Diversidad cultural en el aula de E/LE: la interculturalidad como desafío y como provocación
ISABEL IGLESIAS
Universidad de Oviedo
Aprender sobre el mundo extranjero y aprender a usar una lengua extranjera es algo más que «formar hábitos» o reproducir modelos de habla. Comprende una dimensión cognitiva del aprendizaje que se realiza mediante procedimientos de comparación, inferencia, interpretación, discusión y otras formas discursivas similares de negociar el significado de los fenómenos del mundo extranjero. (G. Neuner)
1. Comunicarse: un proceso de socialización
Según la conocida definición aristotélica el hombre es, además de un animal que tiene logos, un animal político. Es decir, nos desenvolvemos en un conglomerado de estructuras sociales y nuestro lenguaje por tanto nace, crece y alienta en la convivencia que se establece entre nosotros y el mundo creado con los otros hombres. Si el lenguaje es, como parece, un proceso creador ligado íntimamente al mundo en torno, si ha surgido como una llamada de atención sobre ese mundo, no es de extrañar que buena parte de él esté modelado consciente o inconscientemente según los hábitos lingüísticos de cada grupo social y, por ello, el cometido tanto de profesores como de aprendices de lenguas extranjeras no debería limitarse sólo a un adiestramiento lingüístico descuidando el adiestramiento cultural, cuando no prescindiendo totalmente de él. Esta dimensión sociocultural del currículo de LE aparece claramente recogida para el caso del español en los fines generales del Plan Curricular del Instituto Cervantes, donde se especifica que mediante la enseñanza del idioma se pretende
1.- promover el acercamiento entre la cultura hispánica y la del país de origen, así como transmitir una imagen auténtica de aquélla y colaborar con la destrucción de tópicos y prejuicios.
2.- colaborar en el desarrollo de actitudes y valores con respecto a la sociedad internacional, como el pluralismo cultural y lingüístico, la aceptación y la valoración positiva de la diversidad y de la diferencia, el reconocimiento y el respeto mutuo.
Así pues, con la inclusión de los conocimientos socioculturales, el primitivo concepto de competencia comunicativa manejado por Hymes se perfila más certeramente, quedando integrado por cinco áreas de competencia:
1) Competencia gramatical: Grado de dominio del código lingüístico (reglas gramaticales, léxico, pronunciación, ortografía, entonación, formación de palabras y oraciones, etc.)
2) Competencia discursiva: Capacidad para construir e interpretar textos utilizando mecanismos que aseguren la cohesión formal y la coherencia en el significado.
3) Competencia estratégica: Capacidad de aplicar estrategias de compensación en aquellas situaciones en las que la comunicación está limitada, bien por insuficiente conocimiento del código -o de otra subcompetencia-, bien por fallos originados por las condiciones reales en las que se lleva a cabo la comunicación.
4) Competencia sociolingüística: Habilidad para manejar los distintos registros adecuados a cada situación, teniendo en cuenta los factores contextuales y las normas y convenciones de cada interacción.
5) Competencia sociocultural: Conocimiento del contexto sociocultural en el que se utiliza una lengua y capacidad para la adopción de estrategias sociales apropiadas en cada caso.