«Los mejores deberes de verano son jugar y convivir con la familia y amigos»
Jesús Jiménez Sánchez ha sido maestro, director de colegio, inspector de Educación, director general de Enseñanza del Gobierno de Aragón y es autor de más de 40 publicaciones sobre temas educativos. Su último libro es ¿Qué es la Primaria? (Octaedro Editorial, 2018). Ofrece una visión crítica desde su experiencia en muchos ámbitos de la educación: desde la escuela rural, a la inspección educativa, los despachos de la administración, los movimientos de renovación pedagógica y la investigación.
¿Cómo era el primer colegio en el que trabajó de profesor?
Mi primera plaza definitiva fue en Sierra de Luna, a principios de los años 70. Era una escuela rural con una clase de unos 30 chicos y chicas desde 5º a 8º de EGB. Era un colegio especial. Ahora está cerrado. Nos calentábamos con una estufa de leña. Teníamos un aula muy grande donde pudimos colocar estanterías con libros de la biblioteca del pueblo y pucheros, planchas y cosas varias que traían los chicos del desván de sus casas y hasta nos cabía una mesa de ping-pong donde jugábamos (y más de un chaval me ganaba) durante los recreos.
Allí aprendí lo que significa ser maestro, algo que siempre he tratado de conservar por encima de todo. En la escuela rural trabajamos mucho. Mucho de lo que ahora se vende como “innovación” ya lo realizábamos en los años setenta. El trabajo cooperativo, el aprendizaje entre iguales, la asamblea en clase, el trabajo por proyectos, los centros de interés, los bancos de libros de texto de diferentes editoriales, el estudio del entorno próximo, la revista escolar abierta a todo el pueblo, las itinerancias de maestros, la colaboración en clase de personas que vivían en el pueblo, como el pintor Angel Maturén y los abuelos de los chicos, y muchas otras propuestas renovadoras era el trabajo “normal” en nuestra escuela, como en algunas otras de Aragón.
¿Ha cambiado mucho la escuela desde entonces?
La escuela actual es distinta. Muchísimo mejor en medios. Dispone de más profesorado, menos alumnado, muchos recursos didácticos, está conectada en red, etc. Pero a pesar de las apariencias, el contenido no ha cambiado tanto. Hay muchos estudios que reflexionan sobre las “invariantes pedagógicas”, de las que ya hablaba Freinet. En el fondo, educar es acompañar y para acompañar no hace falta mucho, sino tener ganas de compartir un mismo camino. Eso es lo que hace un maestro durante el tiempo que está con sus alumnos y lo que hacen las familias con sus hijos. Lo que pasa es que los programas escolares y toda la liturgia montada a su alrededor distorsionan lo que, a mi juicio, debería ser la Educación Primaria.
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