la educación intercultural es necesario detenerse y responder a la pregunta, ¿qué es educación intercultural? Porque no todos entendemos lo mismo.
Educación intercultural no es un simple ideal pedagógico humanista. No consiste en una «buena idea pedagógica». No se dirige «a los alumnos culturalmente minoritarios». No es un cultivo romántico de las diferencias culturales.
La educación intercultural es la educación centrada en la diferencia y pluralidad cultural más que una educación para los que son culturalmente diferentes. Los hombres y las mujeres de otras culturas son seres humanos, personas con las que construiremos una sociedad distinta y nueva. En la aldea global en que vivimos hoy necesitamos aprender a convivir de la manera más creativa y enriquecedora entre personas y grupos diferentes.
La educación intercultural se opone a integración entendida como asimilación; no es una educación compensatoria para igualar. La educación intercultural se opone, por supuesto, a la educación antiracista.
Por eso es una nueva tendencia educativa. Entendida, así, la educación intercultural se opone al multicuralismo simple y se basa en principios que pretenden la formación de todo ciudadano: . en el conocimiento, la comprensión y el respeto de las diversas culturas de la sociedad actual; . en el aumento de la capacidad de comunicación y de interacción con personas de las diversas culturas; . en la creación de actitudes favorables a la diversidad de culturas ( Merino y Muñoz Sedano, 1995).
Las metas de la educación intercultural pueden concretarse en: .» promover la idea de que la diversidad cultural es un elemento positivo para todos los ciudadanos. . favorecer a cada grupo cultural con las características culturales de los otros grupos. . ayudar a los alumnos a interesarse por los estilos de vida de otros pueblos. . iniciar en actitudes y destrezas intelectuales, sociales y emocionales que permitan al estudiante situarse adecuadamente en una sociedad multicultural ( Margarita Bartolomé, 1997, p. 54).
Ya el Ministerio de Educación definía la educación intercultural en 1994 «como la formación de un ciudadano en el conocimiento, la comprensión y respeto de las diversas culturas de la sociedad en la que vive»…La educación intercultural no es una modalidad especial de educación propia de centros escolares que escolarizan este tipo de alumno, sino una cualidad deseable y una necesidad de todo centro escolar» (p. 51).
Una definición que abarca toda la riqueza de lo que puede llegar a ser la educación intercultural la encontramos en Aguado (1998). La educación intercultural es «un enfoque educativo basado en el respeto y valoración de la diversidad cultural, dirigido a todos y cada uno de los miembros de la sociedad en su conjunto, que propone un modelo de intervención, formal e informal, holístico, integrado, configurador de todas las dimensiones del proceso educativo en orden a lograr la igualdad de oportunidades/resultados, la superación del racismo en sus diversas manifestaciones, la comunicación y competencia interculturales» (p. 40).
Se observa que las virtualidades de la educación intercultural están en apreciar la diversidad como presente, no como una cosa del futuro. Y «no debemos enfocarla ( la diversidad ) como un problema, sino como una magnífica realidad» (García Garrido, 2000, p. 10). No es la causa del empeoramiento del clima escolar. El conflicto puede proceder más bien de una injustificada imprevisión, o de una recepción inadecuada, huraña y reticente de los culturalmente distintos.
La educación intercultural y sus acciones hay que verlas como lo que son: «un enriquecimiento del horizonte cultural de los profesores y de los alumnos, nativos y foráneos; un reto para el ejercicio de la tolerancia, la comprensión y la solidaridad; un cauce de relaciones pacíficas y relajadas» (ibid. p. 10).
Si la diversidad cultural se aborda en base a los planteamientos que sobre la educación intercultural aquí se hacen, resultará indudablemente beneficiosa dentro de nuestra estructura educativa. La diversidad deberá valorarse positivamente. Esta diversidad, eso sí deberá servir para enriquecernos a todos. Y ese es el reto y la tendencia que ha de asumir nuestro sistema educativo. «La pluralidad está reconocida como una de las características esenciales de la sociedad actual, en la que conviven diferentes culturas, creencias, valores, religiones y formas de organización social» (Martín y Margalef, 2000, p 24).
La educación se encuentra de manera natural con la diversidad entre los sujetos y entre los grupos sociales. La diversidad existe. La educación se topa con la diversidad como un dato de la realidad. «Lo intercultural implica un intercambio entre las partes, una comunicación comprensiva entre identidades que se reconocen como diversas entre sí, desembocando en un mutuo enriquecimiento y valoración» (Arco Bravo, 1998, p. 197). La interculturalidad o convivencia entre personas de diferentes orígenes culturales es un reto que tenemos que afrontar tanto nosotros como los inmigrantes. Nosotros, porque abre nuestro universo cultural y social a nuevas presencias cercanas y cotidianas; ellos, porque les requiere un esfuerzo de comprensión y adaptación a un nuevo conjunto social aparentemente coherente.
Y este intercambio entre las partes, esta comunicación es todo lo grande que ofrece la cultura propia y la cultura del otro. Y entendemos por cultura «todo lo que se le ocurre a la inteligencia para humanizar la realidad. Es el conjunto de nuestros inventos materiales, mentales, simbólicos, económicos. Las costumbres, los modos de hacer el amor, de convivir o pelearse, de armar conflictos o de solventarlos, son partes tan importantes de la cultura como la pintura, la literatura, la ciencia o el deporte.( J. A. Marina, El Semanal, nº 689, 2001).
En resumen, construir la educación intercultural como un nuevo enfoque educativo basado en el respeto y valoración de la diversidad cultural, exige la afirmación de la propia cultura en su relación con las otras culturas, lo que supone hacer posible la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades entre los seres humanos que conviven en una sociedad determinada.
2.- Educación Intercultural y Curriculum.
Una segunda tendencia actual en la educación intercultural se concentra en el Curriculum. El curriculum y educación intercultural.
El curriculum que se ofrezca en un centro debe tener en cuenta los criterios epistemológicos, sociológicos y pedagógicos actuales fruto de una reflexión previa, según la oportunidad y el principio de calidad sobre la cantidad y no fruto de intuiciones o posibilidades azarosas ( Jordán, 1996, p. 37).
Al día de hoy se da por superado el enfoque de contribuciones ( Banks, 1986 y 1989, citado por Jordán, 1996, p. 38), con su <> a base de danzas típicas, canciones, demostraciones culinarias o paneles donde se presentan las expresiones artísticas más destacables de las diferentes culturas. Lo mismo podemos afirmar del enfoque aditivo. Este consiste en «añadir temas, lecturas o unidades al curriculum usual escolar; pero dejando también intacta la estructura formal de este curriculum mayoritario o estándar ( ibid. p. 38).
Será el enfoque de transformación y el enfoque de acción social sobre los que haya que insistir más a través del Proyecto Curricular de Centro. Un poema de R. Kipling dice más o menos así: «seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé. Sus nombres son: CÓMO, DÓNDE,CUÁNDO, QUÉ, QUIÉN y POR QUÉ». Si aplicamos esto al documento de naturaleza técnico-didáctica donde pueden plantearse las alternativas diversas en los distintos elementos que constituyen el curriculum: objetivos generales, áreas curriculares, contenidos, criterios de evaluación y metodología y somos capaces de responder a estas preguntas, podremos acercarnos a entender la segunda tendencia actual en la relación de la educación intercultural y el curriculum.
El éxito de la educación intercultural dependerá de la actuación sobre el curriculum a desarrollar en el proceso educativo. «No se trata de buscar el mejor modelo individual para las personas diferentes, sino que toda la cultura de la escuela se ha de preñar de diversidad. No es cuestión de buscar adaptaciones curriculares, sino otro curriculum que comprenda la diversidad. (López Melero, 1998, p. ).
También Martín y Margalef (2000) se dan cuenta de que si la diversidad se convierte en un reto, en un desafío pedagógico, se deben implicar a todas las dimensiones del proceso educativo, entre ellas el curriculum, permitiendo la oportunidad de desarrollos peculiares dentro de un marco común. «Todos los alumnos y alumnas deben tener acceso a un curriculum básico, a (… . En esta comprensión reside la mejor garantía de una educación en y para la diversidad. Se trata de asegurar una base de cultura común compartida por todos los ciudadanos, que desde su misma selección y organización respete la multiculturalidad, permita la tolerancia, el diálogo y el contraste de ideas y valores (p. 20).
Es un curriculum holístico y contextualizado, no homogéneo y cerrado, que garantiza el acceso a un conocimiento común con la misma calidad para todos.
Dentro de esta línea Zabalza (1992) concreta y define los aspectos de este Curriculum: . definir un curriculum que desarrolle una actitud positiva hacia la diversidad, un espíritu internacionalista e interculturalista. . implicación de los diversos agentes sociales y de toda la comunidad educativa en la definición de programas de Educación Intercultural. . vinculación del tema intercultural con los restantes áreas de aprendizaje: interdisciplinariedad y transversalidad (p. 198).
No es sencillo resolver este dilema ( curriculum común o curriculum diverso) ni es posible profundizar en estos momentos en las alternativas que pueden plantearse en los distintos elementos que constituyen el curriculo. Sirviéndonos de Marchesi (2001, p. 7) podemos destacar tres estrategias que ayudan a encontrar un equilibrio entre lo común y lo diverso: Las adaptaciones de los contenidos se concretan en que los principales conocimientos se presentan con distinto nivel de profundidad. El trabajo cooperativo entre los alumnos y la posibilidad de que los alumnos más capaces sean tutores de los menos aventajados son métodos de enseñanza habituales. Los maestros de apoyo trabajan conjuntamente con el maestro regular en atención a los alumnos.
Queda abierta la reflexión sobre el curriculum y la educación intercultural en el aula. Un curriculum abierto a las experiencias, diferencias, intereses y expectativas de aquellos que lo viven cada día. Un curriculum que garantiza la calidad de conocimientos para todos.
3.- Educación intercultural y profesorado
La tercera tendencia y un parámetro clave sobre el que hay que actuar para asegurar el éxito de una educación intercultural es el profesor, «cuya formación, actitudes, conocimientos, compromiso pedagógico, etc. son variables a tener en cuenta para poder plantear con las suficientes garantías la educación intercultural ( Arco Bravo, 1998, p. 199).
El profesor o maestro no es un mero técnico o especialista que aplica el curriculum, sino un profesional que vive los significados, los sentimientos y la situación concreta del aula intercultural. «Ni las características del aprendizaje, ni las posibilidades de desarrollo de los individuos o los grupos, ni los métodos de trabajo ni la forma de organizar la escuela y el aula, ni los modos de interacción que emergen en cada grupo de clase, ni la cultura específica que se genera y comparte en el aula, ni las expectativas que se abren a los individuos, ni los conflictos que surgen ni la forma de solucionarlos configuran patrones fijos y cerrados» ( Pérez Gómez, 2000, p. 10).
Los fenómenos culturales no pueden ser abordados como si fueran fenómenos fijos o cerrados o tecnológicos. No son un motor o un ordenador. Son fenómenos que son y suceden en las personas. Ni las escuelas, ni los profesores son lugares neutrales ni pueden adoptar posturas neutrales. No existe el profesional aséptico y menos en el ámbito educativo. Trabajar con una pedagogía o con otra puede tener consecuencias decisivas a favor o en contra de las personas y de la práctica intercultural.
Desde una posición flexible y permeable se evitan planteamientos dogmáticos, fijos y cerrados, sobre la enseñanza y el aprendizaje de la educación intercultural que pudieran conducir a una posición cognitiva insostenible. Por eso, «los profesores que trabajen la educación intercultural han de tener flexibilidad para el cambio, permeabilidad con el medio, racionalidad en el funcionamiento, colegialidad en las actuaciones y flexibilidad sobre la acción, todo ello pasado por el tamiz de sus emociones y de sus exigencias éticas, sociales y políticas (Santos Guerra, 1999, p. 22).
Nunca se insistirá bastante en la exigencia de la preparación y selección adecuadas de los profesores. El docente es un elemento clave para asegurar el éxito de la Educación Intercultural. Hay que afrontar una formación inicial y permanente del profesorado ( Arco Bravo, 1998) que le permita adquirir un conocimiento de las características de las culturas en contacto, adquisición de una competencia pedagógica que se derive en: conocimiento de estrategias educativas y metodológicas para facilitar la labor docente en ámbitos interculturales. adquirir una competencia mínima para poder diagnosticar las necesidades educativas de sus alumnos diferentes. saber enjuiciar el material de consulta, libro de texto, etc. más adecuados en función de lo intercultural
También, los profesores pueden favorecer la integración escolar del alumno culturalmente distinto a través de la pedagogía del reconocimiento y de la pedagogía de la profesionalidad (Jordán, 2000).
La práctica de la pedagogía del reconocimiento versa sobre el reconocimiento de la persona y de la cultura de cada uno de los alumnos. «La escuela ha de integrar a estos niños en la cultura en que viven ahora, y debe enseñársela; pero sin olvidar que tienen una cultura propia y que no ha de ser anulada. Cuando alguien siente rechazo hacia lo propio difícilmente se puede integrar en lo ajeno» ( p. 74). ¿Cómo un profesor manifiesta Reconocimiento? Cuando no cae en un trato igualitario simple; cuando no etiqueta. La pedagogía del Reconocimiento requiere una nueva mirada sobre cada alumno, sobre sus posibilidades y capacidades personales, económicas, sociales.
De la misma manera, la práctica de la pedagogía de la profesionalidad versa sobre la solicitud del profesor por tomar conciencia de su compromiso con la suerte educativa de todos y de cada uno de sus alumnos, en virtud de una responsabilidad ética derivada de su profesionalidad. La pedagogía de la profesionalidad se centra en el desarrollo de la personalidad global del alumno, en el desarrollo de la persona en su totalidad, en el desarrollo de la persona que es persona antes que inmigrante. Max van Manen ( 1998, pp. 152-153) afirma al respecto «todo ser humano es mi otro. Siento al otro como una voz, como una llamada, que me impele a estar orientado en la práctica educativa hacia él». El <> invita al profesor, en su práctica diaria, a salir de su visión egocéntrica y, acaso, de su punto de mira etnocéntrico.
Ser demócrata es admitir que, más allá de todas las diferencias de raza, de cultura, de profesión, de sexo o de edad, todos los hombres participan igualmente de la humanidad, de la naturaleza humana y hacia ellos hay que acercarse con fraternidad. Es un texto de Jean Lacroix, (1992). Igualmente podemos recordar el verso de Rimbaud «Yo es Otro». Y a Holderlin, «Nadie sin alas puede conocer al Más Próximo». (Ver Sáez Alonso, 1992, p. 280).
Los alumnos inmigrantes, a la vez que aprenden matemáticas o geografía, se dan cuenta de la valoración/indiferencia que se les tiene, la aceptación o rechazo, y la equidad e injusticia con que se les trata en el aula y en la vida diaria. También los alumnos autóctonos se dan cuenta de la calidad de las relaciones del profesor con los alumnos, con todos los alumnos y de la autenticidad del profesor. «La integración o la segregación de los alumnos minoritarios dependen en gran parte -en una gran parte- de que el profesorado tome conciencia de la magnitud de su influencia en su alumnado, como persona y como profesional, con sus valores y sus actitudes, con su serio compromiso en la educación de los alumnos minoritarios» ( Jordán, 2000, p. 81).
La interculturalidad que se persigue es un horizonte utópico difícil de alcanzar, pero hacia el que es preciso caminar con absoluta determinación. La educación tiene, sin duda, una función importante que desarrollar. La educación contribuye a derribar muros fraguados por la ignorancia, la inseguridad y la falta de comunicación. Algunas experiencias concretas en aulas y centros y plasmadas en diseños curriculares, por limitadas que sean, demuestran su viabilidad, la realización progresiva de una convivencia intercultural. Y la existencia de profesores que respetan y concilian las diferencias, crean espacios y lugares de encuentro donde se viven valores comunes, hacen posible la convivencia intercultural. Y la escuela ocupa un lugar preferente, apostando por la centralidad de cada ser humano; la aceptación de las diferencias como factor de maduración y el cultivo metodológico del diálogo.
Fuente: Intercultur@net