Reflexiones rápidas sobre educación indígena
Algunas reflexiones rápidas sobre educación indígena desde Mérida, Yucatán. Por adelantado pido perdón por atreverme a opinar, pues no soy especialista en educación indígena.
Creo que es importante situar la educación como parte esencial de un PROYECTO POLÍTICO de transformación de la sociedad. De ahí que ayudar a recuperar y normalizar cualquier cultura exige la implicación directa de la ciudadanía y, obviamente, del Gobierno y, en consecuencia de todos los Ministerios en los que está organizado. Los pueblos indígenas tienen además de problemas educativos, necesidades urgentísimas en todas las demás áreas: vivienda, economía, trabajo, salud, infraestructuras de comunicación, cultura …, y es a esos otros Ministerios a quien compete coordinarse para subsanar tales injustísimos déficits.
Cualquier niña y niño antes de entrar cada día en las aulas debe venir bien alimentado, haber descansado un número de horas suficiente y en una casa digna. Su madre y su padre deben tener un trabajo digno y del que puedan obtener los recursos económicos suficientes para vivir, en el pleno sentido de esta palabra. En sus viviendas tiene que haber espacio suficiente y recursos culturales: libros, periódicos, computadora, …
Niños y niñas deben sentirse queridos y aceptados por su familia y por el resto de la ciudadanía que habita en la comunidad.
Hay que asegurarse de que todas las personas pueden acceder fácilmente a la escuela, a través de carreteras, caminos y calles seguras.
Entre otras condiciones para asegurar una educación de calidad, en la escuela todas las niñas y niños deben sentirse bien aceptados, recibidos con ilusión; percibir que sus profesoras y profesores confían en él, creen en sus posibilidades y le animan constantemente ante la más mínima dificultad.
Las infraestructuras de su escuela tienen que ser muy digna: un buen edificio, bien construido, con espacios bien distribuidos, con una decoración agradable y mobiliario cómodo. Allí hay una biblioteca con libros de divulgación científica y cultural y rigurosos en la información que contienen; con cuentos y cómics de calidad, en buenas ediciones y , por tanto, muy atractivos y motivantes para las niñas y niños de esas comunidades indígenas. Existen, asimismo, laboratorios bien dotados, así como espacio suficiente para jugar y practicar deporte.
Apostar por la educación indígena exige, por supuesto, que el Ministerio de Educación considere esta educación como asunto prioritario y urgente, ya que es a quienes se encuentran en peores condiciones a quienes en justicia se deben destinar las partidas presupuestarias más importantes. Hay que asegurarse de que el mejor profesorado y en número suficiente es destinado a las escuelas de estas comunidades indígenas; tener constancia de que dominan a la perfección el idioma indígena de esa comunidad. Es un profesorado al que se le deben ofrecer toda clase de apoyos y de asesoramiento para que su práctica docente sea realmente educadora.
La comunidad indígena y, lógicamente, cada una de las familias del alumnado tiene que participar muy activamente, implicarse y comprometerse con el proyecto curricular que en su escuela se planifica, desarrolla y evalúa. Es así como convertiremos a la comunidad indígena en una sociedad verdaderamente educadora. El trabajo educativo no únicamente tiene lugar en la escuela y en las aulas, sino que además se continúa fuera del recinto escolar: en la familia, en las plazas, calles y caminos, en las tiendas, en los recintos culturales, en el centro de salud, … Es esta implicación de la comunidad la que generará las movilizaciones sociales y políticas oportunas y eficaces para convencer a las autoridades políticas, tanto locales como estatales, de que están al servicio del pueblo (no de los mercados o de otros grupos de presión, tanto legales como ilegales).
El Ministerio de Educación tiene que contemplar la Educación Indígena como parte esencial de una imprescindible y urgente política educativa inclusiva. Una educación que, junto con el trabajo que le corresponde al resto de los Ministerios que integran el Gobierno del Estado, debe contribuir a normalizar las culturas indígenas y no permitir la segregación y marginación que hasta el momento vienen sufriendo.
Una educación indígena nunca puede finalizar al remate de la Educación Primaria, la situación actual. Es imprescindible caer en la cuenta de que una verdadera educación inclusiva que atienda a los pueblos indígenas que conviven en Estados pluriétnicos y multilingüísticos, como México, tiene que reflejarse en los contenidos curriculares obligatorios para todo el alumnado de ese Estado, cualquiera que sea la etnia a la que pertenezca cada estudiante. Contenidos curriculares que tienen que continuar trabajándose en el resto de las etapas educativas del Sistema Educativo: Educación Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional, Institutos Tecnológicos y, obviamente, en las Universidades y, en consecuencia, de un modo muy intenso en las Facultades de Ciencias de la Educación.
Es preciso, no obstante, reconocer y aplaudir que en esta Reunión Internacional sobre Educación Indígena se están presentando algunas experiencias de enorme valía de maestras y maestros muy comprometidas con las comunidades indígenas, con las que se sienten política y afectivamente muy comprometidas.
Esta reflexión la hago porque no me gustaría que maestras y maestros que están dando todo lo que pueden por contribuir a normalizar a las comunidades indígenas, no acaben culpabilizándose a sí mismos de responsabilidades y tomas de decisiones urgentes e imprescindibles que le corresponden al Presidente del Gobierno y a cada uno de los distintos Ministerios que componen el Gobierno.
Pensar que son las maestras y maestros quienes tienen en su mano la salvación de una comunidad indígena es cargar un peso excesivo y pienso que imposible sobre sus hombros.
Toda mi solidaridad y apoyo a tantas maestros y maestros que en silencio y con toda su mejor voluntad y muchísimo esfuerzo están contribuyendo a repensar la función y posibilidades de la educación.
Fuente: El blog de Jurjo Torres