Las escuelas no están preparadas para ningún niño, tenga o no una diversidad funcional»
Hace pocos días nos enterábamos de una noticia que nos dejaba asombrados: los padres de dos colegios pedían echar a niños con necesidades especiales. Decidieron poner en huelga a sus hijos, es decir que no asistieran a clases, porque según ellos, ambos niños también sufrían trastornos de comportamiento que derivaban en agresiones hacia sus compañeros.
Para conocer un poco más acerca de la inclusión de los niños con diversidad funcional, hemos entrevistado a Carme Fernández Oliva, directora de la Fundació Gerard, que trabaja para la promoción de las personas con diversidad funcional y de sus familias.
¿Están preparados todos los colegios para tener niños con necesidades especiales? ¿Qué necesita un colegio para poder atender a estos niños como se merecen?
En realidad, y salvo excepciones, las escuelas no están preparadas para ningún niño, tenga o no tenga una diversidad funcional. No se trata de hacer algo especial para ellos (me refiero para estos últimos, los mal llamados niños “especiales”), sino que los maestros estén preparados para enseñar a cualquier alumno, a todo el abanico de la diversidad. Darle a cada uno lo que necesita, esa es la cuestión, pero sin ser separados los unos de los otros.
De esa forma ningún alumno puede ser señalado por sus iguales como diferente, porque todos al fin y al cabo lo son. Es evidente que para llegar a este escenario se hace necesario modificar muchas cosas, empezando por la formación que reciben los docentes, y siguiendo por un filtrado o selección de “los mejores”, realizando una evaluación continua del contexto de escolar, y determinando unos estándares mínimos de calidad entre otras muchas cuestiones.
La inclusión es un concepto que incluye a todos los alumnos y no solo a unos pocos. Es el principio fundamental de la educación de calidad, así que si no existe inclusión no existe educación. Y ante todo es un derecho humano que hay que respetar y no obstaculizar. No es tan complicado, o por lo menos no tanto como muchos se empeñan en hacer creer, el enseñar a alumnos diversos. Disponemos de múltiples herramientas educativas para ello, cuya eficacia ya ha sido probada. Falta ante todo, actitud, voluntad y motivación para ello, empezando por arriba, por nuestros políticos y gobernantes y siguiendo por toda la estructura administrativa, las escuelas, y acabando por la sociedad en general. Y sobran demasiados intereses ocultos en mantener y perpetuar “lo especial”, demasiado querer vivir sin “mover el culo” y demasiados prejuicios y creencias erróneas sobre la diversidad.
¿Qué beneficios y perjuicios tiene un colegio normal y uno especial para los niños con diversidad funcional?
Como ya he dicho anteriormente, la educación, para ser educación de calidad, debe de llevar implícita la inclusión. Solamente en un contexto inclusivo puede desarrollarse el potencial humano en su integridad. La persona tiene derecho a aprender conocimientos, a aprender a hacer, pero también tiene derecho a aprender a vivir y a convivir con sus iguales, a ser respetuosa con los derechos humanos y a aprender valores y principios que nos hacen más dignos y que nos igualan en lo más esencial.
Los centros de educación especial no tienen cabida en el marco del reconocimiento de la educación inclusiva como un derecho humano, recogido en la Convención de la ONU de los derechos de las personas con discapacidad en el año 2007, tratado internacional ratificado por el Estado español en 2008 y de obligado cumplimiento. Los centros de educación especial son definidos por el Alto Comisionado de la ONU, grupo experto en educación, como un enfoque discriminatorio que debe substituirse y reconvertirse para aprovechar sus recursos y ponerse al servicio de toda la comunidad educativa.
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