Mujeres líderes indígenas
Hace poco tuve el privilegio de convivir por varios días con un grupo de mujeres indígenas excepcionales. Todas ellas se dedican a trabajar por sus comunidades y su gente en diversos campos. Tienen historias similares, han sido víctimas de discriminación por ser indígenas, por ser mujeres y por ser pobres, y muchas de ellas han sufrido distintos tipos de violencia. Todas recorrieron un largo camino, superando toda clase de obstáculos para poder estudiar y después dedicarse a apoyar a la gente de su pueblo.
Eran mujeres provenientes de diversos estados de la República y de otros países de América Latina, reunidas en el VII Diplomado para Fortalecer el Liderazgo de Mujeres Indígenas, organizado por el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la UNAM.
Conocí a Verónica, mujer rapanui de la Isla de Pascua, que vino desde allá, acompañada por los espíritus de sus ancestros, buscando información para poder proteger la propiedad intelectual de las creaciones artísticas de su pueblo. A Ana Laura, triqui de Oaxaca que trabaja con niños indígenas migrantes en la Ciudad de México, y a Carolina, mazahua del Estado de México que con mucho esfuerzo salió de su comunidad para estudiar y ahora es consejera indígena de la comisión de derechos humanos de su estado. Conocí también a mujeres de Guatemala y de El Salvador, que vivieron la violencia de la guerra cuando eran niñas y ahora luchan por mejorar las condiciones de vida en sus comunidades. Y así como ellas, a muchas otras.
En total, eran 36 las alumnas del diplomado, que llegaron cada una con una propuesta específica para incidir en sus comunidades. Algunas con propuestas para rescatar y fortalecer su idioma materno, otras con proyectos para enseñar a las mujeres indígenas sus derechos, o para apoyar a las que son víctimas de violencia. Unas más, con ideas para mejorar los servicios de salud de su pueblo, o para luchar contra el uso excesivo de agroquímicos, o para trabajar con adultos mayores, o con jóvenes, entre otras cosas.
Las principales maestras, fueron tres grandes luchadoras: Mirna Cunningham, miskita de Nicaragua, Otilia Lux de Cotí, maya k´iché de Guatemala y Nina Pacari, kichwa de Ecuador.
Cunningham fue la primera mujer miskita que estudió medicina, trabajó como funcionaria del ministerio de salud de Nicaragua en diversos cargos, fue gobernadora de su región, y fundadora y rectora de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense. Otilia Lux formó parte de la Comisión del Esclarecimiento Histórico sobre la violación de los Derechos Humanos y hechos de violencia en Guatemala, fue ministra de Cultura y Deportes de su país y representante ante el Consejo Ejecutivo de la UNESCO. La abogada Nina Pacari participó en la elaboración de la Constitución de 1997 de Ecuador, fue congresista, ministra del Exterior y jueza de la Corte Constitucional de su país.
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