La desigualdad que viene
Con el inicio de la pandemia hace un año, no solo se detuvo bruscamente la recuperación de la economía española tras una larga y profunda crisis, sino que también lo hizo la moderada tendencia a la reducción de la desigualdad de ingresos, que tan rápidamente había crecido durante la Gran Recesión.
Cuando estalló la crisis de la covid-19 ya partíamos, por tanto, de niveles altos de desigualdad y lo sucedido desde entonces invita a mirar con preocupación el posible impacto sobre la distribución de la renta. El parón forzoso inicial y las restricciones posteriores han dejado al descubierto las debilidades en la principal fuente de ingresos de los hogares, que son las rentas del trabajo. Con la pandemia ha aparecido una nueva forma de dualidad en el mercado de trabajo: en un amplio número de actividades económicas, en las que se registra una importante concentración de trabajadores con bajos salarios, las posibilidades de teletrabajo son muy limitadas; como contraste, en otras actividades, en las que hay más trabajadores cualificados, con mejores y más estables remuneraciones, el acceso a esta forma de trabajo es mucho más directo.
La crisis también ha revelado las carencias de un contexto laboral en el que un gran número de hogares vive al día. Casi una cuarta parte de la población tenía grandes problemas para hacer frente a gastos imprevistos antes de la pandemia y muchas dificultades para afrontar los gastos relacionados con la vivienda. Se trata de trabajadores sin contrato o de muy corta duración, con bajos salarios y acceso limitado a la protección social.
No disponemos de fuentes oficiales de información que permitan valorar con datos recientes el impacto distributivo de la pandemia. No obstante, lo que pudimos aprender de crisis previas sobre las consecuencias del deterioro de la actividad económica y, sobre todo, de la reducción de las horas trabajadas, hace posible anticipar un efecto importante y negativo de esta nueva crisis. Existen, además, fuentes complementarias que pueden contribuir a la elaboración de un retrato suficientemente ajustado del impacto.
Una de ellas es la simulación de los efectos de la pandemia a partir de distintos supuestos sobre los cambios en la distribución salarial. Los resultados de los primeros estudios realizados muestran que las singularidades de la estructura productiva hacen de España uno de los países donde menores son las posibilidades de teletrabajar y mayor el aumento esperado de la desigualdad. Las proyecciones de la Comisión Europea muestran también que España es el país de la UE-27 donde más habría aumentado la pobreza una vez que se tiene en cuenta el funcionamiento del sistema de prestaciones e impuestos durante la pandemia.
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