El beneficio de que haya alumnos con distintas capacidades en el aula
Cuando eres padre y tus hijos van bien en el colegio, es casi inevitable pensar que los que no van tan bien tienen un problema. Pero se tiende a creer que el problema es únicamente de esos niños y sus familias, pocas veces se considera un problema social, o un problema que afecte a todos como comunidad educativa que somos. E incluso en ocasiones se puede llegar a valorar positivamente que se aparte a esos niños del camino de los mejores, para que no les supongan un freno a sus competitivos resultados académicos.
Personalmente, cuando hablo del sistema educativo, me gusta usar una imagen para representarlo: la fotografía de un embudo. El sistema exige a los alumnos pasar por el embudo. Ciertamente, algunos embudos tienen mucha capacidad, pero el orificio de salida es más bien pequeño. El sistema alberga a muchos estudiantes, la diversidad está garantizada de por sí, pero solo unos cuantos pasan por el embudo. Un gran porcentaje se queda arremolinado en la parte superior porque no pasan por el agujero.
Como padres de “buenos estudiantes”, el que otros no salgan adelante, nos podría importar bien poco. A algunos padres les puede costar creer que entre esos niños que se arremolinan en el embudo hay chicos y chicas con un potencial muy valioso, que no son estúpidos, ni están predestinados al fracaso. Esos niños se merecen las mismas oportunidades que los demás, pero para que de verdad las tengan, hay que atenderlos correctamente. Habría que aceptarlos como son y creer en ellos, en su inclusión en la sociedad.
En palabras más técnicas, a esos estudiantes que no pasan por el embudo, se les conoce con unas siglas: Alumnos Con Necesidades Educativas Especiales (ACNEE) y Alumnos con Necesidad Específica de Apoyo Educativo (ACNEAE). Me atrevería a decir que la mayoría de los padres no han escuchado jamás estas siglas, a menos claro, que afecte a sus hijos.
Leer el resto del artículo en El País.