Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación. De la consciencia intercultural a la educación intercultural
Concha Moreno García es profesora de la Universidad Antonio de Nebrija
1. Introducción
En un artículo titulado “Les conflits interculturels comme voie d’accès à sa propre culture” Hervé Ott cuenta lo siguiente:
Durante la primera jornada de un encuentro franco-germano-checo, los participantes alemanes critican la dinamización y hacen peticiones relacionadas con el método seguido y el contenido. Los franceses, después de haber mencionado la limitación del tiempo, se preguntan si no sería posible que los animadores introdujeran un método de trabajo concreto, si no se podría contemplar que…, etc. Los checos no tienen nada especial que decir. Un francés expresa entonces su descontento ante esta manera de no tomar posiciones /manifestar su opinión. Más tarde una de las checas le responderá que no ve por qué debería sentirse obligada a tomar una posición…
Durante un encuentro sobre interculturalidad, los participantes deben construir, con sillas y sin hablar, su representación del “poder”. Los franceses, con un entusiasmo unánime, construyen una pirámide y colocan cuatro sillas a una considerable distancia de la misma, una enfrente de otra. Los senegaleses forman un círculo: colocan una silla más alta que las demás, cuatro de ellas las colocan a ambos lados de la primera y vuelcan otras tres. Los franceses hablan “de tiranía”, “de opresión”, “de magia”, comentando esta figura. Los senegaleses hablan “de sumisión”, “de aplastamiento”, de “inestabilidad”, “de distancia entre los individuos y los jefes” a propósito de la construcción de los franceses.
Cuando se pide a los franceses que construyan con unos platos su representación del grupo, hacen un círculo y dudan si poner o no uno en el medio. Los alemanes reparten los platos de dos en dos o de tres en tres, apilan algunos y otros no, separando a diferentes distancias los grupos así formados.
¿Qué relación hay entre estos ejercicios y la realidad, me dirán ustedes? ¿Qué se puede deducir para las relaciones con lo cotidiano? Si no se pone atención a los conflictos o si se los provoca en un encuentro intercultural, primero, van a manifestarse a través de los “estereotipos”, luego, aparecerán los “juicios de valor”. Pero todo esto en realidad esconde diferencias más profundas. (Traducción propia).
Soy consciente de que esta cita parece excesivamente larga, pero la considero representativa de la situación de la Europa actual, donde se encuentran en interacción -o deberían encontrarse- no sólo “los europeos de toda la vida”, sino personas procedentes de otros ámbitos culturales, de otras formas de percibir el mundo que pueden entrar en conflicto si, como dice Ott, no se les presta la suficiente atención y desde las perspectivas adecuadas. Incluso si restringimos nuestra reflexión a los países europeos, veremos que los checos no toman partido claro a la hora de opinar sobre el animador, cosa que molesta a los franceses. A estos los critican los alemanes porque no son lo suficientemente directos, valor del que ellos se enorgullecen. Y, es obvio, todos ellos tienen como marco una sociedad en la que lo más importante es la persona y su libertad de acción, frente a una sociedad en la que lo más importante es la colectividad.
Si, como han demostrado diferentes ramas de las Humanidades, se juzga siempre desde lo conocido, desde lo que uno es, desde la visión del mundo que se ha formado como constructo cultural a lo largo de los años y las vivencias -incluso de los adoctrinamientos -, resulta fácil descubrir que lo que no es “como lo mío”, de entrada, me choca, también puede producirme rechazo y, por último y en el peor de los casos, puede llevarme a una actitud de beligerante agresividad.
A este respecto quisiera traer a colación la opinión de Sami Naïr en el prólogo al libro Formación en Interculturalidad para asociaciones juveniles (2003:12): Nuestra representación cultural de los países del Sur está contaminada por prejuicios, por la historia de la dominación que hemos ejercido sobre estos países, por el profundo desprecio que tenemos por sus hábitos y sus creencias. Nuestra mirada está estructurada por la dominación. Por supuesto tenemos derecho a creer en nuestros valores y a querer conservarlos. Pero lo que no podemos hacer es considerar que nuestros valores son absolutos. Debemos aceptar, a veces, mirarnos con ojos ajenos. Así entenderemos que los problemas de los demás también son nuestros.
Muchas personas no se sentirán identificadas con estas duras palabras, pero quedémonos con las frases en negrita que he destacado. Creo que en eso sí podremos ponernos de acuerdo.
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