5 mitos sobre la inmigración europea
Para todos aquellos que siguieron la campaña sobre el referéndum del 23 de junio, es un hecho innegable que la inmigración fue uno de los ejes de debate y a la postre, principales baluartes en los que se apoyaron los brexiters para dirimirse como vencedores. La estrategia que siguieron ambas partes fue distinta: mientras que aquellos que abogaban por la permanencia se decantaron por aportar cifras, estudios y análisis que incidían en los beneficios de la llegada de comunitarios, los partidarios de la desconexión optaron por un discurso más emotivo que mezclaron con una serie de pronósticos poco creíbles. Una guerra desigual, porque cada vez queda más claro que gran parte del electorado obedece más al corazón que a la cabeza.
Conscientes de la sensibilidad en torno a esta cuestión y de las inquietudes que genera este tema, hoy analizamos algunos tópicos que se han extendido en relación a la llegada de ciudadanos comunitarios y los efectos de estos:
- Hay demasiados inmigrantes europeos y sólo abandonando la Unión Europea se puede controlar su llegada
Primero, hay que analizar los datos con perspectiva. A pesar de las oleadas de inmigración de países como Jamaica, India o Pakistán (siempre coincidiendo con conflictos bélicos o depresiones económicas), el Reino Unido ha sido, tradicionalmente, un país de emigrantes con un saldo negativo. El proceso se revirtió a mediados de los 90, y se aceleró cuando se levantaron las restricciones a la libre circulación de personas, en especial en relación a los países de Europa del este.
Es cierto que en los últimos años la cifras facilitadas por entidades como la Oficina Nacional de Estadística (ONS, en sus siglas en inglés) muestran saldos migratorios claramente positivos, con cantidades que suelen triplicar el tope de 100.000 personas estipuladas, no se sabe muy bien con qué criterio, por altos cargos del Partido Conservador. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos factores: por un lado, la economía del Reino Unido ha mostrado una gran capacidad de resiliencia y mostró evidentes signos de recuperación mucho antes que otros países de su entorno en la gestión de la crisis que siguió a la explosión de la burbuja crediticia. Eso supuso que muchos europeos consideraran al país británico como un buen destino temporal para trabajar, hecho que ha provocado que la inmigración haya sido más elevada en el último quinquenio.
Por otro lado, y pese a que la cifra fluctúa, normalmente algo menos de la mitad de recién llegados lo son de países del bloque comunitario. El argumento de que “saliendo de Europa se podrá recuperar el control de la inmigración” es poco más que trivial, ya que si por el momento el Reino Unido no dispone de los medios con los que bloquear la llegada de inmigrantes comunitarios, sí que los ha tenido durante décadas para detener la inmigración de ciudadanos de otros países, y a la vista de los resultados esto no garantiza que se pueda reducir o eliminar completamente la llegada de foráneos.
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