¿Debe haber una asignatura de educación emocional?
¿Debe haber una asignatura dedicada a la educación emocional? En Canarias la materia se imparte desde hace seis años. Y en 2019 Murcia anunció que estudiaba implantarla, aunque tras la formación del nuevo Gobierno de coalición de PP y Cs sostenido por Vox desechó la idea. Los partidarios de introducir la asignatura argumentan que ayuda a los alumnos a expresar sus sentimientos, a encontrar soluciones a los problemas y mejora el clima escolar. Quienes se oponen lo consideran un ejemplo del tipo de aprendizajes impropios con que va cargando un sistema educativo falto de recursos y horas para afrontar la enseñanza de las materias principales.
Puede participar en el Foro de Educación de EL PAÍS respondiendo a la pregunta: ¿Debe haber una asignatura de educación emocional? Publicaremos aquí una selección de respuestas a lo largo de la semana.
«La transversalidad no es suficiente, es necesaria una asignatura»
Sobre la necesidad de la Educación Emocional es reiterar en lo evidente. La preocupación de los organismos internacionales (PISA 2020) por evaluar la adquisición de las «soft skills» en los escolares, así lo confirma. Esta certidumbre puede ampliarse con argumentos de toda índole recogidos en nuestra publicación EducaEMOción (Santillana, 2018). Sobre por qué debe concretarse en una asignatura, primero habría que desmontar el pretexto de la transversalidad de lo emocional. La experiencia nos dice que este discurso es utilizado por quienes pretenden desviar la puesta en práctica de los contenidos socioemocionales en favor de los informativos. Aducir que las emociones deben estar en «todos lados», al final nos lleva a que no se traten sistemáticamente en «ningún sitio». Además hay que insistir en que lo que no se diseña no se enseña, lo que no se enseña no se aprende y lo que no se aprende no se puede evaluar.
En el caso de las competencias emocionales, por su complejidad (todo hay que decir, mucho mayor que las cognitivas) exige un tiempo y un espacio diferenciado y específico para abordar su enseñanza de forma efectiva. Porque además, insistiendo en su trascendencia, somos lo que somos no por haber aprendido la tabla de multiplicar, sino por cómo hemos abordado la construcción de nuestro corazón emocional.
La experiencia con la asignatura Emocrea se puede contrastar con las propias vivencias del alumnado, profesorado y las familias. Todos ellos coinciden en lo bondadoso de su influencia. Y si es bueno para la comunidad educativa de Canarias ¿cómo no lo va a ser para la del resto del estado español? Una interpelación suficientemente relevante como para ser tomada en consideración por los legisladores que tendrán la responsabilidad histórica de consensuar, todo lo que sea posible, una nueva ley educativa «con corazón» que nuestro país necesita.
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