Dar el paso desde las acciones compensatorias hacia la inclusión educativa
Propuesta 17 del Libro blanco de educación intercultural. Documento en el que han colaborado más de cincuenta personas expertas, editado por FETE-UGT.
La historia de la educación se puede decir que ha sido la historia de la inclusión (en sentido amplio) de nuevos grupos de ciudadanos y ciudadanas que accedían, por fin, a la educación en pie de igualdad y con los mismos derechos que el resto: primero los varones del pueblo, después las mujeres, el colectivo de personas con necesidades educativas especiales, las personas inmigrantes…
La Constitución (1978), primero, en los artículos 20, 23.1, 27 [1], 44, 49 y 103, y las leyes orgánicas educativas después, han ido vertebrando en estas últimas décadas un sistema educativo con capacidad para acoger a todos los ciudadanos y ciudadanas, aunque este proceso se ha ido dando paulatinamente. Ya en la Ley General de Educación (1970) se define la educación como un derecho para todos y todas, hasta llegar a la definición de la inclusión en la Ley Orgánica de Educación (2006). De la “educación para todos” hasta la “inclusión de todo el alumnado” se ha ido recorriendo un camino, donde se han encendido luces que han dado paso a un nuevo paradigma.
La LOGSE (1990), que tiene como objetivo la articulación del sistema educativo, desarrolló principios tales como la inclusión sin discriminación de todos los españoles o la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza.
La LOE (2006), por tanto, ha dado un paso más en la atención a la diversidad, planteando una escuela inclusiva, en la que todos los ciudadanos y ciudadanas puedan recibir una educación y una formación de calidad, sin que ese bien quede limitado a algunas personas o sectores sociales. Esto resulta acuciante en el momento actual: “La adecuada respuesta educativa a todos los alumnos se concibe a partir del principio de inclusión, entendiendo que únicamente de este modo se garantiza el desarrollo de todos, se favorece la equidad y se contribuye a una mayor cohesión social. La atención a la diversidad es una necesidad que abarca a todas las etapas educativas y a todos los alumnos. Es decir, se trata de contemplar la diversidad de las alumnas y alumnos como principio y no como medida que corresponde a las necesidades de unos pocos” (Título Preliminar, artículo 1).
Estos desarrollos legales han sido simultáneos en el tiempo con planteamientos teóricos, que se han traducido en experiencias educativas, tales como el análisis sistémico, la perspectiva constructivista y el modelo de mediación, el trabajo en equipo del profesorado o la necesidad de que los iguales aprendan a trabajar con estrategias cooperativas. Todo ello ha permitido llegar a dar forma al nuevo modelo interactivo de enseñanza-aprendizaje.
Los cambios vividos en estos años, tanto en los planteamientos como en las experiencias educativas, nos ofrecen pistas para construir un futuro educativo inclusivo e innovador. Pero todavía hay demasiadas reticencias, se sigue escuchando en nuestros centros: “Este alumno no es de aquí” o “¡Lo que nos faltaba: una niña gitana!”.
¿Qué es la escuela inclusiva?
La inclusión es un fenómeno social antes que educativo. Parte del principio ético de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos, por lo que la orientación inclusiva es un cambio de mirada que afecta a toda la educación, no sólo a la atención al alumnado con necesidades educativas especiales. Supone considerar la diversidad como una riqueza intrínseca a todos los seres humanos. Es un proceso, un movimiento inacabable hacia una meta.
Es una búsqueda sin fin de formas de responder a la diversidad, que supone la identificación y supresión de barreras que generan exclusión (no sólo físicas); se refiere a la presencia, participación y logro de todos los estudiantes que implica énfasis especial en el alumnado en riesgo de exclusión o bajo logro. Una escuela que nos llevara a decir con Robert Barth (1990), en A personal vision of a good school: “Yo preferiría que mis hijos estuvieran en una escuela en la que desearan las diferencias, en las que se les prestara atención y se celebraran como buenas noticias, como oportunidades de aprendizaje. La cuestión que preocupa a mucha gente es: ¿cuáles son los límites de la diversidad (en el ámbito escolar) a partir de los cuales una conducta es inaceptable?… Pero la pregunta que me gustaría que se planteara más a menudo es: ¿cómo podemos hacer un uso consciente y deliberado de las diferencias de clase social, género, edad, capacidad, raza e interés como recursos para el aprendizaje?… Las diferencias encierran grandes oportunidades de aprendizaje, constituyen un recurso gratuito, abundante y renovable”.
MEDIDAS DESEABLES PARA LLEVAR A CABO LA PROPUESTA
• Realizar un planteamiento claro, comprometido y definido a todos los niveles: sistema educativo, centro, aula…, de lo que supone una escuela inclusiva.
• Proveer de recursos (profesorado fundamentalmente) a los centros que apuesten por acoger incondicionalmente a los alumnos y alumnas, desde este planteamiento, estableciendo estrategias y medidas que aseguren su desarrollo por parte de toda la comunidad educativa.
• A nivel de centro se trata de promover:
– La elaboración de un proyecto educativo con objetivos inclusivos, claros y realistas, con una dirección transformacional y colegiada.
– La actuación comprometida y coordinada del equipo de profesores y profesoras, con una concepción diferente del currículo.
– Responsabilidad y participación del alumnado y la implicación de toda la comunidad educativa (familias) y apertura al entorno.
• Se debiera promover un observatorio de la inclusión que valore y analice propuestas, agrupamientos y todo tipo de medidas, y proponer acciones concretas que favorezcan la toma de decisiones. Dicho observatorio estará formado por una pluralidad de componentes (padres-madres, profesorado, alumnos y alumnas, personal del entorno) con funciones definidas.
• Acabar con los grupos en donde se “almacenan” los alumnos y alumnas con dificultades y tratar a “todas y todos los estudiantes… como superdotados, porque la inteligencia y los dones de cada chico y chica son extraídos de su interior y reforzados” (H. Levin).
• Asegurar organizativamente el trabajo en equipo del profesorado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AINSCOW, M. (2005): El próximo gran reto: la mejora de la escuela inclusiva, presentación de apertura del Congreso sobre Efectividad y Mejora Escolar. Barcelona.
BLANCHARD, M. (2010): “Análisis de los resultados de aprendizaje obtenidos al inicio y final de curso por el alumnado inmigrante en comparación con el alumnado autóctono”, Revista de Pedagogía Social, Revista Interuniversitaria, marzo.
BOOTH, T. y AINSCOW, M. (2005): Guía para la evaluación y mejora de la educación inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación en las escuelas. Vitoria: Departamento de Educación, edición bilingüe Euskera-Castellano, Universidades e Investigación, Gobierno vasco.
ESSOMBA, M. A. (2006): Liderar escuelas interculturales e inclusivas. Equipos directivos y profesorado ante la diversidad cultural y la inmigración, (6ª ed.). Barcelona: Graó.
[1] Artículo 27 anteriormente citado. Subraya la importancia que tiene este artículo para la educación.