Un proyecto de inclusión a través del deporte logra que 13 chicos del Raval tengan carrera universitaria
El centro de apoyo socioeducativo Braval, del barrio barcelonés del Raval, celebra 20 años de trabajo por la inclusión socioeducativa de chicos en riesgo de exclusión. En este tiempo, a través de involucrarles en equipos de fútbol y baloncesto, ha logrado que 13 de ellos hayan acabado la carrera universitaria y se haya logrado entre los participantes un cero por ciento de absentismo escolar.
Además, según se refleja el libro que acaba de editar el presidente de Braval, el pedagogo Josep Masabeu, la iniciativa ha logrado un éxito escolar al 80% en la ESO. Un total de 96 han hecho Bachillerato, 142 ciclos formativos y otros 10 están realizando estudios universitarios en la actualidad.
Por Braval han pasado más de 1.240 participantes en estos programas, procedentes de 30 países (que hablan 10 lenguas y profesan 9 religiones). Con ellos trabajan más de 160 voluntarios que dedican unas 15.000 horas al año a favor de su inclusión social.
«El barrio del Raval es el más céntrico y deficitario de Barcelona, donde viven más de 49.000 personas en 1,1 kilómetro cuadrado, de las que el 49,9% son extranjeras. Su densidad triplica la media barcelonesa (15.000 habitantes por kilómetro)», subraya Masabeu.
Su impulsor asegura que si no fuera por la red social que hay en el barrio habría habido conflictos tan graves como los de las periferias de París. Así, subraya que hay 30 entidades trabajando en el barrio «como una red social que procura hospitalidad y cohesión y evita la aparición de brotes de violencia». «En París la situación explotó. Aquí no porque hay mucha gente que ayuda», subraya.
Y muchos de esos luchadores son inmigrantes, pues los oriundos del barrio, los «de toda la vida», tienen una visión más «conformista» y «depresiva» de la vida, porque «mamaron» en su casa «fracaso», mientras que los extranjeros «lo que han mamado es luchar».
Alternativas a la calle
«Se trata de dar alternativas a los chavales para que no estén en la calle, y no pueden estar en sus casas porque las condiciones de los edificios son un poco cutres», explica el pedagogo. Pero son alternativas estudiadas e importadas de proyectos de éxito con menores inmigrantes que han funcionado en Estados Unidos e Inglaterra, y que cuentan con unas características: «Mezclar a los menores en las actividades para romper estereotipos»; involucrarles en dar algo a cambio del voluntariado que reciben (también los chavales ayudan a las personas del barrio, como a ancianos y personas con discapacidad) y cubrir la pobreza desde el punto de vista material y afectivo.
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