“El racismo institucional y el social son el brazo del colonialismo actual”
Daniela Ortiz de Zevallos (1985) es una artista peruana residente en Barcelona, con un largo recorrido por el mundo del arte. Es conocida por el marcado acento político de sus proyectos, en los que expone una serie de denuncias en torno al racismo enraizados en la cultura europea blanca y aporta su conocimiento como persona migrante y racializada proveniente del sur global. Eventos como la celebración del 12 de Octubre, el Brexit y el aumento de discursos antiinmigración, especialmente en EEUU y Europa, hacen necesario y urgente una respuesta desde las personas que de forma cotidiana combaten sus raíces y consecuencias. Daniela Ortiz ha contribuido sin duda a esta proliferación de espacios y narrativas creados por y para personas migrantes y racializadas.
El pasado 4 de Octubre inauguraste la exposición “Blanca Europa” en Valencia, una recopilación de los trabajos en torno a los sistemas y leyes de migración existentes y su extensión en temas de racismo y colonialismo ¿cómo puede ser decolonial el arte?
Me cuesta autodenominarme como decolonial, más bien yo hablo de anticolonial y de antirracismo, no porque no lo reivindique sino porque considero que me queda mucho trabajo por hacer, a diferencia de otras compañeras como Yuderquis Espinosa en Latinoamérica o Gladys Tzul Tzul en Centroamérica. Aparte de la cuestión del término esta es una pregunta que me hago bastante, ya que a la hora de exponer arte, me planteo que las instituciones artísticas europeas son un pilar más de la maquinaria racista colonial, que mediante esa cultura, figuran que ellos son superiores. Lo que pasa en los museos es que operan con un sistema mediante el cual cualquier cosa que tú introduzcas lo asesina, y en el contexto europeo y sus instituciones artísticas de cubos blancos, desactivan cualquier tipo de contenido, porque ya entras leyendo “arte”, “ficción”, etc, y por otro lado, lo sacraliza, porque la lógica que tiene precisamente el sistema artístico europeo es “eso que está por encima de toda la población” al que solo un pequeño grupo tiene acceso. Entonces por más que tú insistas en utilizar lenguajes más directos, ese acercamiento ya está viciado y lo que te puede pasar es que te censuren o algo parecido, pero al final será un escándalo de dos días y se acabó. Por ello a mis exposiciones no les doy mucha importancia, y no es que no lo quiera hacer -ya que es mi trabajo, de donde yo saco dinero- pero me llama más la atención que tengan un alcance más cercano, como me pasó con el “ABC of Racist Europe”, que llegó a estar en TeleSur y en Afropunk y no necesité una institución artística para llegar a eso, porque precisamente lo que hacen éstas es evitar que puedas llegar a esos públicos con los que quieres entablar relación. Por eso marco la diferencia entre lo que es hacer arte y hacer exposiciones en museos.
Eso por el lado de las instituciones, después a nivel de lenguaje, he empezado a variarlo, en algunos de mis trabajos de hace tres o cuatro años utilizo un lenguaje muy “blanco”, muy europeo y con una estética conceptual. De hecho, esa fue una crítica que me hizo Marissa Lobo, una compañera artista afrobrasileña que vive en Viena, que me comentó que le gustaba el contenido de mis trabajos pero que utilizaba una estética típica del mundo del arte más rancio y blanco. A raíz de eso empecé a repensar esas estéticas y de ahí surgen cosas como el librito “ABC de la Europa Racista” en donde trato de utilizar unos lenguajes más “cálidos”. De todas formas, a mí también me da miedo caer en esto de que nosotras, como sujetos racializadas provenientes del Sur global, no podemos utilizar esos lenguajes del arte contemporáneo blanco europeo, creo que están bien si los utilizamos de manera consciente y estratégica y no como algo impuesto.
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