¿Se puede fabricar y organizar el odio desde un despacho?
Que cada uno la reflexione, si le apetece, y saque sus conclusiones. Yo lo tengo muy claro: sí rotundo, y así vemos en la clase política y económica cómo fabrican el odio, lo diseñan, lo planifican y lo organizan para que los ciudadanos lo ejecutemos y nos enfrentemos los unos a los otros. Lo convierten en un enemigo, en tu enemigo, descargando toda la maldad del mundo, ampliando sus errores y sus conductas inadecuadas y no éticas, ocultando sus actitudes positivas y sus argumentos.
El odio interesa al poder, se siente bien cuando la sociedad se divide y se parcela en bandos que se enfrentan entre sí y ese poder lo utiliza para cercenar el estado de derecho, la justicia social y libertad. Todo ello con el aplauso encendido y arengando a los respectivos bandos para vencer, derrotar, humillar y celebrar… celebrar ¿el qué?
Todos perdemos, absolutamente todos. Luchamos entre nosotros, mientras los poderosos desde sus despachos se ponen de acuerdo, tapan sus corrupciones y sus crueldades y vuelven a sacar beneficios, y nos utilizan como moneda de cambio. Os imagináis qué pasaría sí los soldados salieran de sus trincheras y arrojaran sus armas y se abrazaran, el poder temblaría. Muchos gobernantes han provocado una situación de violencia o una guerra para mantenerse en el poder y ocultar corrupciones y crueldades y distraer a la opinión pública y poder subir en la popularidad. Bill Clinton cuando bajaba de popularidad bombardeaba Iraq, al día siguiente su popularidad había subido, a costa de algunos muertos iraquíes. ¡Tremendo!
Tengo en mi corazón la mirada de refugiados y refugiadas que te dicen que no entienden por qué llegó un día gente armada y masacraron a su pueblo, si ellos nunca habían hecho daño a nadie y sólo querían vivir, por qué esa gente los odiaba hasta tal punto de violar, torturar y asesinar. ¿Por qué?, no saben que ese odio ha sido fabricado y organizado en algún despacho de la capital de Arabia Saudí, Rial, o desde Washington, o desde Bruselas o desde Moscú o Tel Aviv. Recuerdo la guerra en Los Balcanes cuando llevamos ayuda humanitaria y nos comentaban la crueldad y el genocidio, sobretodo de los chenis serbios.
Muchas familias estaban interrelacionadas de personas de distintas regiones, por ejemplo, padre serbio y madre croata, pero desde algún despacho se fabricó el odio y la venganza: alguien disparó a un manifestante croata, se acusó a los serbios, y a los pocos días se desencadenó la venganza y asesinaron a serbios que nada tenían que ver y los serbios respondieron con más asesinatos.
Un disparo comenzó una guerra de matarse los unos a los otros. Estaban realizando lo planificado. ¿Qué hubiera pasado si la respuesta hubiera sido otra? Los poderosos de este mundo no quieren la paz, quieren que los pobres se peleen entre ellos, que los trabajadores se enfrenten entre sí, que la gente sencilla grite “a por ellos” o “aquí os esperamos”. Un pensamiento que me da miedo y es que los bandos enfrentados en Cataluña necesitan un muerto en sus filas para justificar posteriormente lo injustificable, lo dicho un miedo. Un muerto que si no se consigue, hay que provocarlo.
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