Considerar la tutoría como un área curricular con objetivos, contenidos y criterios de evaluación propios, incluyendo, por otro lado, las funciones específicas del tutor o de la tutora
Propuesta 15 del Libro blanco de educación intercultural. Documento en el que han colaborado más de cincuenta personas expertas, editado por FETE-UGT.
Entendemos la tutoría como un aspecto básico del proceso educativo y un derecho fundamental del alumnado. Lo definimos como un proceso de ayuda, sistemático y continuo, que tiene como finalidad acompañar y orientar los procesos de aprendizaje de los alumnos y alumnas en todos los ámbitos de su desarrollo humano, personal, académico y profesional. Y, por ello, la figura del tutor o tutora es un elemento nuclear dentro de la vida escolar. Entre sus funciones destaca la del seguimiento del proceso de enseñanza-aprendizaje y, por tanto, la coordinación de los agentes que inciden en el crecimiento del alumno dentro de la escuela y de éstos con los que intervienen, desde la realidad familiar y social.
Las tareas del tutor o tutora, por tanto, tienen como punto de mira acompañar el crecimiento del alumnado y, más en concreto, hacer el seguimiento del logro de las competencias curriculares establecidas.
Su intervención está dirigida al alumno o alumna directamente, a las familias o personas responsables de su educación, al conjunto del profesorado que incide en su desarrollo y, en su caso, a los agentes socioeducativos implicados en el proceso. Es importante considerar que todo profesor o profesora puede ser tutor o tutora en cualquier momento de su trayectoria profesional, y aunque cuente con la ayuda y asesoramiento del orientador u orientadora, habrá que asegurar que su formación y su preparación contengan los elementos necesarios para que pueda desempeñar sus tareas con autonomía, eficacia y en coordinación con el equipo docente.
Al igual que sucede con las materias curriculares, a la tutoría le corresponde asegurar una acción educativa no pegada rígidamente a las materias, sino ofrecer una formación para la vida y potenciar el desarrollo de competencias del alumnado en todos los órdenes: académicas, personales (autonomía personal, control de los sentimientos y emociones, la capacidad de respetar a los otros, etc.) y profesionales, de forma contextualizada, planificada, explicitada, sistemática y evaluable. Así, es importante trabajar desde la tutoría algunas competencias que están presentes en todas o muchas materias pero cuyo desarrollo es necesario asegurar de forma explícita, a través del trabajo realizado en la tutoría o de forma interdisciplinar.
Estas competencias son, entre otras:
• Aprender a aprender, como habilidad para iniciar el aprendizaje y persistir en él, organizar el tiempo y la información. Para la adquisición de esta competencia son fundamentales la motivación y la autoconfianza.
• Las relaciones interpersonales positivas necesarias para el aprendizaje y para la vida y, de manera especial, para aprender de forma eficaz a resolver conflictos.
• El espíritu emprendedor que está relacionado con la creatividad, la innovación, la asunción de riesgos, la habilidad para planificar y gestionar su proyecto personal, etc.
Sin embargo, siendo todo esto de suma importancia, la figura del tutor o tutora queda reducida en el actual planteamiento normativo al cumplimiento de las funciones que tiene con los alumnos y las alumnas, sus familias y profesorado, sin una referencia curricular sistemática y clara que sirva de guía y apoyo.
La tutoría es, pues, el espacio educativo por excelencia para el seguimiento del proceso académico y personal de cada alumno o alumna, para su crecimiento como persona en relación y para la coordinación de dicho proceso con el equipo docente de cada grupo y con las familias.
MEDIDAS DESEABLES PARA LLEVAR A CABO LA PROPUESTA
• Plantear la tutoría como un área que garantice que se trabajan las competencias señaladas más arriba, de forma explícita, y que realice su evaluación y seguimiento.
• Partir de las necesidades que el alumnado tiene a lo largo de la escolaridad y de las características propias de cada etapa y proponer la elaboración de unos objetivos, contenidos y criterios de evaluación de crecimiento personal encaminado al desarrollo de la propia identidad y de las relaciones, como ejes fundamentales en los que se va a apoyar a desarrollar a lo largo de la vida. Esto supone una sistematización que, a su vez, incluya las necesidades personales o grupales que vayan apareciendo.
• Plantear una formación sistemática y obligatoria de tutores que favorezca la adquisición de habilidades sociales y estrategias de coordinación con familias-profesores y profesoras-alumnos y alumnas, así como reforzar la visión del profesor o profesora como la persona adulta que ofrece al alumno o alumna claves y capacidad de escucha.
• Atribuir a esta tarea un complemento específico o la posibilidad de adjudicar horas lectivas suficientes para su impartición como área, así como para la atención personal del alumno o alumna, la coordinación con familias, con profesores y profesoras y con agentes sociales.
• Los contenidos del área estarían siempre inspirados en la adquisición de competencias y podría organizarse en cuatro bloques:
– Proyecto personal: contenidos referidos al crecimiento personal, a la toma de decisiones y a la elaboración del proyecto personal a lo largo de la vida.
– Relaciones grupales: incluyendo conceptos, procedimientos y actitudes relacionadas con el funcionamiento de los grupos humanos, el trabajo cooperativo y el análisis y la resolución de conflictos.
– Inclusión social: asociado a la clarificación de valores en torno al compromiso y a la justicia social en una sociedad plural.
– Trabajo intelectual: contenidos asociados a competencias que optimizan el rendimiento escolar en su conjunto, aplicación de técnicas de estudios y estrategias de metacognición.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ÁLVAREZ PÉREZ, L. (2000): La diversidad en la práctica educativa: modelos de orientación y tutoría. Madrid: CCS.
BLANCHARD, M. y MUZÁS RUBIO, M. D. (1999): Plan de Acción Tutorial en Educación Secundaria. Madrid: Narcea. BOZA, A. et al. (2001): Ser profesor, ser tutor. Orientación educativa para docentes. Huelva: Hergué.