On ne naît pas noir, on le devient
Por Jean-Louis Sagot Duvauroux
Ningún niño nace negro. Necesita varios días para que la piel se le oscurezca. De la misma manera, la identidad de los jóvenes inmigrantes en Francia tampoco es espontánea: es una construcción cultural, llena de confusiones en la que se mezcla la ideología de la «raza», recuerdos mutilados y dolorosos, racismo real o imaginado, y mejores o peores intenciones de la sociedad de acogida.
¿Cuál es la mirada de los hijos e hijas de inmigrantes sobre el país de adopción, sobre el suyo de origen, sobre la cultura de sus padres y sobre sí mismos?
¿Se sienten ayudados o por lo contrario les molesta términos como «integración», «orígenes», «comunidad» o «mestizaje cultural»?
¿Cómo construyen su identidad desde la escuela, desde la familia? ¿Cómo integran su idioma materno en la socialización en otro idioma?
El autor es escritor, dramaturgo y escenógrafo y alimenta el debate desde su propia experiencia, ya que se encuentra implicado en la vida cultural de Malí, está casado con una mujer de este país y tiene un hijo con doble nacionalidad. Ha promovido numerosas acciones educativas en el extrarradio de París.