La libertad cultural en el mundo diverso de hoy
Informe sobre Desarrollo Humano 2004
La democracia y el crecimiento equitativo no son suficientes para acoger las crecientes demandas de inclusión social y de respeto por la etnia, la religión y la lengua materna. También se requieren políticas multiculturales que reconozcan las diferencias, defiendan la diversidad y propicien la libertad cultural a fin de permitir que todos tengan la opción de comunicarse en su propia lengua, practicar su religión y participar en la formación de su cultura, es decir, que todos tengamos la libertad de escoger quienes somos.
«La libertad cultural constituye una parte fundamental del desarrollo humano puesto que para vivir una vida plena es importante poder elegir la identidad propia -lo que uno es- sin perder el respeto por los demás o verse excluido de otras alternativas», señala el Informe sobre Desarrollo Humano 2004 presentado hoy en Bruselas con la participación del administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Mark Malloch Brown y el primer ministro suizo Guy Verhofstadt.
En un análisis integral en torno a los temas de la identidad de un gran número de comunidades y naciones, el Informe aborda un amplio abanico de políticas públicas aplicadas por naciones y comunidades multiculturales, desde la educación bilingüe y los planes de discriminación positiva, hasta sistemas innovadores de representación proporcional y federalismo. Los autores del Informe, entre quienes estuvo Amartya Sen -Premio Nóbel en Economía 1998- , plantean que todo individuo tiene derecho a su identidad étnica. «La novedad hoy es el surgimiento de la política de identidad», afirma el documento. Y añade: «Es necesario que la gente cuente con la libertad de participar en la sociedad sin tener que desprenderse de los vínculos culturales que ha escogido».
En el prefacio del Informe el administrador del PNUD, Mark Malloch Brown afirma que «Si el mundo desea lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio y erradicar definitivamente la pobreza, primero debe enfrentar con éxito el desafío de construir sociedades inclusivas y diversas en términos culturales».
Con relación al vínculo entre identidad cultural y conflicto, el Informe afirma que de no abordarse adecuadamente las luchas que diferentes pueblos y etnias adelantan en aras del reconocimiento de su identidad cultural, este factor puede convertirse en una de las más importantes fuentes de inestabilidad al interior de los Estados y entre ellos: «La política de la identidad que polariza a los pueblos y grupos está marcando una fuerte división entre ‘nosotros’ y ‘ellos’.»
En el capítulo Libertad cultural y desarrollo humano, Amartya Sen -uno de los creadores de los Informes sobre Desarrollo Humano- aborda detalladamente las «dimensiones culturales del desarrollo humano» a partir de tres consideraciones:
– 1 La libertad cultural como una dimensión muy importante de la libertad humana: «promover la libertad cultural debe ser un aspecto primordial del desarrollo humano y exige trascender las oportunidades sociales, políticas y económicas ya que éstas, por sí solas, no garantizan la libertad cultural».
– 2 Durante los últimos años el debate sobre la cultura y la civilización ha sido intenso pero «centrado más en el reconocimiento -e incluso la apología- del conservatismo cultural que en la libertad cultural propiamente». Ante esto el Informe plantea «más que glorificar un apoyo irrestricto a las tradiciones heredadas o advertir al mundo respecto de los supuestos choques inevitables entre civilizaciones, el punto de vista del desarrollo humano exige que la atención se centre en la importancia de la libertad en las esferas culturales (tanto como en las demás) y en las maneras de defender y aumentar las libertades culturales de las que podría gozar la gente. El aspecto medular no es la importancia de la cultura tradicional, sino la relevancia trascendental de las libertades y opciones culturales» .
– 3 Debido a la gran interdependencia entre todas las dimensiones de la vida humana, la libertad cultural incide en los éxitos y fracasos en lo social, lo económico y lo político. «Ni siquiera la pobreza, un concepto fundamentalmente económico, puede entenderse a cabalidad sin incorporar consideraciones culturales en el análisis».
El Informe refuta argumentadamente cinco mitos que han cobrado fuerza en el mundo de hoy:
Mito 1. Las identidades étnicas de una persona compiten con su compromiso con el Estado, de modo que existe una disyuntiva entre el reconocimiento de la diversidad y la unificación del Estado.
Realidad: los países no tienen que elegir entre unidad nacional y diversidad cultural. Las personas pueden y de hecho tienen múltiples identidades complementarias: etnia, lengua, religión, raza, al igual que ciudadanía. La identidad tampoco es una dinámica excluyente, pues no es necesario elegir entre la unidad del Estado y el reconocimiento de las diferencias culturales.
Mito 2. Los grupos étnicos tienden a entrar en conflictos violentos entre sí por choques de valores, de modo que se produce una disyuntiva entre respetar la diversidad y mantener la paz.
Realidad: La información empírica indica que las diferencias culturas y los choques en torno a valores rara vez constituyen una causa de conflictos violentos.
Mito 3: La libertad cultural exige defender las prácticas tradicionales, de modo que podría haber una disyuntiva entre reconocer la diversidad cultural y el progreso en el desarrollo, la democracia y los derechos humanos.
Realidad: La libertad cultural consiste en ampliar las opciones individuales y no en preservar valores ni prácticas como un fin en sí con una lealtad ciega hacia las tradiciones. La cultura no es un conjunto estático de valores y prácticas y no puede ser usada como pretexto para negar los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, tal como el derecho de las mujeres a recibir educación.
Mito 4: Los países étnicamente diversos son menos capaces de desarrollarse, de modo que existe una disyuntiva entre el respeto de la diversidad y la promoción del desarrollo.
Realidad: No hay información que avale que la diversidad cultural frene el desarrollo. Un ejemplo de un país culturalmente diverso y exitoso en términos económicos es Malasia, la décima economía de mayor crecimiento durante 1970-1990 y cuya población está compuesta en un 62% por malayos, 30% por chinos y 8% por indios.
Mito 5: Algunas culturas tienen más posibilidades de avanzar en materia de desarrollo que otras y algunas culturas tienen valores democráticos inherentes, mientras que otras no, de modo que existe una disyuntiva entre acoger ciertas culturas y promover el desarrollo y la democracia.
Realidad: No existen pruebas que apunten a una relación entre cultura y progreso económico o democracia. Para explicar las tasas de crecimiento económico, se concluye que la política económica, la geografía y la carga de enfermedades constituyen importantes elementos de juicio. No así los indicadores religiosos -por ejemplo si una sociedad es hindú, musulmana o cristiana -los que son insignificantes en términos estadísticos. De igual modo, la visión tan difundida en Occidente de que el Islam es incompatible con la democracia se contradice con el hecho de que la mayoría de los musulmanes del mundo vive en sociedades que hoy se rigen por sistemas democráticos.
Desde hace 15 años, el PNUD dedica su informe anual a un tema monográfico. El Informe sobre Desarrollo Humano 2004 que hoy se ha presentado se dedica espcialmente a la libertad cultural en el mundo diverso de hoy.
Acceso al Informe completo:
https://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2004_es.pdf