El arte al otro lado de la frontera
Podemos citar a Noam Chomsky, Naomi Klein o a Slavoj Zizek, pero resulta que Jorge Drexler resume el asunto a la perfección en una canción de su último disco, Salvavidas de hielo, titulada Movimiento: “Si quieres que algo se muera / déjalo quieto”. Sin los movimientos migratorios que ha emprendido el homo sapiens desde que decidiera ponerse en marcha y salir de África hace unos 180.000 años (a comienzos de este 2018, el hallazgo de un fósil maxilar en Israel permitió incrementar en 60.000 años la antigüedad barajada de aquel primer éxodo), no existiría nada parecido a lo que hoy entendemos por cultura y civilización: para la interpretación común de símbolos, campos semánticos y razonamientos abstractos han sido necesarias idas y venidas incesantes, en virtud de un proceso que, lejos de terminar, continúa como inherente a la misma evolución de la especie. Tal evidencia, en un contexto marcado por la paradoja que presenta la consolidación de la globalización por una parte y el refuerzo de las fronteras (con la consiguiente criminalización de los extranjeros) por otra, exige algunas reflexiones. Y, dado que el arte termina siendo la concreción plástica o visual de ese dinamismo, y que los museos aspiran a ser esponjas de esos mismos condicionantes, el Museo Picasso Málaga ha decidido dedicar la octava edición de su Seminario de Arte e Inclusión Social a las migraciones bajo el lema Migraciones, cultura e inclusión. El encuentro tendrá lugar el próximo 11 de diciembre con tres participantes que permitirán adoptar una óptica tanto educativa como museística y antropológica: el catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada Francisco Javier García Castaño, la profesora de Educación de la UNED Patricia Mata y la profesora de Educación Artística de la Universidad Complutense de Madrid María Acaso. A modo de premisa, las ponencias, coloquios y exposiciones tomarán como referencia las principales recomendaciones planteadas por el proyecto europeo European Museums in an age of migrations (MeLa), dedicado a investigar la función y el papel de los museos en el siglo XXI.
A la hora de asentar el debate, resulta pertinente reparar en la intención artística e histórica que asume la actual exposición temporal del museo, El sur de Picasso. Referencias andaluzas, donde, en contraposición a la asunción de Picasso como ideal de creador continental, se reivindica su figura como artista de frontera, de las afueras menos advertidas, con la brújula orientada en una dirección que buena parte de las élites europeas preferirían obviar. Precisamente, aquel sur de Europa hoy defenestrado y lastrado por las crisis y las corruptelas fue el que con más determinación alimentó la inspiración del genio, quien a su vez ofrece así un espejo firme para no dejar de reparar en este abajo, así en lo social y político como en lo artístico. Y si, tal y como explica el director del Picasso, José Lebrero, la preocupación por las migraciones parece tener poco que ver con los museos “como espacios dirigidos a la cultura, el turismo y el ocio”, el objetivo principal del seminario es que el museo, como hogar del arte, no sólo se implique en estos asuntos, sino que se reconozca como sede ideal para debatir sobre los mismos. Y el mayor argumento a favor es que las obras de arte que dotan de contenido a un museo suponen una materialización de la cultura creada y expandida a base de sedimentos depositados por los sucesivos movimientos migratorios de cada territorio.
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