La docencia, ¿una vocación?
La docencia es una opción cada vez más valorada por los jóvenes a la hora de proyectar su futuro: la matrícula en los institutos de formación docente creció un 29% desde el año 2008, según datos del ministerio de Educación nacional. En 2012, 384.980 estudiantes cursaban los profesorados de nivel inicial, primario y secundario en los 1317 institutos de formación docente de todo el país. En 2008, la cifra era de 298.435 alumnos en las carreras docentes. El dato invita a reabrir un viejo debate: ¿es una vocación la docencia? ¿qué implica esta idea de «vocación»?
La palabra tiene un origen religioso: en latín, vocare significa «llamar«. En su acepción original, la vocación es un llamado de Dios. Hay profesiones que son más «vocacionales» que otras; la docencia es una de ellas. Sin embargo, pensar la tarea docente como vocación puede encerrar algunas trampas.
«Es un concepto que se asocia con el de altruismo. La idea de que la docencia es un `apostolado’ es de origen religioso, y supone pensar la tarea docente como una entrega desinteresada», advierte Graciela Morgade, doctora en Educación de la UBA. Al pensar la docencia como una ocupación altruista, pueden entenderse algunos de los problemas que históricamente han tenido que enfrentar los educadores, como las horas extra, las jornadas laborales no pagas o los bajos salarios. ¿Cuánto de la tarea docente depende de la buena voluntad, la «entrega forzosa» que se espera de los profesores? ¿Cuántas veces la única retribución al trabajo extra es la «satisfacción» de haberlo hecho «por los chicos»?
Morgade señala que la idea de vocación gravitó con fuerza en los comienzos de la escuela y fue determinante para que la mayoría de las docentes fueran mujeres. «Se pensaba que eran mejores educadoras. En primer lugar, porque ellas crían a los hijos. También porque se les podía pagar menos. Y en tercer lugar, porque la docencia era concebida como una tarea de mera transmisión del conocimiento; se creía que la escuela sólo `reproducía’ el saber».
Mucha agua corrió bajo el puente desde aquellos tiempos. Y hoy se escuchan con más fuerza las voces que abogan por la profesionalización. ¿Hablar de «profesión» requiere desterrar el concepto de «vocación»? No necesariamente. Como escribe el sociólogo Emilio Tenti Fanfani: «La docencia debería convertirse hacia una actividad profesional altamente calificada y al mismo tiempo vocacional. Pero con la vocación entendida básicamente como compromiso moral con el bienestar y la felicidad de las nuevas generaciones».
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