Yo acuso
Autora: Ayaan Hirsi Ali. Texto reseña: Soledad Gallego-Díaz
Yo acuso
Ayaan Hirsi Ali
Traducción de Natalia Fernández Díaz
Galaxia Gutenberg
Círculo de Lectores. Madrid 2006
La somalí Ayaan Hirsi Ali es una feroz crítica del multiculturalismo y de la incapacidad del mundo islámico para afrontar una Ilustración que devuelva los derechos a las mujeres y acabe con la sumisión a Dios.
Hirsi Ali está harta, con toda razón, de occidentales empeñados en fomentar y en financiar la educación religiosa de los inmigrantes musulmanes y de sus hijos.
La moral sexual del Corán
YO ACUSO es una recopilación de ensayos y escritos, en los que convive el testimonio personal de Ayaan Hirsi Ali (terrible la historia de su hermana) con sus análisis sobre el tratamiento de la inmigración o las características políticas del islam. Una parte importante, la que da origen al subtítulo del libro, trata de los derechos de las mujeres en las sociedades musulmanas, enfocados no como la consecuencia de unos textos coránicos mal interpretados, sino como la obligada secuela de la moral sexual del islam, en la que la virginidad se convierte en el centro de una cultura del honor. La única esperanza de esas mujeres son los quince millones de musulmanes que viven en el mundo occidental y que gozan de las condiciones favorables para poner a prueba los valores morales del Corán. Por eso es un crimen no exigirles que reflexionen y no ayudar a las voces más críticas. Hirsi es consciente de que millones de mujeres musulmanas defienden su propio sometimiento, pero lo considera casi como una muestra del síndrome de Estocolmo que las asemeja a esclavos que prefieren la seguridad a una libertad incierta. Sin el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres musulmanas, tantas veces ignorados y postergados por los occidentales, el islam no experimentará su Ilustración, advierte.
El libro incluye el guión que escribió Hirsi para la película Submission que dirigió Theo van Gogh, asesinado posteriormente por un holandés de ascendencia marroquí. Hirsi, continuamente amenazada, prepara la segunda parte de la película y lamenta la falta de compromiso de los políticos occidentales. Aburrida por las dudas del partido socialdemócrata por el que fue elegida diputada, milita ahora en el Partido Liberal holandés. Sería lamentable que su formidable voz en defensa de la libertad y los derechos humanos fuera ignorada por una izquierda europea que ya cuenta en su historia reciente con la negativa a reconocer el Gulag.
Lo que falla en el mundo islámico
¿Se puede reformar el islam a través de su propio texto sagrado, el Corán?, ¿o la única forma de hacer avanzar las sociedades islámicas es establecer otro equilibrio entre religión y razón, y rechazar la religión como medida de la moral? Ayaan Hirsi Ali es una decidida partidaria de la segunda opción y una gran crítica de los relativismos culturales que tanto proliferan en Occidente y que, a su juicio, encierran a los seguidores del islam en su atraso. «Eso es racismo en su acepción más pura», escribe.
Ayaan Hirsi se ha hecho famosa porque, como ella misma dice, es una mujer negra que critica el islam. Para la gran mayoría de los seguidores del islam es simplemente una blasfema que se declara atea. Pero no son sólo ellos quienes la rechazan. Muchos académicos occidentales tampoco le prestan mayor crédito. A lo sumo, reconocen que es una mujer valiente, pero, a continuación, añaden: es demasiado radical, al rechazar el camino de una interpretación más amable del Corán no ayuda a hacer avanzar la condición de las mujeres. En definitiva, está demasiado influida por su propia experiencia personal, una joven somalí, con estricta educación islámica, que sufrió la ablación y que estuvo a punto de ser casada con un primo al que no conocía.
Cualquiera que lea este libro comprenderá enseguida que se trata de descalificaciones vergonzosas, probablemente de quienes en el fondo creen que por ser una mujer musulmana no tiene capacidad para discutir de temas tan profundos, dignos de sabios islámicos y de intelectuales, éstos sí hombres y mujeres, occidentales. Resulta que Ayaan Hirsi Ali es una mujer inteligente, culta y educada, licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Leiden y perfectamente capaz de debatir sobre lo que habla: el islam.
Hirsi Ali está harta, con toda razón, de occidentales empeñados en fomentar y en financiar la educación religiosa de los inmigrantes musulmanes y de sus hijos. Quiere que Occidente ayude a quienes preconizan que el islam necesita de una Ilustración, capaz de dejar las creencias religiosas en el ámbito privado, a quienes luchan por la reforma de esas sociedades. «Mi crítica a la fe y la cultura islámica se percibe como dura, ofensiva e hiriente, pero la posición de los relativistas culturales es, de hecho, más dura, más ofensiva y más hiriente. Se sienten superiores y en un proceso de diálogo tratan a los musulmanes no como sus iguales, sino como ’el otro’ que debe ser respetado. Y nos abandonan a nuestra suerte a los musulmanes que hemos atendido la llamada de nuestro espíritu cívico».
A Ayaan Hirsi le subleva que se aliente el atraso de los musulmanes como una cuestión de derechos. Para ella, la experiencia de la propia identidad y el reconocimiento del pluralismo sólo son posibles cuando los derechos del individuo están garantizados. Y eso no sucede en la inmensa mayoría de las sociedades islámicas. ¿Por qué? «Porque estamos saturados de fe y de superstición». Hirsi, que consiguió asilo en Holanda y que trabajó durante años con inmigrantes, asegura que los miles de musulmanes que llegan a Europa tienen problemas para adaptar su mentalidad a la vida occidental, pero que una cosa es entender esa dificultad y otra estimularles a seguir con sus valores y tradiciones. «Hay que ofrecer a los musulmanes aquello que en su propia cultura les falta: dignidad como personas».
Ayaan Hirsi cree que el islam actual no es compatible con las exigencias del Estado de derecho occidental, porque es una religión, y una cultura, basada en el sometimiento a la voluntad de Dios, que fomenta el fatalismo y la pasividad. «Bush y Blair deberían evitar declaraciones como que el islam está secuestrado por una minoría terrorista. El islam está secuestrado por sí mismo. Sería más útil que mostraran lo que ocurre en Arabia Saudí». Para la escritora somalí la obligación de Occidente es dar un entorno seguro a los voltaires del islam, no aceptar unas enseñanzas que son incompatibles con la defensa de la libertad, como son la cultura de la vergüenza o la obediencia jerárquica. Hay que admitir la interacción entre el retraso socioeconómico y los factores culturales, o el islam no podrá avanzar. Y eso es precisamente lo que falla en el mundo musulmán, bajo la mirada complaciente y racista de Occidente.
Fuente: El País/Babelia