La secundaria llega a Tortuga
Duilio Barrios es profesor de inglés en San Bernardino, una comunidad rural de Nicaragua, y conoce las dificultades que pasan las familias para enviar a sus hijos a clases. A muchos los tiene que ir a buscar para que asistan y también ha de convencer a sus padres de la importancia de que sigan estudiando, a pesar de que está al tanto del perjuicio económico que les supone que sus hijos no les ayuden con el trabajo en el campo. “Es hacerles entender que se merecen una oportunidad que ellos no han tenido. También yo entiendo que sin el trabajo que los jóvenes realizan en el campo, para su familia llegar a final de mes les será más difícil”. Duilio decidió ser profesor voluntario porque veía a los chavales llegar a San Juan a buscar trabajo.» Nadie los contrataba porque no comprendían ni hablaban el Inglés. Me di cuenta de la necesidad de colaborar y apoyar las zonas rurales”.
En un país como Nicaragua, donde las vastas áreas rurales tienen muy pequeña o ninguna estructura, que los jóvenes puedan acceder a la educación de secundaria se convierte en un gigantesco reto. Estos núcleos poblacionales tienen una baja densidad, escasa infraestructura y la agricultura como principal actividad, además de un alto gasto de las familias asociado al transporte para llegar a las ciudades y los servicios.
A pesar de que el Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) impulsó desde 1979 una serie de grandes reformas educativas, entre ellas, la creación de una red de pequeñas escuelas de primaria en estas zonas, la situación actual muestra una grave escasez de centros e incluso de profesorado preparado para el grado medio. ¿Los motivos? La falta de recursos y de políticas de Estado. Para 2015, apenas se ha presupuestado el 2,4% del PIB en educación básica y media, cuando se considera que para resolver mínimamente los problemas que hay en la educación, se necesitaría una inversión de entre un 4 al 6% del PIB, según la UNESCO.
Por ello, organizaciones como la Asociación de Mujeres Gaspar García Laviana, dirigida por Lilliam Reyes, en el municipio de San Juan del Sur, han emprendido desde 2007 un proyecto para asistir a estos jóvenes en lo que se conoce como Escuelas Sabatinas, un tipo de educación homologada por el Gobierno en la que imparten el temario en comunidades ciertamente aisladas como San Bernardino o Tortuga, al sur del país, aprovechando las infraestructuras de las escuelas de primaria y con una brigada de profesores voluntarios que se ofrecen para sacar adelante esta empresa. En ella es maestro Duilio Barrios.
Tampoco ayudan los niveles de ingreso tardío asociado a la distancia hogar-escuela, la incursión al trabajo o factores como la emigración, la inseguridad en los caminos y la extendida maternidad juvenil, lo cual provoca un retraso en la educación rural. Lo confirma el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) en su informe La Educación Rural en Nicaragua: “Los mayores problemas de la educación rural son su escasa cobertura y su baja calidad derivada de la escasa inversión pública, falta de prioridad y de políticas diferenciadas con respecto a la urbana. En términos generales, la población escolar rural sufre las consecuencias de la falta de equidad del sistema educativo, que se expresa en la escasez de recursos, inadecuada infraestructura e insuficiente oferta”
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