El arte y su pedagogía
«El día 18 de junio me fui a la playa con mis estudiantes de segundo de la ESO y dos compañeros, Alberto y José Miguel, rumbo a Mazagón, una estupenda playa de la provincia de Huelva. Íbamos cargados con nuestras piedras, reglas de pizarra, papel, lápices, cuerdas, palitos, una escalera, rastrillos, sombrilla nevera, bocatas…, muchas ganas de pasarlo bien y el deseo de que las composiciones de piedras decoradas, que habíamos imaginado, se materializaran por fin.
Había preparado muy bien cómo organizar el trabajo de la playa con tarjetas de colores, grupos, unos aquí y otros allá, ahora pensamos en los dibujos, ahora montamos las piedras, todos trabajando, nada de niños aburridos deambulando… pero como siempre, una no sabe lo que va a conseguir hasta que no lo ha vivido alguna vez, y como me suele pasar, este proyecto estaba solo en mi cabeza.
Lo que pasó es que todo funcionó a la perfección, los chicos trabajaron de lo lindo, lo pasamos genial, nos bañamos, nos reímos, José Miguel alucinaba al ver a sus alumnos y alumnas trabajando, sin la recompensa de alguna nota…” (Mayalen Piqueras, Instalaciones con piedras).
La educación artística se encuentra en plena reconceptualización, tratando de trascender la mera producción de bienes y servicios de consumo considerados ‘culturalmente’ bellos.
Las artes y su educación se aúnan en un cometido más ambicioso y deseable. La educación en las artes evoluciona desde el aprendizaje de una técnica a la comprensión y uso de un lenguaje con el que interpretar y rebatir imaginarios culturalmente dominantes.
Como instrumento de comunicación decodifica y recodifica la realidad natural y fabricada, encontrando y otorgando ‘sentido’ a las creaciones culturales. La utilización de este lenguaje se convierte en razón de ser para un aprendizaje con profundo valor pedagógico. Es realmente valioso disponer de un instrumento de comprensión y análisis de formatos estéticos con el que desenmascarar su utilización como divulgadores de ideas y símbolos, que ‘adormecen’ y ‘parasitan’ los contenidos y modos de pensar de la ciudadanía. Nos encontramos, de esta manera, con un inestimable recurso educativo para una pedagogía de personalización y aprendizaje en profundidad.
Estas consideraciones llevan a revindicar espacios curriculares nuevos para la educación en las artes, muy alejados, por cierto, de lo que la legislación vigente, en este caso, la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) les tiene reservado.
La educación artística, en su desarrollo normativo, está concebida como una ‘instrucción’ de poca trascendencia, dirigida a conseguir del estudiante un cierto dominio técnico, reverenciado como el ‘asunto’ fundamental.
La nueva concepción de las artes y su educación transciende esa visión rutinaria, depauperada e impuesta desde la legislación educativa y desde cierta tradición académica, que observamos en los desarrollos curriculares de áreas y materias como la educación plástica, visual y audiovisual, el dibujo técnico y artístico…
Leer el resto del artículo en El País.