La única lengua que no hablan bien los alumnos catalanes es el inglés
Ante el huracán surgido a partir del auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que insta a la Generalitat a implantar el castellano como lengua vehicular en la enseñanza catalana, Albert Branchadell, profesor de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona, mantiene un semblante serio y sosegado durante su encuentro con los lectores de El País.
Su primera respuesta refleja una mirada más profunda dentro de la polémica que rodea a la reforma. «No podemos olvidar que el sistema educativo es solo una pequeña parte de la socialización lingüística del alumno». Argumentos a favor y en contra de la modificación solicitada por los jueces rebotan en las preguntas de los lectores. La comparación con otros países (Francia, Suiza, Luxemburgo) suscita todo tipo de opiniones. «En general, los modelos citados no son exportables a España que tiene una realidad sociolingüística distinta», describe el profesor.
La convivencia de culturas alejadas en las aulas, supone para los centros educativos en ocasiones un problema a la hora de integrar a sus alumnos. «La idea de educar a los niños en su lengua materna es bonita sobre el papel pero inviable en la práctica. En las escuelas catalanas hay niños con más de 100 lenguas maternas distintas. ¿Cómo vamos a educar a cada uno en su lengua materna?», sostiene Branchadell.
Y llega la pregunta clave: ¿No cree que la inmersión lingüística es una aberración? Respuesta: «No lo es, pero al mismo tiempo hay que reconocer que habría otros sistemas alternativos para garantizar el bilingüismo terminal de los alumnos». Y añade un matiz que lo distingue de otras corrientes. «Todo este debate nos está haciendo perder de vista que la única lengua que no aprenden bien los alumnos catalanes no es el castellano ni el catalán, sino el inglés», defiende convencido.
Respecto a los efectos de la norma en cuanto a la pérdida del catalán en las calles, Branchadell afirma que «el catalán ha perdido peso relativo» en el conjunto de la población. «En estas circunstancias, para garantizar que Cataluña siga siendo una comunidad bilingüe el sistema educativo debe seguir favoreciendo el catalán, sin excluir al castellano», añade.
Tras una hora de entrevista digital, Albert Branchadell lamenta que la batalla entre lenguas tenga un impacto directo en la cultura literaria. «España debería reflexionar sobre por qué no ha sido capaz de sentir la lengua y cultura catalana como propias. Y en Cataluña también se debería hacer algo de autocrítica sobre la desafección mutua que parece haberse instalado en nuestros corazones».