«La Escuelita»: un modelo educativo sin pupitres, ni notas, ni amonestaciones
«No aceptemos lo establecido sin preguntarnos antes por qué es así. No es cuestión de memorizar información, sino de pensar libremente», indica Juan Manuel Abre a sus 17 alumnos de quinto año con la Constitución abierta en el artículo 19. Los estudiantes lo miran sentados en ronda en un aula sin pupitres.
En la escuela pública de gestión estatal Instituto Roberto Themis Speroni, de La Plata, tampoco hay guardapolvos blancos, ni notas, ni amonestaciones, ni cuadros de honor, ni personal de limpieza o de administración. Sólo hay alumnos y docentes, libros e instrumentos musicales.
«La Escuelita«, como se la conoce, es el primer colegio que forma parte de un modelo educativo experimental que nació en 1958 gracias al trabajo de tres artistas que advirtieron algunas falencias en la educación formal. Con el tiempo, el modelo se expandió de boca en boca hasta materializarse en 33 escuelas en todo el país y una en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Uno de los pilares de estos colegios es trabajar a pequeña escala: no hay más de 25 chicos por curso. «Esto permite que se desarrolle un vínculo real y humano. La sensación de que formamos parte de una comunidad más que de una escuela», explica el director del instituto, Miguel Ituarte. Él, a pesar de su cargo, señala que su palabra no pesa más que la de los demás docentes. «Las decisiones en la escuela se toman en asamblea y se trabaja en equipo», dice. De hecho, los nuevos docentes ingresan a partir de la elección de los demás y no del tradicional concurso. Aquí, la mayoría de los maestros son ex alumnos del colegio.
Allá por 1958, Dorothy Ling, Nelly Pearson y Marta Bournichon abrieron lo que primero sería un taller. Luego, mutaría en un colegio privado y, finalmente, en 1984, se convertiría en una escuela pública por pedido del Ministerio de Educación de la Nación.
«Con el tiempo, grupos de padres de lugares muy lejanos escucharon hablar sobre la escuela y nos contactaron para replicar el modelo en sus comunidades. El Ministerio de Educación habilitó entonces al Instituto Speroni a suscribir convenios de doble pertenencia con otros establecimientos para que los alumnos pudiesen obtener los títulos mientras las nuevas escuelas obtenían su propio marco legal», expone el ex director del instituto, Juan Carlos Videla.
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