Educación Intercultural y educación científica-tecnológica: Cómo estar al lado del desarrollo viviendo en el subdesarrollo
Por Yeni Castro Peña
La necesidad de una educación intercultural se ha convertido en un discurso excluyente que ha dejado de lado un enfoque interesante: el enfoque Ciencia, tecnología y sociedad (CTS) que abre un campo de comunicación transdisciplinar y promueve la participación social.
Referirse a una educación intercultural es hacer alusión a una educación para la diversidad cultural, como bien afirma Carlos V. Zambrano, quien de manera muy atinada hace notar que desde 1990, esta ha cobrado mayor fuerza en América Latina. Sin lugar a dudas, la educación intercultural tiene como finalidad revalorar no solamente el pasado indígena sino también su presente, es decir no solo enfrentarse a la función social que tiene la historia sino también a su utilidad plasmada en la tradición, presente en la vida diaria de los pueblos. [1]
Cuando se menciona el tema de una educación intercultural, muchos docentes excluyen una educación científica, el mismo fenómeno ocurre cuando se hace referencia a una educación científica, de inmediato, el docente excluye una educación intercultural. Los docentes no han logrado deshacerse del gran mito en torno al divorcio entre humanitas y ciencia, lo cual no podemos negar que es notorio en nuestro medio tanto a nivel elemental como a nivel superior. En este sentido, la educación CTS fomenta un espacio de encuentro entre estas dos maneras de percibir el mundo y aporta una visión social sobre la significación de la actividad científica y tecnológica, al respecto Mariano Martín Gordillo afirma: “CTS incorpora la riqueza interpretativa de las disciplinas humanísticas y sociales para entender en qué consiste la actividad tecnocientífica y cómo se desarrolla”. [2]
La atestación precedente nos conduce a preguntarnos si la educación intercultural es tan necesaria para entender las raíces de los pueblos y su desarrollo así como su manera de vivir en el presente, es ¿acaso posible realizarla alejada de los avances tecnológicos que en las zonas más lejanas de la capital de nuestro Perú son evidentes? ¿por qué si la educación CTS y la educación intercultural intentan hacer participe a la sociedad, no es posible unificarlas? ¿acaso podemos vivir al lado del desarrollo teniendo una política educativa de subdesarrollo?. No hay lugar en el Perú donde no exista una radio, o por lo menos una lámpara, en las tribus selváticas donde poco llega la civilización llega una lámpara y un radio a pilas. Asimismo, no podemos aislarnos y escapar de la globalización pues es imposible alejarse de ella.
En esta época se hace imperativo que el docente encare el rol activo que le toca desempeñar. Este es paradigma de valores y fuente de saber para sus alumnos, como tal debe asumir el reto que le corresponde y ser sujeto activo de cambio en una sociedad democrática y responsable.
Un compromiso responsable del docente que pueda unir educación intercultural y educación científica-tecnológica daría como resultado el despertar del alumnado de manera consciente a la postmodernidad que fue dada a luz por su madre la modernidad y en muchos lugares no se han enterado de su nacimiento aún.
Educación intercultural y Educación científica-tecnológica: De enfoques a realidades.
La educación intercultural es definida como un modelo educativo que busca fomentar el enriquecimiento cultural de los ciudadanos, partiendo del reconocimiento y respeto a la diversidad, a través del intercambio y el diálogo, que tienen por finalidad la participación activa y crítica en aras a cimentar el desarrollo de una sociedad democrática basada en la igualdad, la tolerancia y la solidaridad. [3]
En tanto, una educación científica-tecnológica puede ser definida como un enfoque pedagógico orientado a formar ciudadanos capacitados para comprender, manejarse y participar en un mundo en el que la ciencia y la tecnología están cada día más presentes. Este enfoque ha tomado el nombre de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), el cual es especialmente apropiado para fomentar una educación tecnocientífica dirigida al aprendizaje de la participación, aportando un nuevo significado a conceptos tan aceptados como alfabetización tecnocientífica, ciencia para todos o difusión de la cultura científica. [4]
Es imprescindible plantear soluciones para nuestra realidad diversa y compleja a la cual le es imposible soslayar el hecho de estar inmersos en un proceso de globalización, como ya veníamos anunciando. Es decir, cómo pasar de meros enfoques, que en el caso de la propuesta intercultural se ve influenciada claramente por la antropología y en el caso CTS por el interés de algunos tecnócratas que buscan una educación con fines pragmáticos, a la aplicación de los mismos en realidades concretas en nuestro caso para el Perú.
En relación a las aproximaciones conceptuales hechas, podríamos comenzar afirmando que una educación intercultural parte de los supuestos de una multiculturalidad, de esa desigualdad y exclusión que existe en un mundo globalizado donde la igualdad, la libertad y la ciudadanía están siendo revalorados como principios emancipatorios de la vida social”. [5]
Una educación intercultural implica el reconocimiento de la diversidad existente en un país, bien podríamos recordar el título de un libro del conocido historiador tacneño Jorge Basadre Grohmann “Perú: problema y posibilidad”. Nuestro país es un conjunto de problemas pero también una gama de posibilidades para afrontar los mismos, nuestros problemas radican en nuestra diversidad ya sea climática lingüística, socio-económica, etc., pero en esa diversidad esta el sendero que nos muestra la gama de posibilidades que harían posible que el Perú logre un desarrollo autosostenido. Todo país que busca un desarrollo económico debe comenzar mejorando su nivel educativo es decir la superestructura de la sociedad.
El modelo intercultural reconoce asimismo la complejidad de lo que somos como nación, no solo una sino muchas culturas, es decir somos una nación pluricultural, que no puede ni debe excluirse de los cambios y del desarrollo tecno-científico a nivel mundial, sino formar parte de ello. He ahí, la necesidad del segundo enfoque propuesto, parecería extraño exponer un enfoque que puede ser fácilmente aplicado a países desarrollados mas muchas veces nos preguntamos cómo podríamos aplicarlo a nuestra realidad. Nuevamente el docente en el Perú se enfrenta a la disyuntiva de realizar una educación intercultural o bien una de enfoque CTS, pues bien, ambas como se ha expuesto anteriormente deben ir juntas. No solamente es necesario reconocer nuestra diversidad cultural sino que es imprescindible no negar el desarrollo en nuestro subdesarrollo.
En la sierra hay un desconocimiento sobre la amazonía y, en Lima, de manera análoga, también existe ese desconocimiento de los problemas, flora o fauna amazónica. Si bien, hay información turística sobre nuestras zonas verdes no se puede hablar de una proliferación de textos escolares didácticos, haciendo la salvedad de los trabajos del Dr. Pablo Macera y del Lic. Germán Martínez, para la sierra y la selva respectivamente.
Si estamos tratando de llevar a cabo una educación intercultural, se debe comenzar por desarrollar una “cultura política”, entendiendo polis, en el más amplio sentido del vocablo, como la preocupación que se debe asumir por el bien de la comunidad, es decir de esa “comunidad políticamente imaginada como inheremente limitada y soberana” como define Benedict Anderson a la nación. [6]
Una cultura política reforzaría el sentido identitario de todos los ciudadanos y su necesidad de participar en una sociedad democrática y globalizada donde la ciencia, la tecnología y la innovación son parte de nuestras vidas y de nuestra problemática como país subdesarrollado que actualmente enfrenta problemas de contaminación y depredación de su medio ambiente.
Parecería sumo excentricismo hablar de un enfoque CTS en las zonas más recónditas de nuestra sierra; resultaría más aceptable escuchar hablar solamente de una educación intercultural. Sin embargo, la capacidad que tienen muchos docentes de innovar como en el caso de la pintura, usando hojas de árboles que contengan tinte para que los niños puedan colorear sus dibujos, eso es hacer uso de la tecnología e innovación, frente a un reto el hombre es capaz de encontrar salidas para dar respuesta a sus problemas.
El enfoque CTS aislado de una educación intercultural, en nuestro país, no aportaría nada nuevo; sin embargo, CTS no es solamente un trabajo interdisciplinario sino transdisciplinario pues una educación CTS termina por desbordar la suma de estos tres términos ya aludidos. De tal manera, CTS es una nueva aproximación que pone de manifiesto las relaciones mutuas, aquellas coincidencias y aquellos choques que podemos apreciar actualmente entre la ciencia, la tecnología y una sociedad pluricultural.
Si bien se puede afirmar que estamos en una era de saberes compartimentalizados y aislados, se trata de realizar un trabajo que no termine desbordando a la disciplina misma, es decir, una labor transdisciplinaria, la cual tendría por finalidad la comprensión del mundo presente en su diversidad y con sus avances tecnocientíficos. La transdisciplinariedad contemplaría diferentes niveles de la realidad, diversas lógicas y sus respectivas complejidades.
REFLEXIONES FINALES
Resulta interesante preguntarnos para qué es importante la ciencia y la tecnología, si vivimos en un país que difícilmente se puede afirmar que se conoce sí mismo. Esta interrogante debe ser formulada tanto por parte de los alumnos como de los docentes. Se trata de no quedar a la orilla del avance y de los nuevos descubrimientos sino de aprovechar nuestra diversidad biológica, marina y nuestro capital humano para salir del subdesarrollo.
La importancia de la ciencia y la tecnología no debe ser considerada solamente desde un plano superior, se trata más bien de revalorar y difundir el conocimiento ancestral y tradicional que poseen nuestras diversas regiones. Esto último solo es posible a través de una educación intercultural en la cual niños y jóvenes refuercen su identidad nacional.
La propuesta CTS hace que la división entre letras y ciencias sea muy tenue para algunos y pase desapercibida para otros pues la finalidad es la formación de una ciudadanía que no puede escapar a los adelantos científicos y tecnológicos en un mundo globalizado. Y a pesar de ser considerados periferia, no debemos vivir al margen de los adelantos de esta sociedad cosmopolita, es más nuestro reto debe ser dar a conocer cómo mantenemos nuestra unidad y nuestro sentido de identidad a pesar de nuestra diversidad y cómo podemos ser parte del desarrollo viviendo en el subdesarrollo.
Yeni Castro Peña es Magíster en Estudios Latinoamericanos graduada en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. Estudió historia en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ejerce la docencia en historia del Perú e historia económica del Perú. Ha realizado una especialización en Educación Superior y enfoque Ciencia, Tecnología y Sociedad, y otra en Gestión y desarrollo de proyectos de investigación. Es investigadora nombrada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia y realiza diversos proyectos de investigación relacionados con la historia de la ciencia y la tecnología.
e-mail: castro.y@pucp.edu.pe
[1] Carlos V. Zambrano, “Diversidad cultural ampliada y educación para la diversidad”. En: Nueva Sociedad, Enero-febrero 2000, núm. 165, Caracas: Editorial Texto, pp. 151 -152.
[2] Mariano Martín Gordillo, “Educación CTS”. En: https: www.innova.uned.es/webpages/dipperu/contenidos.htm (última fecha consultada 15 de enero del 2006)
[3] Auxiliadora Sales y García, Rafaela. Programas de Educación Intercultural. Bilbao: Desclée De Brouwer, 1997, p. 47.
[4] Mariano Martín Gordillo y Carlos Osorio M. “Educar para participar en ciencia y tecnología. Un proyecto para la difusión de la cultura científica”. En: Revista Iberoamericana de Educación. N° 32 (2003), p. 165.
[5] Souza Dos Santos, La caída del Angelus Novus: Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Colombia: ILSA, p. 125.
[6] Benedict Andersen, Comunidades Imaginadas, México: F.C.E., p. 23.