Strike al racismo
Cada año, el 15 abril, todo el mundo del béisbol estadounidense se enfunda una camiseta con el dorsal 42. Da igual que uno sea de los Yankees o de los Mets; es el Día de Jackie Robinson, un jugador que cambió la historia de este deporte. Nacido el 31 de enero de 1919 en Georgia (antiguo Estado confederado), este segunda base, nieto de esclavos, se convirtió en el primer afroamericano en enrolarse en las filas de un equipo de las conocidas como Grandes Ligas (MLB), la principal competición del béisbol norteamericano, al fichar por los Brooklyn Dodgers y debutar con este equipo en 1947.
Robinson sufrió en sus carnes la segregación racial. Toda una generación pasó de “luchar por su país” en la Segunda Guerra Mundial a vivir un crudo retorno, en el que se encontraron el rechazo de parte de sus compatriotas. Jackie Robinson ascendió en 1943 a segundo teniente en el Ejército de Estados Unidos. Su paso por las fuerzas armadas dejó huella, pero no estuvo exento de dificultades. Un día, después de regresar del conflicto bélico, tuvo que pasar un chequeo médico. En su regreso tomó un autobús. Once años antes de la famosa negativa de Rosa Parks a trasladarse a la parte trasera del vehículo, donde debía sentarse la población negra, Robinson adoptó la misma decisión, que le llevó a ser juzgado por una corte militar. Fue absuelto.
Su mentor: Branch Rickey
Béisbol, pero también atletismo, baloncesto o fútbol americano. El dorsal 42 fue uno de los atletas más destacados de su promoción en la Universidad de California en Los Ángeles. Llegó a romper las marcas de su hermano Mack Robinson en algunas disciplinas. Éste ganó la medalla de plata en los 200 metros en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, organizados por la Alemania nazi.
En 1945, este portento atlético ingresa en la conocida como Liga de Béisbol Negro, activa hasta los años 60, en la que los equipos estaban conformados mayoritariamente por afroamericanos y, en menor medida, por latinoamericanos. Aunque estaba separada de las Ligas Mayores, las formaciones de ambas competiciones disputaban partidos entre ellas. Robinson jugó en las filas de los Monarcas de Kansas City. Su carrera se hubiera restringido a esta escuadra de no ser por el manager de los Brooklyn Dodgers, Branch Rickey, que se enfrentó al establishment que reinaba en el béisbol estadounidense al hacerle un contrato a un jugador negro que tenía 28 años.
El propio Rickey derribó otra barrera al contratar al primer jugador latinoamericano que entró en el Salón de la Fama, Roberto Clemente. El empresario deportivo sabía que Robinson era nieto de esclavos, que había conocido la hostilidad racial junto a sus cuatro hermanos, pero también era consciente de las grandes habilidades de un pelotero que consiguió ser el rookie del año y que dos años después fue nombrado el jugador más valioso de la liga.
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