Más de mil muertos, más de 800 olvidados: vida y muerte en las fronteras españolas
«Ya no hace falta actuar para que mueran como se hizo en el El Tarajal. Ahora simplemente les dejamos morir». Así ha resumido la periodista y experta en migraciones, Helena Maleno, portavoz de la organización Caminando Fronteras, en qué consiste la «necropolítica en las fronteras» que se está aplicando en Europa. También en España, destino de una ruta migratoria que se ha tragado las vidas de 1.020 personas migrantes desde el 2018 hasta el primer cuatrimestre de 2019, según los datos recopilados por esta organización en su informe «Vida en la necrofrontera«, que han presentado este martes en Madrid.
Son más de mil las víctimas del «crecimiento de políticas para generar muerte en la frontera occidental europea», unas muertes de las que sólo hay constancia real de 204. Los únicos cuerpos recuperados, apenas un 25%. Los 816 restantes —aunque tenían nombres, apellidos, familias, objetivos e historias— están desaparecidos, son muertos anónimos, olvidados por las instituciones que, con cuentagotas, hacen el dramático e incompleto recuento de los que se quedaron por el camino. «La ausencia de sus cuerpos invisibiliza el relato de violencia que llevó a su desaparición y crea profundas brechas en las vidas de sus familias y en las comunidades de origen», lamenta Caminando Fronteras en su crudo informe que, denuncia Maleno, se ha elaborado a pesar de la «criminalización» de quienes prestan ayuda a los migrantes y velan por el respeto de los derechos humanos.
«Ayer vi el cuerpo de mi mujer, es ella el cadáver que está en la morgue. No pudieron salvar tampoco al bebé. Ahora vendrá Cruz Roja a buscarme y esperamos la decisión del juez. Quiero irme de Almería lo más rápido posible porque si me quedo aquí solo más tiempo me voy a volver loco. Tengo que estar al lado de mi familia que está en Francia. No puedo hacer nada más por ella y me estoy volviendo loco poco a poco. Desde que vi su cuerpo ayer no como, no duermo. Lo único que puedo hacer es enviar su cuerpo a Guinea, es todo lo que puedo hacer por ella ahora. Pero necesito que me ayuden para eso, ni siquiera hablo español, pero esperar la decisión del juez toma tiempo. Y lo que quiero es volver a Francia, arreglar el dinero para enviarla al país y que sea enterrada de forma digna». Este es el relato del marido de F., una mujer que murió en un naufragio en el Mar de Alborán en noviembre de 2018. Estaba embarazada de siete meses. Al él menos pudo cerrar el capítulo, tener constancia de la suerte que corrió su ser querido. No es lo habitual, denuncia la organización.
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