¿Quién es el repartidor que estudia bajo la farola cuya foto se ha hecho viral?
“Me gustan los coches, las motos, todo lo que tenga motor y ruedas me vuelve loco”, explica Carlos por teléfono antes de ir a la escuela de mecánica EMA Competición. Le sorprende el éxito de la foto en las redes sociales; de hecho, él no tiene ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram, y fueron sus amigos quienes le reconocieron y le preguntaron si era él el chico de la imagen.
Carlos nació en Madrid, donde vivió hasta los 12 años con su familia. Cuando acabó la Primaria, se trasladaron a Valdepeñas (Ciudad Real) y allí hizo la ESO. A los 16 años llegaron a Málaga, donde cursó el Bachillerato. “Nunca he sido un buen estudiante”, recuerda cuando habla de su adolescencia: “El primer año que estuve en Málaga fue el primer año de Bachillerato, lo saqué de milagro, era mi época de rebeldía. El segundo, fue un caos. Después, me fui a Londres a trabajar seis meses, ahí cambié, volví, acabé el Bachillerato y empecé a hacer algo que me gusta”.
Así, cursó un grado superior de automoción, a raíz del cual estuvo dos años de prácticas. No ha dejado de estudiar y de trabajar, para tener sus ahorros y para ayudar en casa. De hecho, en septiembre de 2019, su madre tuvo que volver a Madrid tras quedarse sin empleo, y allí vive con la hermana de Carlos.
Cambia de empleo para hacer las prácticas
En septiembre de 2020, Carlos Alegre comenzó a estudiar en EMA Competición. Entonces trabajaba en Telepizza, pero al tener que empezar las prácticas en circuitos de carreras en marzo vio que los horarios eran incompatibles y que eso era un obstáculo para hacer lo que realmente le apasiona. “A los circuitos sueles irte de miércoles a domingo cada dos o tres semanas, y no tenía disponibilidad. Quiero hacer las prácticas y necesito seguir trabajando, así que hace unas semanas dejé Telepizza. Me hablaron de Glovo y de Uber, que es donde estoy ahora. Personalmente, los horarios de Uber me van mejor”. De esta forma, los próximos 12 y 13 de marzo podrá iniciar sus prácticas y acudir a los entrenamientos al circuito de Almería.
En las redes se dio por hecho que Carlos trabajaba para Glovo, puesto que en la imagen se le ve con una mochila de esta empresa. La realidad es que mientras el joven enviaba la documentación a Uber, compró una mochila térmica para poder empezar a trabajar en cuanto le llamaran, ya que tenerla era uno de los requisitos imprescindibles. Y la mochila que consiguió, era de Glovo. “Si no la hubiera comprado, desde Uber me hubieran enviado una, pero hubieran tardado tres o cuatro días más, y necesitaba ingresos”, aclara.
Para Carlos, no es tan extraño aprovechar el tiempo entre un pedido y otro porque, reconoce, “en este trabajo hay algunos tiempos muertos”, así que mientras esperaba que le llamaran el pasado 19 de febrero en el barrio malagueño de Pedregalejo, decidió aprovechar para estudiar. “Yo lo veo normal. Para no perder el tiempo, me gusta ir mirando los apuntes. Hay mucha gente como yo, que trabaja y ayuda en casa”
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