Se cumplen 60 años del día que Rosa Parks se negó a ceder su asiento y cambió la historia
Fue el uno de diciembre de 1955, hace ya sesenta años, cuando Rosa Parks cambió la suerte de la lucha por los derechos civiles con un único gesto: negarse a ceder su sitio en un autobús en Montgomery, Alabama. Parks, de raza negra, se opuso a la petición del conductor de que dejase su plaza libre para que la ocupase un ciudadano blanco.
Por semejante acción, Parks, una costurera de 42 años en aquel momento, fue arrestada por perturbación del orden público. En aquel momento aún estaban vigentes numerosas leyes, herederas de la época de la esclavitud, que delineaban bien la diferencia entre blancos y negros, y dejaba a estos últimos siempre por debajo.
En este caso, los ciudadanos negros estaban obligados a viajar en la parte de atrás del autobús, dejando los asientos delanteros libres para los blancos. Rosa Parks se había sentado en los asientos del medio, que podía utilizar siempre y cuando no los requiriese un blanco.
El arresto se saldó con una noche en el calabozo y una multa de 14 dólares, pero su detención fue la gota que colmó el vaso dentro de la comunidad negra, que al día siguiente lanzó una campaña para boicotear el servicio de autobuses. Además, se une en una agrupación para luchar por el fin de la segregación, el Movimiento para el Progreso de Montgomery, a cuyo frente se pone un pastor aún desconocido en la época, de nombre Martin Luther King.
Cinco años más tarde, en 1960, el Tribunal Supremo de Estados Unidos terminó declarando inconstitucional la ley que regulaba la segregación racial en el transporte público. Esa segregación terminó siendo totalmente prohibida algo más tarde, en 1964, con la Ley de Derechos Civiles que la desterró, al menos oficialmente, aunque en la práctica tardo algo más en ser efectiva, en el resto de entornos, como las escuelas o los lugares de trabajo.
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