La Biblia envenenada: África en la mirada de una escritora feminista y ecologista
Se cumplen 50 años del asesinato de Patrice Lumunba, líder de la independencia del Congo. Este aniversario, recordado por la prensa, puede ser una buena ocasión para releer o descubrir esa extraordinaria novela que es La Biblia envenenada (ed. en castellano en Verticales de bolsillo, ed. Norma, 2008). Si bien la figura política de Lumunba aparece en ella marginalmente, el retrato del Congo belga en su proceso de descolonización es realmente magistral. Esta obra mayor de la escritora estadounidense Barbara Kingsolver, está narrada desde cinco perspectivas diferentes: las de una mujer y sus cuatro hijas sometidas a un cabeza de familia tiránico, pastor evangelista obsesionado por cristianizar a las poblaciones nativas. La historia, que seduce y atrapa a lo largo de todas las páginas del libro, destaca por la combinación perfecta de la intriga, la prosa poética, el humor, un fino análisis psicológico, la ironía, la reflexión ético-política, la denuncia de la explotación colonial y la crítica al prejuicio etnocéntrico y a las raíces económicas y religiosas de la destrucción de la Naturaleza africana. En palabras de uno de sus personajes: “No teníamos otro objetivo que dominar a las demás criaturas que serpeaban sobre la tierra. Y así fue como aterrizamos en un lugar que creíamos aún a medio formar, donde sólo la oscuridad se movía sobre la superficie de las aguas”.
Habiendo vivido en África durante su infancia y siendo bióloga de formación, Barbara Kingsolver se encuentra en una posición inmejorable para hacer del ecosistema mucho más que un simple escenario. Describe su secreta y compleja belleza en pasajes como éste que elijo para terminar la entrada e invitaros a la (re)lectura: “Primero veo el bosque. Quiero que seas su conciencia, los ojos en los árboles. Los árboles son columnas de corteza resbaladiza y abigarrada, como animales musculosos que han crecido más allá de toda medida. Todo está lleno de vida: ranas delicadas y venenosas con pinturas de guerra, como esqueletos, agarradas en copulación, secretando sus preciosos huevos sobre hojas goteantes. Enredaderas que se estrangulan entre sí en la eterna lucha por la luz del sol. La respiración de los monos. Se desliza por una rama el vientre de una serpiente. Un ejército de hormigas en fila india desmenuza un árbol gigante en granos uniformes y los arrastra hacia la oscuridad donde habita su voraz reina. Y, en respuesta, un coro de plantas jóvenes asoma el cuello entre cepas podridas, sacando vida de la muerte. Este bosque se devora a sí mismo y vive para siempre”.
Sobre las circunstancias de la muerte de Patrice Lumunba, ver el artículo del periódico Público picando aquí
Fuente: Blog de Alicia Puleo