El catedrático José Manuel Vez aboga por asentar los idiomas propios antes de igualarlos con el inglés
«Con el 33,33,33 desde Primaria se resentirían las tres lenguas»
Es el equilibrio matemático, pero «pura teoría» si se habla de lenguas. A diferencia de lo que ocurre en los países nórdicos, que adoptaron el inglés como lengua franca ya en la Segunda Guerra Mundial, en España no es una lengua ambiental, así que, aunque no se debe renunciar a dominarlo, su peso en la docencia no puede ser el mismo desde un principio que el de las «vinculares», las de nuestra realidad social, el gallego y el castellano. Esta es la opinión del catedrático de la Universidade de Santiago José Antonio Vez Jeremías, el director del observatorio Atrium Linguarum -especializado en enseñanza, aprendizaje y evaluación de lenguas-, que en medio de un debate por momentos casi pasional aporta una visión académica como experto en plurilingüismo.
Vez se muestra crítico tanto con el peso otorgado por la Xunta a cada lengua en su propuesta de decreto para la enseñanza como con la apuesta por dar voto a los padres de cada centro en su distribución. «Las políticas lingüísticas locales están muy condicionadas por el voto del ciudadano, y este es el caso», lamenta.
Justo lo contrario de lo que debería ser porque, subraya, la opinión sobre educación lingüística tiene que estar fundamentada científicamente, un punto de vista clave que no aportan las familias. «Además, darle ese protagonismo a los padres es restarle autoridad al profesorado, y eso luego no se resuelve con las tarimas. La Administración no puede hacer dejación de responsabilidades y trasladar a los padres y a los centros escolares el problema de la cohesión social a través de las lenguas», añade.
¿Pero cuál es entonces la mejor receta? Unos patrones comunes para todos los centros que eviten «el caos de la administración educativa» y una introducción progresiva de los idiomas foráneos. «No se puede plantear de repente en 1º de Primaria un 33, 33, 33, se resentirían las tres lenguas. La transferencia de unas a otras es vital para el individuo plurilingüe. Primero hay que asentar cognitiva y socialmente bien nuestras dos lenguas vinculares, el gallego y el castellano, y desde ellas transferir a una tercera y a una cuarta, dos vehiculares, como se recoge en la recomendación de la Comisión Europea», argumenta el experto el plurilingüismo.
Progresivamente
Esto en porcentajes podría traducirse, recomienda, en un 45%-45% en gallego y español en los dos primeros ciclos de Primaria, y un 10% de inglés, pasando a un 40,40,20 al final de Primaria; un 35,35, 30 en primer ciclo de la ESO, llegando al 33, 33, 33, lo que propone la Xunta desde los 6 años, solo en los últimos cursos de la educación obligatoria, a partir de los 15. «No hay ningún lugar en el mundo en que se comience así. Ni siquiera en Luxemburgo, que tomó la decisión de ser trilingüe», apunta.
La impartición de diversas materias en inglés u otra lengua extranjera es una práctica habitual en toda Europa, pero en la mayoría de los casos es una opción voluntaria para el alumnado, como sucede hasta ahora en Galicia a través de las llamadas secciones bilingües.
Y siempre, insiste, partiendo de un mayor peso de la lengua propia, incluso en las Escuelas Europeas (de eurofuncionarios) y en Luxemburgo, dos modelos que cree que podrían servir de orientación en Galicia.
En las euroescuelas se promueve un plurilingüismo «aditivo y sostenible», con alto nivel de competencia en al menos dos lenguas, respetando siempre la familiar del alumno y llegando a incluir 3 o 4 más. En el caso luxemburgués, el idioma propio domina hasta 1º de Primaria, se prosigue con una rápida transición a otro relacionado lingüísticamente, el alemán, y da paso, por medio de una transición gradual, al francés, no relacionado con ninguno de los otros dos.
EVALUAR LOS RESULTADOS
«Darle protagonismo a los padres es restarle autoridad al profesorado, y eso luego no se resuelve con las tarimas» Formación docente ad hoc
La falta de capacitación del profesorado para impartir materias en inglés es el punto de crítica a la propuesta de la Xunta en el que coinciden todas las partes, tanto las contrarias como las partidarias de la reforma. El propio Gobierno condiciona la aplicación de un tercio de la docencia en una lengua extranjera a la dotación de recursos humanos capaz de asumirla en cada centro, pero promete acciones especiales de formación del profesorado. Vez advierte que se debe seleccionar con sumo cuidado a los docentes y proporcionarles un modelo formativo ad hoc.
«Sería un grave error que los profesores que certifiquen con un título que saben inglés se pongan a dar, por ejemplo, Ciencia Sociales en esta lengua. Los certificados caducan, como los yogures, y con el tiempo la competencia, sobre todo oral, se pierde si no se usa habitualmente. Hay que pedir un aprueba de competencia de uso comunicativo explicando su materia, y para hacerlo bien hay que tener una formación específica», advierte.
Pero lo primero es garantizar el control real de la materia. Para el catedrático no vale reconvertir docentes de inglés en enseñantes de otra asignatura, tal y como sugieren algunos de ellos. «Solo mermaría la calidad educativa».
La elección de las materias impartidas en inglés es otro aspecto que ve clave. «Hay que ver cuáles son las más apropiadas en cada curso, ciclo y etapa. No es tan simple como elegir una determinada porque ese colegio dice contar con un docente que dice saber esa lengua», añade el experto, que pide además que se evalúe si el alumnado adquiere adecuadamente los contenidos de las asignaturas impartidas en inglés .
El Correo Gallego. 8.1.2010