Moodle. Institutos y universidades apuestan por esta plataforma libre de ’e-learning’
Por Mercè Molist
El entorno virtual cuenta en el mundo con más de dos millones de usuarios – El sistema se ha traducido a 70 idiomas – 1.300 institutos y universidades españolas emplean Moodle como complemento de la clase presencial.
Moodle es un entorno virtual de aprendizaje que está en boca de cada vez más profesores españoles. Un total de 1.300 institutos y universidades lo usan como complemento a sus clases presenciales. A escala mundial, cuenta con más de dos millones de usuarios. En tres años, esta plataforma de código abierto se ha puesto a la cabeza del mercado de aprendizaje a distancia, el e-learning.
Un australiano, Martin Dougiamas, iniciaba el proyecto Moodle en 1999. La primera versión salió en 2002 y empezó su crecimiento exponencial. Hoy va camino de convertirse en un estándar de plataforma educativa virtual, con usuarios tan prestigiosos como la británica Open University, con 180.000 estudiantes. Está presente en más de 146 países y se ha traducido a 70 idiomas.
Recientemente, la Oficina de Cooperación Universitaria abandonaba la venta de plataformas educativas de pago para centrar su negocio en Moodle.
En febrero se creó en Las Palmas de Gran Canaria el Grupo de Universidades Moodle para promover la colaboración tecnológica y psicopedagógica entre ellas. España apuesta fuerte por Moodle, no en vano el segundo del proyecto, Eloy Lafuente, es de Logroño.
«España es una potencia Moodle en el mundo», afirma el profesor Jordi Adell, de la Universidad Jaume I de Castellón (UJI). La UJI empezó a experimentar con Moodle en 2002. Actualmente hay 1.300 centros educativos españoles registrados en la página de Moodle, aunque no es obligatorio hacerlo, por lo que pueden ser más. De éstos, el 70% son institutos y el resto universidades.
En 2004, la UJI y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) adoptaban Moodle institucionalmente. En un año, se han sumado las universidades de Málaga, Cádiz, Extremadura, Politécnica de Cataluña y Rovira i Virgili, en Tarragona. También se emplea en departamentos de universidades de Cartagena, Córdoba, Autónomas de Barcelona y Madrid, Granada, La Laguna, León, País Vasco, Pompeu Fabra, Sevilla, Valencia, Alcalá, Carlos III de Madrid, Castilla-La Mancha, Rey Juan Carlos, Salamanca, Valladolid y algunas privadas.El grueso de centros con Moodle son los institutos. Los catalanes y andaluces fueron los primeros. Hoy existen tres proyectos institucionales de apoyo a institutos que lo utilizan: EducaMadrid (Comunidad de Madrid), cuya aula virtual tiene Moodle como herramienta base; Linex (Extremadura), también lo incluye, y el Aula Virtual de teleformación y apoyo a la enseñanza presencial (Canarias), desarrollada en colaboración con la ULPGC.
Lo que gusta a los profesores de Moodle es que es código abierto y libre. Así, pueden modificar, crear y añadir módulos y aplicaciones a su gusto y compartirlos con otros docentes. Más de mil personas de la comunidad educativa española participan en la comunidad Moodle, aportando soluciones pedagógicas, informáticas, de diseño o detectando errores. Es software para profesores hecho por profesores.
Además, al ser libre puede obtenerse gratuitamente, lo que ahorra decenas de miles de euros a los centros educativos. Funciona con Linux, MacOS y Windows y es fácil de usar: «Puede adaptarse a las necesidades de cualquier institución, en un clase con un profesor o en una gran universidad, realizar actividades didácticas sofisticadas o no y, al usar formatos abiertos, los contenidos no quedan prisioneros en formatos propietarios», afirma Adell.
Formación a distancia
Moodle sirve también para la formación a distancia, pero la mayoría de universidades lo usan como complemento de las clases presenciales, explica Adell: «Permite distribuir materiales de aprendizaje, crear y gestionar debates temáticos y tablones de anuncios, pasar cuestionarios a los estudiantes, evaluar tareas, integrar recursos de Internet, crear glosarios y diccionarios, gestionar el tiempo a través de un calendario global de distintas asignaturas, ofrece herramientas de comunicación entre los estudiantes, como la mensajería instantánea, permite la tutoría electrónica en privado o en grupo, calcula estadísticas, gestiona las calificaciones, etcétera».
Adell asegura que también a los estudiantes les gusta. «Les ahorra tiempo: no tienen que desplazarse a la universidad para preguntar dudas al profesor o conseguir fotocopias de apuntes, y pueden comunicarse en tiempo real con compañeros para trabajos conjuntos. En las actividades en red queda constancia de su participación, cara a la evaluación. Así, los que participan poco en las clases presenciales tienen oportunidad de hacer oír su voz».
Algunos docentes no se dan por enterados, explica el profesor: «Si no manejan recursos electrónicos, lo tienen todo en papel o emplean la metodología de clase magistral, toma de apuntes y examen final, es difícil que Moodle les ayude».
Otro entusiasta de Moodle es Enrique Castro, investigador en neurociencias y profesor de Bioquímica en la ULPGC. Ha creado diversos módulos y ha escrito dos manuales.
La Universidad de Las Palmas usa Moodle de forma ejemplar, explica: «Es un servicio más, como la tiza o el correo electrónico. Lo ofrecemos a todos los ámbitos de la enseñanza. Todos los estudiantes, profesores y asignaturas están precargados en el campus virtual, esperando que libremente decidan usarlo. No es obligatorio. De las 3.000 asignaturas, 1.500 profesores y 23.000 estudiantes que tenemos, la mitad lo emplea».
La ULPGC es la única universidad pública en España que tiene una facultad de teleformación y usa plataformas virtuales desde 1998. Adoptó Moodle. Lo usa tanto para titulaciones a distancia como para apoyar la docencia presencial; también se ofrece a los grupos de investigación que quieran un espacio virtual de teletrabajo.
Castro pone como ejemplo de su utilidad los foros de discusión: «Permiten mantener una discusión viva durante días, para que estudiantes y profesores sopesen sus respuestas, no como en 10 minutos en el aula. Puede parecer trivial, pero es notable la falta de participación de los alumnos en clase.
La disponibilidad de un foro asincrónico permite que se planteen dudas de una forma más frecuente y que queden disponibles para todos los estudiantes, sin que el profesor tenga que responder la misma duda decenas de veces».
Otro ejemplo: «Antes, los estudiantes entregaban sus trabajos en papel. El profesor debía tener una lista de quién había entregado y cuándo, y el alumno debía buscar al profesor para darle el trabajo. Con Moodle, el sistema registra la fecha de envío del trabajo, marcando los que se entregan fuera de plazo.
El profesor selecciona al alumno en la lista para ver cuándo entregó el trabajo y acceder a él, pinchando en un enlace, corregirlo y ponerle nota que, automáticamente, pasan al libro de calificaciones del estudiante, que puede consultar. Además, se le envía la nota por correo electrónico. El profesor no tiene que hacer nada».
El vicerrector de la ULPGC, José Juan Castro Sánchez, es otro entusiasta de Moodle, para quien la reticencia de algunos profesores no es problema: «Les impartimos periódicamente cursos de formación. Llevamos 13 ediciones, por las que ha pasado el 33,66% de nuestra plantilla de docentes, y estimamos que usan Moodle el 40%, lo que demuestra que es tan fácil de usar que no es imprescindible hacer un curso».
Hacia un nuevo modelo de pedagogía colaborativa
Las plataformes virtuales de aprendizaje están aquí para quedarse, opina Jordi Adell: «Son un complemento imprescindible de la formación presencial o semipresencial. Algunas actividades se realizan mejor en una plataforma que en clase, por falta de tiempo por ejemplo, y otras serían imposibles de hacer de otro modo».
«Prácticamente», añade Adell «todas las universidades usan algún tipo de plataforma de aprendizaje con sus alumnos. La reforma de la docencia, inherente a la armonización europea, que da gran importancia a la tutoría, el trabajo en grupo y las actividades autónomas de aprendizaje potenciará más su uso».
Esto traerá grandes cambios, según José Juan Castro: «A medio plazo, dejará descolgados a los profesores que se resisten a una mínima virtualización de sus materias, como la incorporación a la red de apuntes y documentos, el uso del correo electrónico para comunicarse con los estudiantes y la utilización inteligente de la tecnología para acceder a fuentes de información. La clase será cada vez más un entorno de trabajo colaborativo y se alejará del auditorio unidireccional. Al permitir la participación asincrónica, atraerá a profesionales, lo que supondrá una presión pedagógica hacia lo práctico y la intensificación de la tendencia a la formación toda la vida».
De todas formas, los entrevistados coinciden en su rechazo hacia una educación exclusivamente virtual. El Massachusetts Institute of Technology publica en la Red los contenidos de sus cursos, pero Enrique Castro aclara: «El propio MIT indica que simplemente leyendo esta información no se obtiene una educación MIT».
El valor añadido es la interacción estudiante-profesor. «A pesar de todos los avances, la relación personal sigue siendo la base y el método más eficaz. Un docente no es un busto parlante sustituible por un ordenador».
Según Castro, Moodle es una extensión de esta interacción: «Permite una gestión más eficaz del tiempo, con mayor comunicación e interactividad, pero en ningún momento me he planteado, ni yo ni la universidad, ir hacia un modelo de enseñanza totalmente a distancia. Es un complemento que nos lleva a nuevas formas de docencia, en la que lo importante no son tanto las horas de clase presencial, sino el trabajo particular del alumno».
ALGUNAS WEBS DE REFERENCIA:
– Más sobre Moodle en la Wikipedia
– Moodle. Comunidad de trabajo en español
– Aprender a utilizar MOODLE- moodleviewlets
Fuente: Ciberpaís