Internet, creadora de cultura
Marty Logan
Uno no puede resistirse a Internet, así que también puede bañarse en sus mareas de culturas mundiales, según el director de la célebre Biblioteca de Alejandría, Ismail Seragelden.
«Pienso que la idea de que una cantidad de pueblos perderán sus identidades es equivocada. De hecho, esto va a producir resultados maravillosos. Las personas de diferentes culturas continuarán expresándose y enriqueciéndose por la exposición» a las otras, afirmó Seragelden, en un encuentro sobre la era de la información celebrado en Túnez.
«Es un proceso inevitable, así que ¿por qué quejarse? Es grandioso. Pienso que los artistas continuarán reinterpretando sus culturas. Lo que necesitamos es trabajar juntos para asegurar el acceso a todas las personas», agregó en el debate realizado en la víspera, titulado «Memoria y diversidad cultural».
Más de 18.000 representantes de gobiernos, la sociedad civil y organismos internacionales se reunieron del miércoles al viernes en Túnez en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), segunda parte de la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para discutir el acceso general a Internet y a otras tecnologías informáticas y de telecomunicaciones (TIC).
Desde comunidades indígenas aisladas con apenas unos pocos miembros hasta algunos de los más grandes países no angloparlantes advirtieron que el impresionante crecimiento de la red mundial de computadoras, dominada por el idioma inglés, amenaza su modo de vida.
Alrededor de 1.000 millones de personas usan ahora Internet, casi 50 por ciento de ellas en inglés, aunque esa proporción está en caída constante.
«La historia de cómo las culturas se conocieron una a otra muestra que el resultado más común fue la matanza; el próximo paso era la conquista y la asimilación. Esto está ocurriendo hoy», dijo Peter Rantasa, director ejecutivo de la Alianza del Foro para la Cultura Mundial.
«También tenemos la idea (alternativa) de una sociedad multicultural, pero si uno mira lo que está sucediendo en Francia ve que a una cultura no le importa mucho lo que ocurre en la otra», añadió Rantasa, en alusión a la violencia desatada entre la colonia de inmigrantes y fuerzas de seguridad en ese país durante varios días desde el 27 de octubre.
Es importante notar, además, que la herencia no es memoria, agregó. La primera es lo que queda luego que sus creadores desaparecieron, la segunda está vinculada a una cultura viva. Pero hoy el problema es que «cada político entiende que la herencia cultural es una buena cosa porque, si uno la pone en un folleto, los turistas vendrán».
En octubre, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) adoptó un tratado internacional para proteger la diversidad cultural luego de más de tres años de debate, usualmente oponiendo a Estados Unidos al resto de las naciones.
El artículo primero de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales reafirma el derecho soberano de los estados a crear políticas culturales «para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales» y «crear las condiciones para que las culturas florezcan e interactúen libremente de un modo mutuamente beneficioso».
El tratado fue apoyado por países como Japón, India, Brasil y México, que argumentaron que los libros, las películas y otros bienes culturales que producen no son simplemente mercancías, sino expresiones de identidad únicas y ricas.
El principal argumento de Washington fue que, si los estados erigen obstáculos al libre comercio de esos productos culturales están rompiendo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Funcionarios estadounidenses presionaron a los países en desarrollo a firmar acuerdos comerciales bilaterales en los que abandonan sus derechos a preservar y apoyar sus propias industrias culturales, incluyendo las películas, la televisión y la música.
Una iniciativa concretada en Internet parece estar preservando como generando conocimiento. «Wikipedia» ya contiene más información que cualquier enciclopedia tradicional, indicó Jimmy Wales.
«Por un momento, las personas se preguntaron: ’¿por qué necesitamos una enciclopedia cuando tenemos (el buscador de Internet) Google’?», dijo en el foro Wales, fundador y director de la Fundación Wikimedia.
Porque la enciclopedia digital contiene una copia de cada boceto de cada artículo escrito. «Lo que realmente me interesa es ver cómo nuestros puntos de vista sobre alguien como Julio César cambian con el paso del tiempo», apuntó.
Los voluntarios escriben los artículos de Wikipedia en casi 200 idiomas y tienen total control sobre su trabajo, agregó; no pertenece a una empresa privada. «Les da poder a nuestros voluntarios saber que el conocimiento pertenece a toda la humanidad», afirmó.
Y como ese conocimiento viaja al sitio web de la enciclopedia a través de computadoras desparramadas por todo el mundo, «si todos nuestros servidores se pierden en un incendio está bien, porque podremos reunir toda la información (de nuevo) en una semana».
Con sus pequeñas poblaciones aisladas, los pueblos aborígenes podrían ser los que están más en riesgo de ser diezmados culturalmente en la era de la información. Pero una de las prioridades del encuentro indígena de la CMSI es un portal propiedad y operado por pueblos originarios que hospedaría sitios web también hechos por ellos mismos en todas las regiones del mundo.
«Queremos utilizar a la sociedad de la información», dijo el copresidente del encuentro indígena, Kenneth Deer, en una conferencia de prensa el jueves. «Estoy seguro de que muchos de ustedes miraron las viejas películas de vaqueros e indios donde estos últimos eran los malos. Nosotros tenemos que cambiar eso (el estereotipo) y podemos usar las TIC para hacerlo», afirmó.
La comunidad mohawk de Deer, en la oriental provincia canadiense de Québec, ya dio grandes pasos en esa dirección, asumiendo el control del servicio de televisión por cable del gobierno y desarrollando una estación comunitaria para generar sus propios programas. Su histórica radio comunitaria ahora transmite en Internet.
Gerfried Stocker, director del instituto cultural Ars Electronica, en Austria, advirtió a la audiencia que no se obsesione con intentar proteger la cultura.
«Pienso que es una clase de juego perdedor. Con esta furia de la preservación olvidamos cómo crear. No preguntamos cuáles son las circunstancias que necesitamos para hacer que las nuevas generaciones sean capaces de producir una cultura diversa en vez de simplemente replicar la cultura producida por la industria mediática», puntualizó.
Hoy, «diversidad es el nombre del juego», declaró Derrick De Kerckhove, director del programa McLuhan en la Universidad de Toronto. «Nos estamos apropiando del globo para nuestra propia cultura personal. Lo ponemos en nuestro bolsillo con nuestros teléfonos celulares».
Fuente: IPS/Rebelion
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