Islamofobia en la empresa: “o te quitas el hiyab o aquí no puedes seguir”
Ayer tuvo lugar un caso más de islamofobia, de los miles que se dan a diario en diversos lugares y en diferentes circunstancias. Se ha puesto en contacto con nosotras Nisrine, de 23 años, para contarnos que ha sufrido discriminación islamófoba en su centro de trabajo, donde se encontraba realizando unas prácticas curriculares como parte de su último año de carrera en una empresa del sector privado sociosanitario en Igualada (Barcelona). Nisrine es estudiante de enfermería y, según ella misma nos cuenta, durante todo el periodo de prácticas, desde que comenzó sus estudios hasta ahora, nunca ha tenido ningún problema. Sin embargo, ayer, 13 de enero de 2020, le comunicaron que no podía continuar sus prácticas si no se quitaba el hiyab. Una frase que resuena en las cabezas de muchas mujeres musulmanas y que condiciona su vida profesional cuando una elección personal se convierte en un motivo de discriminación religiosa que no se da con otras fes. “Cuarto y último año de carrera y de prácticas, a cuatro meses de mi graduación, cuarto año realizando prácticas con mi hiyab alhamdulillah [gracias a Dios], y hoy he sido expulsada.”
Nisrine tiene un expediente ejemplar. Ninguna de sus notas de prácticas baja de 8,5 hasta ahora. Este “requisito” que el centro donde realiza las prácticas alega es profundamente discriminatorio, ya que el uso del hiyab no intercede de ninguna manera en el desarrollo de la actividad laboral y responde únicamente a un rechazo e intolerancia frente a una creencia religiosa concreta. “Durante estos cuatro años, he podido realizar mis prácticas en diferentes centros sanitarios de diferentes comarcas territoriales. Los cuatro años con hiyab y sin tener ningún problema, tanto con profesionales como con pacientes.”
La expulsión le ha sido comunicada de un día para otro, de forma oral y sin ningún tipo de respaldo por escrito. “Hoy me han expulsado comunicándomelo en un pasillo por el que transitaba todo el personal, pacientes y familiares. Lo han hecho con estas palabras: «Estamos muy contentos con tu trabajo, esta semana que has estado aquí no hemos tenido ninguna queja de nadie, tu enfermera está encantada contigo y te toma como una profesional más, pero tienes dos opciones: o te sacas el pañuelo o aquí no puedes seguir».”
Según comenta Nisrine, el centro alega que todas las mujeres musulmanas que trabajan allí se quitan el pañuelo cuando llegan porque siguen la normativa interna. Una normativa que el centro se negó a mostrarle a Nisrin cuando esta les exigió que se la enseñaran para respaldar sus requisitos de vestimenta. Le dijeron que pensaban que ella debería hacer lo mismo que esas otras mujeres a las que referían “para no crear diferencias.” En respuesta a esto, Nisrine argumenta que si dicha normativa existe no deberían haber tenido problema alguno en enseñársela cuando así lo solicitó, pero nos cuenta que “al pedirla, se le cambió la cara y comenzó a hablarme de otros temas. Yo le seguía haciendo la misma pregunta y ella me seguía diciendo que está respetando la normativa interna y que, por eso mismo, ella no podía llevar las uñas pintadas estando en su puesto laboral.” Esta es una respuesta típica para tratar de justificar (y enmascarar) el motivo real por el cual un centro no permite que sus trabajadoras lleven hiyab. No es exclusivo de los centros de trabajo, ya que ocurre también en centros escolares y otros espacios, y por mucho que traten de maquillarlo como parte de una serie de medidas de seguridad (ya que no suele gustar ser abiertamente islamófobo), siempre es puramente por una cuestión religiosa. En concreto, prejuicios religiosos contra el islam, y las musulmanas en este caso, ya que no se prohíbe habitualmente llevar ningún otro símbolo religioso en los centros de trabajo alegando que forma parte de una “normativa”.
Leer la noticia completa en Es Racismo.