Carmen Fernández: «Hay facultades en las que la digitalización no se trabaja en Magisterio»
Carmen Fernández es una mujer que habla apasionadamente, rápido, muy rápido, pero con claridad. Hablamos con ella pocos días después de la presentación, por parte del Ministerio de Educación, de los primeros resultados elaborados en relación a la reforma del currículo de la Lomloe.
Es un torrente de información que va desde la idoneidad de la reforma curricular prevista por el Gobierno a la necesidad de darle un vuelco a la formación inicial del profesorado, pasando por la permanente, el acceso a los estudios, a la profesión, la necesidad de una mayor y mejor relación entre las universidades y los centros educativos o la posibilidad de que las administraciones cuenten con el apoyo de las facultades a la hora de evaluar los programas que ponen en marcha.
Fernández asistió a la presentación que se hizo en el Ministerio. De hecho, la propia Isabel Celaá agradeció su presencia en el acto. La primera pregunta, por tanto, se hace casi obligatoria. ¿Cuál es la opinión de la Conferencia de Decanas y Decanos de Educación en relación al nuevo currículo escolar?
“No hay ninguna valoración institucional”, al menos, explica, hasta que no reciban oficialmente la documentación relacionada con la transformación competencial del curriculo escolar, hasta que no se vean los decretos de mínimos en los que está trabajando el Ministerio. Eso sí, afirma, “las líneas maestras son compartidas por decanos y decanas; hablamos de cuestiones técnicas, no ideológicas”.
“Si desnudas los debates mediáticos y políticos de estos elementos ideológicos o artificiales y nos centramos en las propuestas presentadas y que conocemos (la ley ya está publicada), lo que queda, a nuestro juicio, es un planteamiento de modernización de la educación que está alineado con modelos punteros de países como Finlandia o, por ejemplo, Portugal que en los últimos cinco años ha experimentado un avance muy importante”, asegura. No solo esto, sino que la reforma se alinea con “las exigencias que llevan tiempo planteando organismos internacionales como la Unesco, la UE, o la OCDE y con, a nuestro juicio, las exigencias de este tiempo que es muy complejo, incierto y muy determinante”.
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