“No se trata de atender a los niños pobres, se trata de que no lo sean”
Maria Luisa Carcedo (San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1953) ha estado ligada al PSOE durante más de cuarenta años. Desde la clandestinidad en la etapa tardofranquista a la caída y ascenso de Pedro Sánchez, la política asturiana ha pasado por las juventudes del partido y por multitud de cargos y responsabilidades. Su trayectoria, casi siempre vinculada a aspectos sociales y sanitarios, es prácticamente inabarcable: directora de Salud Pública y consejera de Medio Ambiente y Urbanismo en el Principado, presidenta de la Agencia Estatal de Evaluación de Políticas Públicas, diputada, senadora… entre muchos otros cargos.
Desde el pasado 21 de junio, este médico de atención primaria de formación ha añadido un nuevo epígrafe en su currículum: Alta Comisionada para la lucha contra la pobreza infantil. El organismo, dependiente de Presidencia, fue una prioridad expresa de Pedro Sánchez desde sus primeros días en el Gobierno. Carcedo, de semblante apacible y con la tranquilidad de la experiencia, explica con mucha prudencia –quizá por lo reciente del puesto– los retos de una situación social insostenible: 2,3 millones de menores en riesgo de pobreza y exclusión. El primer paso, asegura, es poner en la agenda y visibilizar la pobreza infantil. También vincular el problema a una situación estructural de desigualdad galopante que se transmite entre generaciones.
Los primeros movimientos del Comisionado han sido casi inmediatos. En menos de un mes desde su creación, el órgano ha puesto en marcha el programa VECA, una suerte de refuerzo a las becas comedor y los campamentos infantiles que organizan las Comunidades y los ayuntamientos durante el verano.
La exsenadora –dejó el cargo hace poco más de dos semanas para asumir la nueva responsabilidad– explica estos planes a CTXT el lunes 9 de julio en el edificio de Semillas del La Moncloa, el mismo día y a pocos metros de la reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra.
En su trayectoria política ha tenido puestos de responsabilidad en áreas como la salud, las políticas públicas o el bienestar social… Son ramas que conectan de forma integral con el tema de la pobreza infantil.
La pobreza infantil no se puede ver como algo anecdótico o que apareció de repente. Es consecuencia del incremento de la desigualdad en España. Y también de una tendencia, en este caso global, que se viene desarrollando desde que tomaron preponderancia las tesis neoconservadoras –yo prefiero llamarlas así– de la etapa de Ronald Reagan o Margaret Thatcher, cuando se pusieron en práctica las teorías de Friedrich Hayek y Milton Friedman contrarias a la doctrina keynesiana de la economía. En España esto se agudizó mucho más durante la crisis, porque las que la pagaron fueron las rentas bajas, todas ellas. Y también muchas rentas medias que cayeron de escalón. Este fenómeno, la desigualdad, ha desembocado en que haya más familias pobres. Y que aquellas que tienen hijos sean todavía más pobres. Especialmente las monoparentales, donde casi la mitad están bajo el umbral de la pobreza. Esta es la foto, y también la consecuencia de la poca efectividad de las políticas redistributivas en la infancia. Por eso es necesario poner en marcha medidas que rompan las desventajas de los niños que están en estas familias. No se trata de atender a los niños pobres, se trata de evitar que lo sean. Y esto pasa también por la predistribución: evitar los salarios precarios y los recortes brutales en las prestaciones que se han hecho durante los años de la crisis.
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