El mapa de los gitanos: una población que conecta España con Rusia
Por Daniel Iriarte
En algunas partes del mundo, ser gitano implica tal estigma que muchos prefieren esconderlo. Es el caso de Ahmed Mustafá y sus parientes, huidos de la guerra de Siria y que ahora sobreviven en un parque de Estambul. “No somos gitanos, somos turcomanos”, afirman. A su alrededor, otros se definen como “árabes”. En el sureste de Turquía, los hay que se autodenominan simplemente como “músicos ambulantes”.
Y no es el único país: en Francia son “gens de voyage”. En Italia, “población nómada”. En Bulgaria, muchos prefieren llamarse a sí mismos “turcos” antes que gitanos. En los lugares donde hay un mayor racismo, cualquier identidad parece preferible. Pero para los vecinos de los acampados de Estambul, el asunto está más que claro: son “çingeneler”, nos dicen, la palabra turca para referirse a los roma (gitanos).
En las últimas semanas, varios incidentes han vuelto a poner de manifiesto la difícil realidad a la que se enfrenta la minoría gitana en gran parte de Europa. Primero, la expulsión por las autoridades francesas de la menor Leonarda Dibrandi y su familia, originarios de Kosovo, por carecer de documentos legales, y la agresión que sufrieron posteriormente a su regreso a Mitrovica. Poco después, la aparición de una niña rubia y de ojos claros en el seno de una familia de gitanos griegos con la que, según las pruebas de ADN, no tenía relación de parentesco. El interés mediático despertado por el caso ha desatado a su vez varios sucesos similares en la propia Grecia, o en otros lugares como Irlanda.
El problema es que también están desenterrando los viejos estereotipos negativos sobre la comunidad gitana, como el supuesto robo de bebés, que por lo general acaban provocando nuevos incidentes. Por ejemplo, el pasado fin de semana, enardecido por estas noticias, un grupo de skinheads de la ciudad serbia de Novi Sad trató de secuestrar a un bebé de las manos de sus padres gitanos, alegando que “no era tan oscuro como ellos”.
Culpable hasta que se demuestre lo contrario
“Estos casos requieren una clarificación. Tenemos que ver las circunstancias individuales. Pero la discusión se focaliza en una cuestión de percepción, en el color de la piel, en que alguien cree que un bebé no tiene los rasgos de sus padres. Pero, ¿cómo manejar los casos en los que los padres roma son rubios y de ojos claros, y sus hijos no?”, denuncia Dezideriu Gergely, director ejecutivo del Centro Europeo de Derechos de los Roma, con base en Budapest.
“La respuesta estatal y las expectativas del público deberían basarse en hechos, no en percepciones. Pero cuando hay un roma implicado, vemos un enfoque de que se es culpable hasta que se demuestre lo contrario”, explica a El Confidencial.
Eso es, de hecho, lo que ocurrió en la ciudad turca de Iznik, en la provincia occidental de Edirne, el pasado septiembre: tras el apuñalamiento mortal de un hombre, presuntamente a manos de un miembro de la minoría roma, medio millar de vecinos atacó el barrio de esta comunidad con piedras y palos. Aunque la Policía los dispersó, al día siguiente una multitud de 2.000 personas regresó al lugar para seguir hostigando a sus habitantes.
“Una pelea entre dos personas se le atribuye a toda una comunidad”, se quejaba el subdirector de la Asociación Roma de Edirne, Bahattin Ulusoy. A los pocos días, el gobernador de la vecina provincia de Bursa hacía exactamente eso: en una petición parlamentaria, aseguró que los gitanos “se ganan la vida con el robo, el carterismo, el narcotráfico y los atracos”, y pidió “una solución para los problemas surgidos con la llegada de los roma al vecindario”.
El ascenso de la extrema derecha
Muchos observadores coinciden en que casos como el programa del Gobierno de Nicolas Sarkozy para expulsar de Francia a gitanos búlgaros y rumanos habría sido impensable en la Europa de hace una década, que tanto hincapié hacía en las cuestiones de derechos humanos. También preocupa el avance de la extrema derecha en países como Grecia o Hungría, donde el discurso antigitano cada vez pertenece menos al espectro marginal de la política.
En mayo, la televisión estatal griega ET3 informó de un incidente en la ciudad de Xanthi, donde los vecinos habían invitado a los neonazis de Amanecer Dorado a atacar los campamentos gitanos de la localidad. Los ultras asaltaron el poblado y prendieron fuego a las tiendas sin que la Policía moviese un dedo para detenerles.
“Vemos un desarrollo contradictorio en Europa. Por un lado hay mucho compromiso político, especialmente por parte de la Unión Europea, que está prestando mucha atención a la situación de los roma. La Comisión Europea ha pedido a los países miembros que hagan frente a este problema, y estamos viendo progresos en ese sentido”, asegura Gergely. “Por otra parte, vemos un gran deterioro de la situación. Las condiciones sociales y económicas no están mejorando, sino que más bien son cada vez más difíciles. Entre los roma hay grandes niveles de desempleo, y las condiciones de vivienda son muy malas, la mayoría viven en áreas segregadas”, explica.
La problemática de la comunidad gitana, por lo general, suele ser la misma en casi todas partes. Además de los aspectos mencionados por Gergely, tiende a existir una situación de racismo y discriminación, pero en algunos lugares se dan además circunstancias específicas. En países como Hungría, Grecia, Eslovaquía, Bulgaria o la República Checa, se produce una segregación educativa en la que los niños gitanos son llevados a escuelas o instalaciones específicas, en las que se les enseña un currículum reducido que posteriormente limitará sus perspectivas laborales. El pasado mayo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió una condena contra el estado griego por este motivo.
Esterilización forzosa bajo el comunismo
En los países de la ex Yugoslavia y Europa del Este abundan los casos de maltrato policial y violencia racista contra los gitanos, según explican organizaciones como la británica Minority Rights Group o Amnistía Internacional. En Rusia y Ucrania, la falta de documentación legal provoca numerosos problemas, como la imposibilidad de acceder a la salud pública y a otros servicios estatales. Y en la antigua Checoslovaquia llegaron a producirse casos de esterilización forzosa de mujeres gitanas, que en su mayoría no han recibido ninguna compensación por aquellas prácticas abusivas realizadas por las autoridades comunistas.
Tal vez uno de los casos más dramáticos sea el de los gitanos de Kosovo: tras la victoria de la OTAN y el Ejército de Liberación de Kosovo contra las tropas serbias en 1999, los victoriosos guerrilleros iniciaron inmediatamente su propia campaña de limpieza étnica, no sólo contra sus vecinos serbios, sino también contra miembros de las minorías roma y ashkali, 50.000 de los cuales se refugiaron en Serbia. La gran mayoría regresaron, pero en torno a un millar de ellos fueron alojados por la Misión de la ONU para Kosovo en campos de refugiados, situados accidentalmente en una zona contaminada por metales pesados. Cientos sufrieron severas intoxicaciones por plomo, y en torno a una treintena murieron. A pesar de ello, muchos continúan viviendo en dichos campamentos.
España, ejemplo de integración según los expertos
Por el contrario, España está considerada por la mayoría de los expertos como uno de los países donde mejor funcionan los programas de integración. Acoge a la segunda mayor comunidad gitana de Europa, y el país ha venido gastando una media de casi 36 millones de euros anuales en los últimos años. Tan sólo un 5% de los gitanos españoles vive en campamentos y chabolas, y en torno a la mitad de ellos son propietarios de una vivienda (aunque la Fundación Secretariado Gitano eleva el número de personas que residen en infraviviendas hasta el 12%). Algunas dificultades, sin embargo, persisten.
“A pesar de los grandes avances en la escolarización, existen todavía graves problemas como las altísimas tasas de abandono escolar en [enseñanza] secundaria obligatoria. Y aunque se aprecia un incremento en el número de alumnos y alumnas gitanos en secundaria post-obligatoria y la universidad, los porcentajes siguen siendo todavía muy inferiores a la media. Aún estamos lejos de conseguir una situación de normalización educativa del alumnado gitano en España. Como botón de muestra, baste señalar que, del conjunto del alumnado gitano que comienza la enseñanza secundaria obligatoria, sólo la finaliza el 20%”, dice la Fundación. Esta institución también señala el desempleo como uno de los principales desafíos de esta comunidad, indicando que los índices de paro entre los gitanos son “muy superiores al resto de la población”.
“En Europa abundan los programas exitosos”, asegura Gergely, quien también subraya el caso español. Otros, según él, incluyen el reclutamiento de roma en las fuerzas de seguridad en varios países del este de Europa, la formación de miembros de esta minoría como mediadores culturales, o las iniciativas de enseñanza en lengua romaní para los niños de esta etnia en diversos lugares centroeuropeos y orientales. “Pero no se habla mucho de estas cosas. El interés, por lo general, es mucho más alto hacia las historias negativas”, indica.