“Sin educación, se pierde una generación”: duras lecciones para los refugiados de Sudán
A este rincón olvidado de Sudán del Sur —un país inmerso a su vez en la guerra, las violaciones de derechos humanos y una escalofriante catástrofe humanitaria— continúan llegando refugiados de una crisis de derechos humanos en gran medida ignorada que continúan afrontando enormes dificultades.
Los campos de refugiados de Yida y Adjoung Thok están en el extremo septentrional del estado de Unity (nombre cruelmente irónico para un estado que ha sufrido algunos de los peores combates de la guerra civil que afecta actualmente al país), muy cerca de la frontera que se trazó en los mapas cuando Sudán del Sur obtuvo la independencia de Sudán en julio de 2011.
Han llegado hasta aquí desde el vecino estado de Kordofán del Sur, en Sudán, donde se desarrolla una crisis olvidada de derechos humanos desde hace cuatro implacables años de conflicto armado y bajo el ataque militar masivo e indiscriminado de las fuerzas armadas sudanesas.
Son alrededor de 95.000 personas refugiadas, y siguen llegando más cada día. Imaginen la desesperación que hace que huir a un Sudán del Sur devastado por la guerra sea una opción más atractiva que soportar los bombardeos, el terror y el hambre en Kordofán del Sur.
En el estado de Unity, los refugiados están repartidos en dos campos: 70.000 en Yida, donde estamos hoy, y otros 25.000 en el campo vecino de Adjoung Thok. Esta es la tercera vez en tres años que estoy en Yida con un equipo de Amnistía Internacional. Ya siento el peso del conocimiento de las enormes dificultades que aquí se viven y la resolución de que debemos presionar con más fuerza por soluciones que garanticen que se respetan los derechos de una población increíblemente vulnerable.
Aquí los sobrevivientes de indecibles atrocidades sin fin luchan por normalizar sus vidas, tratando de cubrir sus necesidades básicas de comida, agua, alojamiento y vestido, y quizá de satisfacer incluso el anhelo de una educación muy difícil de recibir.
Desde su creación en 2011, la ubicación de Yida, a sólo unos 20 kilómetros de la frontera con un país donde continúa la guerra entre el ejército sudanés y las fuerzas de la oposición del Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés–Norte (SPLA-N), ha estado rodeada de polémica.
Estuvimos aquí en 2012 y se estaba animando a los refugiados a que se trasladaran a un nuevo campo, Nyel, que se temía iba a convertirse en una enlodada ciénaga durante la estación de lluvias. No funcionó. Estuvimos aquí en 2013 y el plan era trasladarse a la nueva ubicación de Adjoung Thok. Esta vez los refugiados temían estar más cerca de una zona de la frontera controlada por el ejército sudanés, mientras que la frontera próxima a Yida está patrullada por el SPLA-N.
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