Aprender a convivir a través del juego
Carmen García Marín y Amparo Martínez Ten son las autoras de El juego de las cuatro esquinitas del mundo, una obra que hace hincapie en el valor del juego como instrumento favorecedor de las relaciones interculturales. Además de una reflexión sobre el valor de los actos lúdicos en nuestras vidas, este libro propone la elaboración de diferentes juguetes y una serie de juegos que favorecen el acercamiento entre personas procedentes de diferentes orígenes. Todo, para aprender a convivir jugando.
CRISTINA G. LUCIO
Aprender a convivir a través del juego. Eso es lo que proponen Carmen García Marín y Amparo Martínez Ten en El juego de las cuatro esquinitas del mundo, una obra que reflexiona sobre el valor de la actividad lúdica como elemento de acercamiento y comunicación entre las personas, y recopila una serie de juegos que favorecen las relaciones interculturales.
«Cuando te metes en el juego, estás compartiendo mucho de ti con los demás», explica Carmen García. «El juego es un código muy fácil para entrar a conocerte porque rompe muchos prejuicios, rompe estereotipos y cuando juegas lo que quieres es pasártelo bien», añade.
Así, jugar y compartir juegos entre personas con diferentes orígenes es, según comentan estas autoras, una buena forma de favorecer la integración. «Si un niño llega con su bagaje de juegos y se lo enseña a los demás, se sentirá mejor porque estará siendo reconocido como alguien que tiene algo que aportar», comentan.
Carmen y Amparo han querido elaborar, con su obra, una especie de guía que pueda servir al profesorado en la educación de alumnos con diferentes orígenes. De este modo, este libro contiene, además de una reflexión sobre el valor de lo lúdico en nuestras vidas, un compendio de juegos que Carmen y Amparo han ido recopilando. De Guinea, Ucrania, Guinea Ecuatorial, República Dominicana, España… las autoras han escuchado juegos procedentes de todo el mundo, aprehendiendo toda su esencia y emoción para después plasmarla en el libro. Por otro lado, la obra también contiene un manual para construir juguetes y un conjunto de ideas sobre la organización del juego en los colegios de modo que se facilite las relaciones interculturales en ellos.
Además
LA OBRA. El juego de las cuatro esquinitas del mundo forma parte de la colección Cuadernos de la Educación intercultural que, editada por Catarata y coordinado y cofinanciado por FETE-UGT y el Centro de Investigación y Documentación Educativa, pretende aportar herramientas flexibles y didácticas para el profesorado en su labor de educar a niños procedentes de culturas diferentes.
AMPLIACIÓN. El libro está acompañado por un CD-ROM que recoge tanto partituras para interpretar las músicas con que se acompañan muchos juegos, como modelos, patrones e instrucciones precisas para fabricar algunos de los juguetes que se proponen en El juego de las cuatro esquinitas del mundo.
PROPUESTA. Esta obra no pretende imponer los juegos que pueden favorecer las relaciones interculturales, sino realizar propuestas concretas de juegos que se pueden completar, recrear o modificar a partir del alumnado y de la experiencia de juego de cada uno. Así, su objetivo es servir de pauta que guíe al profesorado en su labor de educar en el respeto y la diferencia.
«Todas las personas, independientemente de su edad, necesitan jugar»
La obra de Carmen y Amparo está dirigida a los profesores que trabajan en las aulas educando a alumnos de diferente procedencia. Sin embargo, ambas reivindican el valor del juego como un elemento muy importante en la vida de cualquier persona, sea cual sea su edad.
«Todas las personas, independientemente de la edad que tengan tienen una actitud lúdica, necesitan jugar», comentan. «Lo normal en la España rural de donde provenimos es que en determinados momentos toda la comunidad participase en determinados juegos. Sin embargo, estamos perdiendo esta tradición», lamentan. ¿La razón? «Se han perdido los encuentros y los puntos de reunión donde se puede jugar». Carmen y Amparo coinciden en señalar que «esa es una riqueza muy grande de la que no podemos prescindir».
Según explican estas autoras, muchos educadores comentan que los niños de hoy en día no saben jugar, debido probablemente a que se ha perdido la transmisión de juegos de generación en generación. Para luchar contra esa pérdida, Carmen y Amparo recuerdan la importancia de disponer de lugares que permitan el encuentro entre las personas y el desarrollo de los juegos.
Apelan a la labor de las autoridades locales en la construcción de espacios para toda la comunidad y, además, estas autoras proponen una mayor utilización de los patios del colegio por parte de los niños. «Hay que usar los espacios que ya existen y hay que utilizarlos al máximo», remarcan.
La última parte de El juego de las cuatro esquinitas del mundo se dedica precisamente a aportar ideas sobre la utilización y la organización de los juegos dentro de los recintos escolares. Desde el diseño del patio del colegio, a una detallada explicación de experiencias ya existentes para favorecer las relaciones interculturales, pasando por una reflexión de la participación de los profesores, este capítulo de la obra pretende arrojar un poco más de luz sobre un tema tan importante como la organización de los juegos en el patio del colegio.
Construir juguetes
Muñecos, marionetas, móviles… El juego de las cuatro esquinitas del mundo propone varios modelos de juguetes que pueden favorecer las relaciones interculturales. Como ejemplo, Carmen y Amparo explican los buenos resultados obtenidos con una baraja de cartas de familias. «Para tratar el tema del respeto, de las diferencias, es importante trabajar con las familias», comentan.
Por eso, decidieron poner en práctica esta actividad que consiste en que cuatro niños creen un mazo de 40 cartas, plasmando en cada uno de los palos a sus propias familias. «Queríamos que fuese muy abierto, que todos los modelos de familia estuviesen admitidos», explican. Así, cada niño tenía que dibujar a nueve personas que les cuidasen y quisiesen, reservando la primera carta para sí mismo. Además, para ilustrar la parte posterior de las cartas recurrieron a motivos árabes y utilizaron signos chinos para numerarlas.
Fuente: Aula de El Mundo