Doce millones de vulnerables en España
Nuevo informe que alerta sobre la realidad social española. La población en riesgo de pobreza se ha incrementado en la última década. Los mensajes sobre la recuperación económica obvian una y otra vez que en el camino se ha quedado mucha gente, especialmente niños y mujeres, ocultos en cifras macroeconómicas triunfalistas. Según el VIII Informe anual de seguimiento del indicador Arope en España y sus comunidades autónomas, elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), en el año 2017, un total de 12.338.187 personas, el 26,6 % de la población, se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social. ¿Cómo puede ser que se oculte sistemáticamente esta realidad? Porque en el imaginario popular se sigue entendiendo la pobreza exclusivamente como miseria. Y sin embargo, el perfil ha cambiado. Las personas que a duras penas sobreviven en condiciones dignas en España son mayoritariamente mujeres, con un nivel educativo medio o superior (más de 1,7 millones son graduados superiores o licenciados), con hijos y con trabajo (33%). Esa es la nueva cara de la pobreza.
Es el caso de Inmaculada González, de 54 años, licenciada en periodismo, soltera y sin hijos. Tras largos años de trabajo, hace cinco se quedó en paro ante la necesidad de cuidar a su madre, viuda con una pensión reducida y a la que el servicio de dependencia andaluz no ofrecía la asistencia requerida. Tras el fallecimiento de ésta, Inmaculada no ha encontrado trabajo, salvo algunos momentos puntuales en la hostelería y con salarios vergonzosos. Ahora, sobrevive con algo más de 400 euros mientras reza para que la administración prolongue la ayuda. “No sé qué va a ser de mi vida”, relata resignada.
El informe de EAPN deja claro que España es uno de los países de la UE con un mayor número de población vulnerable, una situación que ya existía antes de la crisis y que creció de manera alarmante durante la misma. Esta realidad, sin embargo, no ha disminuido en los años de mejora económica, o no al mismo ritmo que creció. El indicador Arope, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social establecido por la UE, no sólo considera el nivel de renta, sino que lo amplía incluyendo la tasa de riesgo de pobreza después de transferencias sociales, la carencia material severa de bienes y el porcentaje de hogares que presentan muy baja intensidad laboral. Y aunque este disminuye 1,3 puntos porcentuales en el 2017 con respecto al año anterior (lo que supone unas 600.000 personas menos), el hecho es que está lejos de los alrededor de 11 millones de personas que estaban en esta situación en 2008.
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