Escuela y familia: una alianza necesaria, un libro de Rolando Martiñá
Autor: Rolando Martiñá
Editorial Troquel, Buenos Aires, 2003
Se muestran Escuela y Familia como gozosos participantes de un juego de colaboración, como sería lógico esperar, o se enfrentan como rivales – a veces enconados – en un juego de competencia? Por qué si es obvio que sería a todas luces recomendable colaborar, ya que tienen un difícil trabajo en común, les cuesta tanto hacerlo? Y además, por qué no aparece esta carencia como problema? Por qué no figuran estas cuestiones en la «agenda educativa habitual»? Por qué no se leen items relacionados con este difícil vínculo en los Planes de Estudio y en los Programas de Formación Docente? Por qué los actuales y futuros docentes se forman como si en el desarrollo de sus tareas sólo tuvieran que interactuar con niños? Por qué muchas veces la Institución Educativa actúa como si arrojara al desván de los fantasmas (amenazantes por definición) a aquellas personas que integran, al menos simbólicamente, la comunidad educativa, y sin cuyo aporte (humano y a veces económico), simplemente no habría escuelas?
Todas estas preguntas, y algunas otras surgidas de muchos años de experiencia cumpliendo diferentes roles en ámbitos de Salud y Educación, han llevado al autor a abocarse a esta obra, tratando, en principio de instalar el tema en el ámbito del pensamiento, y también de ofrecer testimonios, casos y sugerencias prácticas de aplicación directa en hogares y escuelas.
La obra comienza con una descripción de las condiciones histórico-culturales de los tiempos que vivimos, especialmente en cuanto a aquellos aspectos que inciden directamente en el quehacer educativo en general: la aparición de los Medios Masivos como tercera agencia socializadora a menudo más atractiva e influyente que escuelas y familias y los efectos a veces paradojales del enorme desarrollo del Conocimiento en los últimos dos siglos, enfocados especialmente en el marco de las tres grandes revoluciones: la tecnocientífica, la femenina y la juvenil. Habida cuenta de que, a causa de ellas, «hoy la Humanidad crea más información de la que puede absorber, alienta más interdependencia de la que puede administrar e impulsa cambios con una celeridad que nadie puede seguir», parece ser que quien deba convencer hoy a los jóvenes de respetar la autoridad y las normas, y esforzarse paciente y disciplinadamente en pos de la obtención de supuestos bienes futuros, se verá seguramente desafiado con dureza.
El autor se interna luego en la trama más concreta – aunque no siempre visible – de la relación entre padres y maestros: sus desconfianzas y temores mutuos, sus expectativas desmesuradas, sus proyecciones de deseos, sus homogeneidades y heterogeneidades y sus contradicciones. Para ello, plantea el análisis desde la comparación entre familias y escuelas de ayer y familias y escuelas de hoy, situándolas en un continuo afectado por la llamada «cultura del cumplimiento» y su opuesto equivalente pendular «cultura de la transgresión». Propone, como alternativa, la construcción gradual de una «cultura del Cuidado»; propuesta de «mínima pretensión y máxima inclusión», no referida a los sistemas de creencias básicos de los seres humanos sino a la necesidad de sobrevivir y convivir, en y con las diferencias.
Tras plantear la necesidad de introducir prácticas de negociación para resolver las habituales relaciones disfuncionales que se plantean entre ambas instituciones, la obra concluye con un Programa Padres, propuesta bianual operativa, dirigida a aquellas escuelas que decidan iniciar una modificación a largo plazo de la relación con las familias de sus alumnos, sin perjuicio de ofrecer además algunas sugerencias alternativas para quienes decidan enfocar el problema de modos menos sistemáticos.
En el afán de otorgarle a la obra un carácter interactivo, se incluyen en diversas partes del texto íconos destinados a llamar la atención de lector acerca de algún punto en particular y/o sugerirle alguna «tarea» extra a la ya corriente de una lectura comprensiva. En el mismo sentido, se incluyen, al finalizar cada capítulo, algunas actividades que el lector puede realizar, sólo o acompañado, a partir de los innumerables estímulos para la acción que proporciona el texto.