¿Deben transformarse los patios de los colegios para ser más inclusivos y participativos?
El debate está en el patio. En las aulas y en la comunidad educativa. Puede que haya llegado el momento de plantearse una nueva fisonomía para el espacio de recreo, alejada de la habitual en la que los protagonistas son el cemento y las porterías. En la que abundan los metros cuadrados dedicados a la práctica del fútbol y escasean los que motivan cualquier otra actividad.
Se abren ahora nuevas alternativas tendentes a hacer del patio un lugar más inclusivo, participativo, acogedor, con opciones de ocio (y educativas) para todos y todas. Algunas de estas ideas se pusieron sobre la mesa en el I Congreso Internacional de Innovación Educativa, celebrado en Zaragoza los pasados 22 y 23 de septiembre y organizado por el Gobierno de Aragón.
Ángel Navarro Vicente, del CEIP María Moliner School de Zaragoza, disertó sobre “El patio de recreo como un espacio educativo: dinamización y oportunidades desde la innovación educativa”. Navarro es el coordinador del proyecto Deporte: Diversión y Disfrute que, en 2015, recibió el I Premio Escuela y Deporte del Gobierno de Aragón. En su exposición razonó la existencia de un “desigual acceso y utilización del patio en función del género y un desequilibrio entre la oferta de espacios y actividades”.
Destacó el estudio sobre Comportamiento Motor en el Patio de Recreo (publicado en la Revista Internacional de Ciencias del Deporte) en el que se dice que, en el patio, “cada niño dispone de 2,5 veces más espacio que cada niña”. Mención expresa hizo a la necesidad de superar la concepción del patio, únicamente, “como espacio para el recreo y mirarlo como otro espacio para el aprendizaje en el que impulsar una educación vivencial e inclusiva, como un recurso más disponible en el centro” (Pons, 2017).
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