Aprendemos con… Xavier Besalú
Xavier Besalú está dedicado a la educación intercultural, desde lo profesional y desde lo personal. Es profesor y Coordinador de los Estudios de Pedagogía de la Universidad de Girona.
Autor de numerosos informes y artículos sobre la realidad de la inmigración, ha escrito «Diversidad cultural y educación». (Madrid: Síntesis. 2002) y junto a otros autores «La escuela y la interculturalidad» (Madrid: Edinumen. 2000, «Construir la escuela intercultural» (Barcelona: Graó. 1999) y «La educación intercultural en Europa» (Barcelona: Pomares-corredor. 1998). Es asesor en temas de inmigración del Ayuntamiento de Salt (Girona), miembro de la Cátedra UNESCO de Desarrollo Sostenible: equidad, participación y educación intercultural, y de la asociación GRAMC (Grupos de Investigación y Actuación con Minorías Culturales y Trabajadores Extranjeros), una asociación mixta (formada por españoles y extranjeros) que trabaja en el ámbito de la inmigración, la interculturalidad y el antirracismo. Ha sido maestro de EGB durante 12 años y miembro del Consejo Escolar de Cataluña otros 8.
Contundente, muy crítico y muy muy apasionado. «Potente» es el calificativo que utiliza para dar fuerza a sus sentencias y así es él cuando habla de pedagogía, de modelos sociales o de esa Cataluña mestiza, ya desde los años 60, de la que se habla con entusiasmo.
Charla con Lola Pérez Carracedo
Eres de los que defiende que no existe educación intercultural y que no hay pedagogía intercultural
Son dos planos distintos, cuando hablo de pedagogía intercultural hablo del ámbito universitario o de la investigación, donde lo que se trata es de hacer educación, buena educación y que sirva para que todos tengan éxito escolar.
En este sentido reivindico a los clásicos de la pedagogía, a los renovadores de la pedagogía, que sin poner la etiqueta de intercultural lo que estaban haciendo era buena educación para todos. Se pueden inventar técnicas y métodos nuevos, pero muchos a través de una nueva jerga y de nuevas teorías lo que han hecho es provocar el olvido de las buenas prácticas y las buenas herramientas que ya tenemos en la historia de la pedagogía. Me reafirmo en que no existe una pedagogía intercultural.
En lo que se refiere a educación intercultural me refiero más como práctica, como gestión de la diversidad a nivel social, gestión de la diversidad en los centros educativos. En este sentido, los dos únicos modelos que hemos podido ver en la práctica y que hemos podido investigar y contrastar son dos modelos que tienen una lógica interna muy potente, una fundamentación teórica y práctica muy sólida, que he dado en llamar multiculturalismos y asimilacionismo, pero descargándolo de sus etiquetas peyorativas. Son dos modelos muy coherentes y a veces cuando ponemos etiquetas de multiculturalismo nos quedamos a nivel retórico y de las buenas intenciones. Creo que lo que debemos es aprender de las realidades, de países que tienen más experiencia que nosotros, y aprender que con la retórica y con las palabras caemos en la vieja pedagogía del deber ser y no de lo que es realmente y lo que puede traducirse a la práctica.
Exigimos una escuela intercultural y no tenemos una sociedad intercultural. ¿Cuál es el papel de la escuela como instrumento de integración? Algunos sostienen que si integramos a los chavales tendremos una sociedad intercultural.
Desde luego que no, primero porque la escuela es un instrumento más que no tiene el monopolio de la socialización ni del saber. Las responsabilidades de la escuela son unas, que tiene como prioridad, y otras, la mayoría, que son compartidas. En este sentido debemos decir que en el tiempo libre no puede deshacerse lo que se ha tejido lentamente y con mucho esfuerzo en la escuela. El tiempo educativo es insuficiente y además algunos chavales no pueden beneficiarse de las actividades educativas y formativas que se dan en el tiempo libre, habrá que hacer algo.
Además la educación en valores compromete a la ciudad, a los ayuntamientos, compromete a la familia, que ofrece modelos de comportamiento. Si decimos que lo que se hace en la escuela sólo compromete a la escuela vamos mal. La escuela no está sola, está la ciudad, están las agencias de tiempo libre, está el mundo laboral y están los barrios, las asociaciones de vecinos, que son agentes transmisores muy potentes de la cultura de la convivencia.
Parece que la diversidad la han traído los inmigrantes, que la sociedad española es una, castellanoparlante, de una sola raza… ¿cómo podemos integrar otras identidades cuando no tenemos definida las de nuestra propia sociedad?
Aquí ha habido una idea de que la homogeneidad es buena, para el individuo y para la sociedad, y todo lo que sale de esa normalización, todo lo diferente, en principio genera problemas y es malo. Hemos construido esa imagen y que el mantenimiento de las identidades y de las diferencias es algo medio tribal, medio salvaje.
Yo diría que estamos en un cambio histórico importante, de globalización pero también de reafirmación de otras identidades, por ejemplo identidad de género, sexual, etc. Por otro lado, la percepción de la presencia de gente evidentemente diferente, de color, de lengua… nos da la oportunidad de revisar este paradigma de que lo bueno es la homogeneidad. Esta oportunidad es la primera vez que nos la podemos plantear profundamente y para el caso español viene muy bien.
Es evidente que España es plural, es distinta en Historia, a veces es distinta en lengua, a veces es distinta incluso en gestión de la economía, en el derecho, y desde luego hay Historias distintas. Sigue funcionando esa idea de que España es una, a veces grande y a veces libre, pero los conflictos aparecen cada día, y es bueno que lo hagan porque así visualizamos que somos distintos y que podemos convivir. No hemos asumido esa pluralidad.
En el tema de la religión, por ejemplo, religiones distintas hace mucho que hay en España: Testigos de Jehová, maneras distintas de vivir la religión católica, desde los practicantes y no practicantes, los neocatecumentales, los legionarios de Cristo, los partidarios de la Teología de la Liberación… comparten una misma religión pero la viven de maneras tan distinta que podríamos hablar de formas distintas. La cuestión de género, hombres y mujeres somos distintos, y eso lo ha puesto en la mesa el Feminismo, son culturas distintas que se aprenden desde pequeños, el machismo y la agresión a las mujeres está mostrando una realidad. Pero no sólo eso, mis hijos viven una cultura bien distinta de la mía, y la mía es bien distinta de la de mis padres; en todo, en el pudor, en la relación con la Naturaleza, en multitud cosas… Desde este punto de vista, la pluralidad es tan grande y la evolución cultural es tan potente que creo que ya es una obviedad decir que vivimos en un mundo diverso desde el punto de vista cultural.
Pero existen las nacionalidades. No es lo mismo que un chaval o una chavala se escolarice en Madrid que en Cataluña o en Galicia. Los referentes culturales que se le transmiten o se le imponen son diferentes.
En España el tema está bien planteado porque compartimos un Estado y por tanto hay un fondo común, incluso hay un curriculum común compartido de un 50%, y el otro 50% depende de cada Autonomía, que no quiere decir añadir cosas sino darle un sesgo más acorde con la realidad. Porque las sociedades son distintas pero incluso hay diferencias dentro de cada Autonomía. La propuesta es compartir un espacio común que es España, porque tenemos que entendernos, pero en la selección de las concreciones vamos a ver qué es más funcional en cada contexto.
Debemos ser conscientes de lo bien que lo hemos hecho en algunos casos. Ahora bien, sí que debemos ser muy críticos en el conocimiento de las diferencias nacionales, culturales, históricas y de todo tipo que se dan en España. En eso creo que siguen existiendo los mismos estereotipos que hace 40 años y eso es imperdonable. Las lenguas merecen todas el mismo respeto y debe ser posible vivir en la lengua que uno desee, porque eso es la libertad y la identidad. Este tema hay que trabajarlo y no sólo en la escuela.
Besalú tiene muy presente el proceso de inmigración interior que se dio en España en los años 60 y que ha conformado lo que es Cataluña, y muchas otras zonas del estado español, ahora. Busca referencias, ejemplos de ese proceso para trasladarlo al momento actual y aprender de ese bagaje tan importante.
Hemos hecho algunas cosas mal pero otras no. Por ejemplo en Cataluña el nivel de mestizaje, de matrimonios mixtos, de buena convivencia, a pesar de los problemas, es extraordinario y hay que reivindicarlo. La mezcla de los catalanes de origen con «los otros catalanes», según la expresión de Francesc Candel, es un patrimonio de una riqueza y de unas enseñanzas que debemos tener muy presente.
Francesc Candel era un inmigrante de origen valenciano y con lo de «otros catalanes» se refería a los inmigrantes del resto de España que estaban en Cataluña. El pasado año se han dado por primera vez los premios Paco Candel que premian experiencias en el campo social de integración de inmigrantes de origen extranjero.
El proceso no es calcado pero tiene un montón de experiencias comunes. Hemos detectado que a raíz de los cambios que se han producido a finales del siglo XX y principios del XXI podemos reivindicar, reconocer y ver con otros ojos incluso esa otra migración que ha construido Cataluña, porque Cataluña es hija también de esa migración. No sería lo que es sin la aportación de esos trabajadores que allí se instalaron. No sería lo mismo ni desde el punto de vista político, ni desde el punto de vista demográfico, ni desde el punto de vista económico.
Es cierto que se han dado indicios de que Cataluña como nación ha asumido algo que hasta hace pocos años veía como ajeno y eso lo debemos agradecer al momento histórico.
¿Y qué pasa con las segundas generaciones de inmigrantes? ¿Se está ya trabajando en ello?
Hay en zonas de España donde ya hay segundas generaciones, incluso terceras.
El término es muy discutible porque la inmigración es un proceso que en algún momento debe terminar, no se puede ser inmigrante toda la vida, no se puede ser segunda, tercera, cuarta generación de inmigrantes.
Inmigrantes son los que toman la decisión de emigrar y cuando lo hacen tienen una identidad y una personalidad formada por lo que son competentes y pueden compartir, «aculturarse» si quieren, porque ya tienen un punto de partida.
Las segundas generaciones tienen más complicado que sus padres la formación de su identidad. Esto les ocurre también a nuestros hijos porque viven en un mundo donde hay modelos distintos, un mundo que no es el de sus padres, por lo que el modelo de construcción de su identidad es complicado para los jóvenes.
Para los hijos de inmigrantes como mínimo hay dos modelos: el modelo familiar y el que viven fuera, que suele ser plural.
Los hijos de inmigrantes son más de donde residen que del país de sus padres, eso debemos tenerlo muy en cuenta. Pero el país y la cultura de la familia es muy importante porque los padres pretenden darle lo suyo, lo que consideran que es mejor, y eso es legítimo.
Nos preocupan las segundas generaciones porque van a ser los agentes de cambio más importantes, van a tener una construcción de su identidad más complicada pero son ellos los que van a cambiar nuestra sociedad junto a nosotros, porque ellos son nosotros, y en la medida en que se vean tratados, discriminados, en una sociedad de la que se sienten parte, van a generar conflictos en el mejor sentido de la palabra.
En este sentido tendrán un papel de una enorme relevancia en la construcción de una sociedad futura y esto preocupa y es interesante analizar.
Las políticas que se implementan a nivel educativo y a nivel social tiene unas consecuencias que vemos a medio y largo plazo y eso nos da la respuesta a las políticas estructurales que hemos puesto en marcha. Son un indicador de primera categoría.