La coeducación, la necesaria respuesta del Estado a la violencia de género
La coeducación, entendida como pedagogía feminista, puede ser dinamita en la línea de flotación del patriarcado y debe asumirse como una cuestión de Estado. Es más, como la respuesta del Estado a la violencia de género. Esta es una de las principales conclusiones del II Congreso de Coeducación, que reunió en el campus de la universidad madrileña Carlos III a más de 500 docentes y profesionales de toda España, vinculadas con el ámbito educativo feminista.
El trabajo por la coeducación ha ido creciendo sobre todo de la mano de profesionales que desarrollan proyectos en escuelas e institutos de manera voluntarista, a menudo haciendo frente a resistencias del propio entorno laboral e institucional. Al desenmascarar las desigualdades de género en el proceso de socialización, la coeducación da de lleno en las raíces del sistema patriarcal, caldo de cultivo de la violencia machista, y pese a ello, o quizás precisamente por ello, no forma parte de las prioridades de las políticas educativas.
De hecho, ninguno de los partidos políticos mayoritarios que presentan candidatura en estas próximas elecciones generales lleva la palabra coeducación o educación feminista en su programa electoral. Y sólo el programa de Unidas Podemos menciona sin concreción que se pondrá “un énfasis especial” en la educación afectiva-sexual dentro del sistema educativo.
Precisamente la introducción de la educación afectiva-sexual es también una de las cuestiones en la que diferentes especialistas han puesto el foco de atención como cuestión “urgente y de enorme relevancia”, incluso prioritaria en el marco de acciones que deberían ponerse en marcha dentro de los proyectos coeducativos en los centros escolares de todo el estado.
Una de las reivindicaciones reiteradas a lo largo de diferentes ponencias, entre ellas las de Charo Altable y Carmen Ruiz Repullo, ha sido la de un “Pacto de Estado por la Coeducación” cuyo abordaje “no puede demorarse” y que “incluya la formación afectiva-sexual”. Altable, experta en Pedagogía Terapéutica y coeducación emocional y sexual con perspectiva de género y una de las coeducadoras con mayor experiencia de todo el país, remarcó que “sin duda alguna, esta sea introducida desde la etapa de Infantil y a lo largo de todo el recorrido educativo y no como una declaración de intenciones sino con presupuesto, formación del profesorado y espacio y tiempos específicos para ello”.
Un pacto de Estado por la coeducación “va más allá del pacto contra la violencia de género porque toca la raíz del problema, va a la estructura del sistema patriarcal y quizá por ello encontramos tanta demora y resistencias a hacerlo realidad”, afirma Ruíz Repullo, profesora de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide, consultora e investigadora en coeducación y prevención de la violencia de género y la violencia sexual en adolescentes y jóvenes.
Ruiz Repullo, con una amplia experiencia en formación de profesorado y adolescentes contra la violencia de género, ha advertido de que “el porno mainstream se ha convertido hoy en la formación sexual de la adolescencia y juventud, a falta de educación sexual en las aulas” y ha alertado de que en 40 años el porno ha evolucionado de los desnudos femeninos a imágenes que deshumanizan, erotizan y normalizan la violencia extrema contra las mujeres y que los jóvenes toman como modelo a imitar”.
De hecho, como señala la experta, los vídeos porno más vistos son los más violentos contra las mujeres, con imágenes de estrangulamientos, una práctica que “chicas adolescentes me han trasladado como una de las exigencias actuales de los chicos en las relaciones sexuales juveniles que tratan de imitar esta pornografía”. Ruíz Repullo señala también el hecho de que “la pornografía enseña roles sexistas que otorgan a los chicos el derecho a desear y exigir satisfacción y a las chicas el deber de complacer y gustar”.
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