Vetas de Ilustración. Reflexiones sobre Feminismo e Islam
Madrid: Cátedra, 2009
ISBN: 9788437625324
Este libro es una de las contribuciones más ambiciosas al estudio del feminismo en los últimos años. Se trata de un trabajo de discernimiento intelectual y de madurez reflexiva; un estudio, en definitiva, que compendia buena parte de las inquietudes de la profesora Celia Amorós en la búsqueda de las raíces del feminismo.
El título Vetas de Ilustración. Reflexiones sobre Feminismo e Islam recoge sólo una parte de lo que se trata en el libro. Es un estudio dividido en tres partes, que pasa de una abstracción general sobre el multiculturalismo contemporáneo hasta una revisión de los procesos de Ilustración en el Islam. La primera parte es una crítica al concepto posmoderno de multiculturalismo, a partir de un diálogo con Lévi-Strauss, autor sobre el que Celia Amorós elaboró su tesis doctoral.
En las primeras páginas destaca la crítica al multiculturalismo forjado a partir de la supuesta superioridad europea, consolidada a partir de la Revolución Francesa. La autora, como veremos, es una firme partidaria del concepto de multiculturalismo, tomado desde un prisma emancipatorio, es decir, que “no iguale por abajo”. Este aspecto le permite reclamar la Ilustración olvidada, la del feminismo. Así pues, a partir de Rousseau, según Amorós, se transita del “contrato social” al “contrato sexual”, para decirlo con palabras de C. Pateman.
De esta forma, de la virilidad política de Rousseau se pasa a la mujer guardiana de la tradición, tal y como la ve Hegel. Es la paulatina conversión de la mujer en esposa perfecta, “mujer doméstica” y “madre cívica” y guardiana de los valores burgueses enraizados en la civilización posrevolucionaria.
Todos estos paradigmas son asumidos de forma progresiva, de modo que en la mujer contemporánea se produce lo que Michèle le Deuff denomina una “sobrecarga de identidad” (p. 77).
Tomando el concepto de “interpelación cultural” de Fernando Quesada y la crítica al “otro” de Sophie Bessis, Celia Amorós reflexiona sobre las características de la sociedad europea en relación con la alteridad que supone el Islam. El tercer gran estímulo, ya patente en la primera parte, es la obra de la pensadora feminista Fadela Amara, considerada por Amorós la “líder” del feminismo fáctico, más allá de la ola mediática que la envuelve.
La segunda parte, titulada “Multiculturalismo, Ilustración y Feminismo” es la propuesta intelectual de Celia Amorós, una vez expuesta la urdimbre antropológico-filosófica del feminismo. En ella sobresale la idea de la “Ilustración multicultural” en la que destaca que la Ilustración europea no cumplió sus promesas universales y emancipatorias (p. 148), por lo que aboga por un feminismo nuevo, multicultural. Lo explica la autora con frases como la siguiente: “El feminismo es una radicalización de la Ilustración en tanto que proyecto normativo de la modernidad, no su impugnación” (p. 150). Así, el “multiculturalismo ilustrado” es una continuación y mejora de la Ilustración europea, corrigiendo su etnocentrismo a favor de otros procesos emancipatorios que habían quedado soterrados.
La idea más importante de este segundo capítulo, que da título al libro, es el de la necesidad de búsqueda de las “vetas de Ilustración”, entendidas como los procesos crítico-reflexivos que se han producido en las distintas civilizaciones (p. 154). La “veta” que le interesa explorar a la autora es la de la llamada ilustración árabe, y lo hace de la mano del reputado filósofo marroquí Mohammed Abed Al-Yabri, especialmente a través de su obra Crítica de la razón árabe.
La ilustración multicultural que propone Amorós “iguala por arriba” (p. 173), buscando la hermandad entre los procesos reflexivos. Todo eso, como se explica en el capítulo 6, supone indagar en los procesos de tradición de cada una de las culturas, comparando frecuentemente el universo femenino en el mundo protestante, en el católico y en el árabe-musulmán. En la órbita europea del cristianismo posrevolucionario, se produce -según la autora- el tránsito de la “mujer doméstica” a la “madre cívica” (p. 184). A partir de esta reconstrucción de la filiación de las heterodesignaciones patriarcales, la autora busca vincular este proceso de rastreo en la tradición árabe, buscando en ella las vetas de Ilustración, que permitan reconstruir una multiculturalidad ilustrada.
La búsqueda en las tradiciones no se realiza, tal y como pretenden los autores comunitaristas, a través de una valoración del caudal cultural en la percepción del yo, sino en la crítica de un concepto de Ilustración que no integra en sí el verdadero papel desempeñado por las mujeres en la formación y preservación de tal cultura. Sólo así puede reconstruirse el canon feminista ilustrado multicultural (p. 213).
Con estos mimbres, la autora traza en la tercera parte su propuesta sobre el estudio de las conjunciones de los “procesos de ilustración” y su hermandad con las diferentes Ilustraciones. Tomando de forma recurrente la obra de Al Yabri, Amorós plantea la necesidad de explorar la Ilustración andalusí, el “logos” frente al “mito” asumido en las tradiciones más acríticas (p. 245). A través de la figura de Averroes y de las corrientes de pensamiento que recogen sus ideas, se pueden encontrar estas vetas de Ilustración que permiten estudiar el Islam, incluso desde el feminismo multicultural (p. 257). El rastreo de dichas vetas nos permite conocer a personajes tan interesantes como Qasim Amin, denominado por la autora el “Stuart Mill egipcio”, llegando al “Islam des Lumières”, representado paradigmáticamente por el movimiento francés “ni putas ni sumisas”. La propuesta de Amorós se encamina hacia los ideales revolucionarios, en los que reina la fraternidad y el compañerismo entre hombres y mujeres, capaz de superar otras realidades de asociación humana de carácter opresivo, como el “sistema de los hermanos”, tan criticado por Fadela Amara.
Precisamente, el libro acaba con una alabanza de esta activista francesa de origen argelino, que “transita con fluidez desde un feminismo de urgencia forjado al calor de las necesidades inmediatas al filón de los valores ilustrados a los que va a nutrirse” (p. 303). Éste es el camino que propone Celia Amorós, vinculando teoría y praxis, a partir de una Ilustración multicultural, establecida con el desarrollo de diferentes “vetas”.
Las tres partes de este libro son un itinerario desde la reconstrucción intelectual del movimiento feminista hasta una propuesta de revisión de la Ilustración. Esta obra tiene los mejores rasgos que ha exhibido Celia Amorós a lo largo de su dilatada trayectoria intelectual: rigor conceptual, precisión, ambición y originalidad. Sorprende gratamente al lector el planteamiento esperanzado, propio de quien no ha dejado de insistir en la lucha por sus ideales.
Éste es un libro que podría parecer excesivamente sesgado a unos, pues las posturas del feminismo están expuestas aquí con cierta radicalidad. Debe decirse a favor de Amorós que está escrito con tanta pasión como razón, y que las intuiciones y anhelos tienen una traducción en argumentos plausibles. Esta obra mira a la vez al pasado y al futuro, “interpelando” -como gusta repetir a la autora- a ambos. También “interpela” al lector que, seguro, no quedará indiferente ante este libro tan interesante, sean cuales sean sus puntos de vista.
Reseña del libro: Rafael Ramis Barceló
Universidad Pompeu Fabra (Barcelona)