La mitad de los menores refugiados están fuera del sistema educativo
“El niño está solo la mayor parte del tiempo. Esto afecta a su crianza, sin una educación apropiada, ni cuidados higiénicos. El resultado es un niño perdido que se vuelve agresivo, que discute mucho y que tiende a ser grosero”. Así describe un profesor del programa de educación Infantil de Save the Children en Líbano la situación desoladora de los menores en los campos de refugiados. Según los datos de la ONG, estos menores tienen una probabilidad cinco veces menor de asistir al colegio que el resto de niños: el 50% que debería estar en educación primaria y el 75% de secundaria se encuentran completamente fuera del sistema educativo. En resumen: una generación entera en peligro.
Es el caso, por ejemplo de Rowan, que no recuerda la última vez que fue al colegio: “Mi familia y yo huimos de Siria al comienzo de la guerra, hace cuatro años. Puede que entonces fuera la última vez que fui a clase, estaba en segundo grado, pero no recuerdo el día exacto. Durante los últimos cuatro años y hasta hace unos meses hemos vivido en Turquía, pero mi familia no tenía dinero para enviarme al colegio allí. Siento que me he perdido muchas cosas. Mi mamá y mi papá me decían que era muy lista y me hacían regalos por mis notas. Ojalá pueda volver al colegio algún día. Cada mañana cuando me despierto lloro cuando me doy cuenta de que sigo aquí, me siento como un animal enjaulado”, explica esta niña.
Actualmente, según Save the Children, una persona desplazada vive como refugiada una media de 17 años, es decir, toda la infancia. Y más de la mitad de los 60 millones de personas desplazadas que existen en el mundo son menores de 18 años, la mayoría de ellos sin acceso a la educación. “Es un escándalo que a los niños se les niegue la oportunidad de tener una vida mejor por estar fuera del sistema educativo. Sin una educación, se enfrentan a un futuro muy complicado. Además, son más propensos a emprender peligrosos viajes a Europa y a otras partes del mundo, y también tienen más probabilidades de contraer matrimonios forzosos, de ser explotados, de ser víctimas de trata y de ser obligados a trabajar”, denuncia el director general de Save the Children, Andrés Conde.