La sociedad de la información y la diversidad, contexto para repensar la educación en valores
Por Basilio Florentino, Elena Noguera, María Rosa Sales y Silvia Torguet
El texto presenta algunas de las características socioeducativas actuales relacionadas con los fundamentos de la sociedad de la información y la diversidad. Su objetivo es contribuir, desde la educación en valores, a caminar hacia la «sociedad del conocimiento y la convivencia».
La realidad actual y las vivencias cotidianas han quedado inmersas en un esquema de relaciones en el que dominan las formas más variopintas de las tecnologías de la información y de la comunicación. Estos acontecimientos ocurren en un mundo plural y diverso. Culturas y formas de vida diferentes se combinan y conviven en un contexto de desarrollo tecnológico global con claros matices homogenizadores. Las culturas minoritarias refuerzan sus rasgos más identitarios y los potencian como una forma de preservar la integridad de su existencia. Identidad y globalidad se admiten o se objetan, pero al mismo tiempo, forman parte de una misma realidad en la que la singularidad y la diversidad se complementan y se conjugan. En este escenario, lleno de incógnitas y expectativas contradictorias, de ilusión y de temor, nuestro trabajo como profesionales de la educación se alimenta de la esperanza y pretende convertir en reto, en la medida de lo posible, aquello que produzca temor. Por ello, nuestro objetivo último es contribuir, desde la educación en valores, a caminar hacia la «sociedad del conocimiento y la convivencia».
Partimos de que la tecnología es neutral, pero no el uso; y es en todo lo relacionado al uso donde la educación en valores debe jugar su papel. Proponemos analizar las competencias individuales y sociales que la nueva sociedad exige a la ciudadanía. Prestar atención al concepto de educación que hemos de adoptar desde las instancias educativas, como base para la conformación de los valores y actitudes que nos lleven a una ciudadanía socialmente competente, así como al diseño de una intervención pedagógica que nos permita progresar en la transformación de la sociedad de la información y la diversidad a la sociedad del conocimiento y la convivencia.
Hemos iniciado el trabajo nombrando algunas de las características socioeducativas actuales relacionadas con los fundamentos de la sociedad de la información y la diversidad.
Globalización: nuevos parámetros y menos referentes claros
Actualmente, no hay duda que vivimos en una sociedad de cambios progresivos. Manuel Castells identifica tres factores que coinciden históricamente a partir de 1968, y que a lo largo de estos últimos años han hecho posible que hoy se pueda afirmar que estamos en un mundo cualitativamente diferente. Estos factores son: la revolución tecnológica de la información; la crisis en las formas clásicas del capitalismo y del estatismo y el resurgimiento de diferentes movimientos sociales y culturales, guiados por criterios que, por un lado, defienden a las minorías, a la diferencia y a la conservación del ecosistema; y por otro, rechazan a la autoridad establecida, que se justifica a sí misma porque es la autoridad.(2)
Cada vez más, y de acuerdo con las diferentes teorías de la globalización y cambio social global, el mundo contemporáneo se encuentra marcado por un cambio profundo en relación al significado del concepto distancia. La distancia se reduce cada vez más y las relaciones se producen en ausencia de la interacción física. Aun así, estas comunicaciones hacen evidente la necesidad de una interdependencia para solucionar problemas, realizar y coordinar acciones a nivel global.
Tal y como nos comenta Seyla Benhabib(3):
Como consecuencia del desarrollo mundial de los medios de transporte y comunicación, en la emergencia de mercados laborales internacionales, capitales y financieros, con los efectos multiplicadores e incrementadores de las actividades locales a escala global… hoy la confrontación real de diferentes culturas ha producido no solo una comunidad de conversación, sino una comunidad de interdependencia. Es a este nivel de confrontación real que los temas de más presión moral emergen en la escala global actual.
Aguilar, D. y Vega, F.(4) reafirman la idea mencionada:
El proceso de mundialización de las comunicaciones y la generalización del uso de las tecnologías del satélite, la televisión por cable, las autopistas de la comunicación, las redes y bancos de datos… no solo han disminuido las distancias y relativizado el tiempo, sino que han generado una nueva forma de entender el mundo y la realidad circundante, una nueva sintaxis del lenguaje y nuevos modelos de pensamiento.
La realidad cotidiana (lo que vemos, sentimos y compartimos) se enmarca cada vez más en un entorno más amplio, en un espacio geográfico de contactos y relaciones humanas que se extienden a nivel mundial. La información y la comunicación fluyen y varían de manera constante. En este sentido, necesitamos puntos para fortalecernos como personas, que tengan en cuenta todos los espacios y las circunstancias que enriquecen nuestra identidad y, a la vez, nos posibiliten comprender y experimentar la dimensión internacional de nuestra realidad.(5)
Aceleración y desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC)
Los procesos globalizadores hacen de este fenómeno un hecho permanente y cotidiano en nuestras vidas. Hace apenas una década, hablar de globalización o tecnología de la comunicación era solo un asunto de expertos. Sin embargo, hoy día estos procesos han impregnado tanto nuestro quehacer diario que se ha constituido en un asunto de dominio público. Actualmente, la mayoría de las acciones institucionales, de diferentes campos profesionales y de la vida productiva, pasan necesariamente por procesos de globalización. Cada día leemos o escuchamos sobre diferentes fusiones, que van desde pequeñas empresas como pequeños supermercados o tiendas de muebles, hasta grandes empresas nacionales e internacionales. El trasporte aéreo y marítimo, la banca y la energía son algunos ejemplos de esto.
Somos protagonistas de una gran revolución que despierta incertidumbre. Sin embargo, la información a favor y en contra que circula sobre estos procesos, permite desvelar intereses a la par que ayudan a posicionarse, en su defensa o en su crítica.
Una de las causas que hace que sea posible una situación como la descripta, se encuentra en el desarrollo y el control de la tecnología de la información. Es normal escuchar a los expertos hablar del desarrollo progresivo de este campo; ya no nos sorprendemos cuando un ordenador personal que cuenta con la más avanzada tecnología a los tres meses queda obsoleto. La aceleración tecnológica marca nuestra época: el ordenador ha pasado de ser solo una herramienta de trabajo a constituir el lugar de ocio junto con la televisión, el video, el equipo de música, la cámara y el móvil, entre otros. A su vez, ha pasado a ser un medio de relaciones sociales y se ha convertido en elemento básico e indispensable para acceder a las fuentes esenciales de la era informacional. El campo profesional o la actividad productiva que hoy se desarrolle al margen de las nuevas tecnologías tienen una importante asignatura pendiente que superar.
Si hacemos referencias a Internet, una de las principales vías de información, veremos que la situación es similar. La línea telefónica ya no es suficiente para conectarnos. El caudal de información supera el canal de transmisión y lo vuelve estrecho e insuficiente. La línea telefónica tradicional ha dejado de ser eficaz y se debe utilizar la línea adsl o la fibra óptica. Pero estos medios también quedarán desbancados en poco tiempo.
Este progreso, tanto en la concentración de la tecnología como en la sofisticación de los medios que la hacen posible, ha traído una limitación al acceso. Es una limitación que afecta, incluso, a los países exportadores de tecnología. Pero la situación se agrava cuando se refiere a países en vías de desarrollo, porque en el contexto actual quien no cuente con un ordenador actualizado y conexión a Internet, es una persona excluida de la sociedad informacional.
El motor de cambio es la revolución tecnológica y sus consecuencias que, en esencia, consisten en la convergencia acelerada entre la microelectrónica, las telecomunicaciones, la radiodifusión, los multimedios y las tecnologías de la información y la comunicación, todo ello en un proceso que genera nuevos productos y servicios, así como nuevas formas de gestión empresarial. Pero el campo económico no es el único afectado. Según Castells existe una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad, que llevará a cambios fundamentales en todos los aspectos de nuestras vidas. Entre otras cosas, dichos cambios incluyen la difusión y asimilación de los conocimientos, el comportamiento social, las prácticas económicas y empresariales, el compromiso político, los medios de comunicación, la educación y la salud, y el ocio y el entretenimiento.
Dentro de las tic el elemento más revolucionario es Internet. El ambiente de información y comunicación en el que estamos inmersos crea un «hábitat informático» (recordemos que «comunicación» viene de «comunidad»). Asistimos a la creación de una nueva comunidad alrededor de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos en el espacio virtual. Internet es un medio de comunicación, de interacción y de organización social sin límites de tiempo ni espacio. Nos topamos con un reto ¿cómo sincronizar lo global y lo local?
Quizás sea la relación entre las tic y el ocio lo que despierte una mayor inseguridad e incertidumbre. Tal vez, una de las razones se encuentre en que este vínculo es inherente a la juventud. Se realizan diversos estudios sobre cómo viven los jóvenes y su experiencia en este entorno tecnológico, se organizan congresos para hablar de la relación de la infancia y el entorno audiovisual… ¿Qué está sucediendo?
No decimos «nuevo entorno» porque, a diferencia de los adultos, para los jóvenes el contexto actual es el natural. Queremos salvar esta distancia con la intención de no prejuzgar y actuar con conocimiento de causa ante unos parámetros que invaden con gran poder atractivo. Nos referimos básicamente al individualismo, la interacción y la realidad virtual.
Hablamos de individualismo en dos sentidos. En primer lugar, refiriéndonos al medio que se acerca cada vez más a las características del usuario, define tipologías de público y atiende a una persona que, en la medida de que el mundo multimedia satisfaga sus necesidades a través de la interacción y la realidad virtual, tenderá hacia el aislamiento. Sin duda se abren nuevas formas de relación interpersonal, entretenimientos, posibilidades y, por supuesto, nuevos riesgos. En este aspecto nos parece oportuno resaltar, en la relación tic-ocio, la retroalimentación a través de la publicidad directa o indirecta que lleva a un consumismo voraz. En este consumo, la población infantil y juvenil toma un relevante protagonismo, tal y como explican Castells y Bofarull(6):
(…) esta sociedad consumista, monstruosidad que entre todos hemos engendrado, ha pervertido la dinámica natural de las leyes de la oferta y la demanda, de tal manera que la secuencia clásica: necesidad-demanda-producción-consumo se ha transformado ahora en producción-demanda (creación de la demanda)-consumo, en la que la «necesidad» pasa a un segundo plano. Los objetos de consumo ya no cuentan por su valor de uso, sino por su valor simbólico, y ahí las nuevas tecnologías electrónicas tienen un lugar preferente.
Las tic nos hablan de información y comunicación. Nos parece importante acostumbramos a diferenciar explícitamente las dos posibles vertientes. Entendemos a la comunicación como un proceso que puede ser interactivo, participativo y democrático. La información, por otra parte, es solo una parte del proceso comunicacional que consiste, predominantemente, en flujos unidimensionales entre emisores activos y receptores pasivos.
Habitualmente somos más conscientes del uso de las tic en la vertiente comunicativa (teléfono, móvil, Internet…), porque comunicarse supone un acto de reflexión. En cambio, somos menos conscientes en el uso de las tic en la vertiente informativa, dado que adoptamos una actitud de receptores pasivos. Sin embargo, la información a través de los medios de comunicación: prensa, radio, Internet y la tv (esta cuenta con un lugar preferente), adquiere un importante papel en el proceso de socialización al tener la capacidad para forma hábitos de conducta(7), así como en el proceso de construcción personal, al capacitar para crear estados de opinión, articular discursos y generar conocimiento(8).
Podríamos decir que todas y todos nos atrevemos a hablar, con supuesto conocimiento de causa, sobre cualquier tema de actualidad política, incluso como tema recurrente a primera hora de la mañana. Pero cuando oímos a expertos en uno u otro tema, caemos en la cuenta de nuestra ignorancia. En los distintos medios de comunicación oímos lo mismo (con matices) repetidamente, lo que alimenta una falsa sensación de estar muy informados. Miquel de Moragas(9) lo explica de la siguiente manera:
En el mundo contemporáneo hay un proceso de multiplicación de canales de difusión, pero de gran concentración de producción de la información. Esto crea un espejismo de mucha cantidad de información, porque se ha multiplicado el número de canales. Pero si analizásemos todos los informativos de este mediodía de todas las televisiones europeas, sería espectacular la coincidencia de las fuentes de información. El poder real del mundo de la información hoy ya no está en la censura (que también hay), sino en el dominio de la producción de contenidos.
Los medios de comunicación educan porque, en los adultos crean opinión y estilos, y en los más jóvenes, sobre todo, modelos a imitar(10). A esto se le agrega que no toda información refleja necesariamente la verdad. Una aproximación a la misma viene dada por la contrastación de tal información en diferentes medios. Al respecto, Internet nos da nuevos instrumentos para afrontar la necesidad de contra-información. Esta debe ser lo más rigurosa posible pero, como dice Moragas, hay que tener cuidado de no olvidar el contenido de las redes de comunicación. Es decir, recordar que la producción de contenidos es de todo tipo: audiovisuales, formativos, informativos, etc. Y por tanto, la contra-información no se puede hacer de forma particular, sino de manera articulada. Un ejemplo cercano de contra-información ha sido la opinión pública mundial que se desarrolló sobre los planes bélicos de Estados Unidos. En este ejemplo se aprecia el efecto de las comunicaciones por Internet y el creciente poder de un movimiento que, paradójicamente, empezó siendo considerado antiglobalizador, pero que ha encontrado en uno de los principales signos distintivos de la globalización (la facilidad y rapidez de las nuevas telecomunicaciones) una de sus armas más poderosas.(11)
Globalización, identidad y multiculturalidad
La globalización conlleva, indirectamente, la pérdida de preeminencia de uno de los principales productores históricos de identidad: el Estado-nación. La globalización modifica, por lo tanto, el papel de los productores tradicionales de identidad. En consecuencia, las identidades culturales tradicionales del planeta tienden a configurarse como el resultado del encuentro entre las culturas autóctonas y los elementos transnacionales de las culturas de los países con más poder político y económico.
Esto supone que unas culturas nacionales acontezcan globales y, en consecuencia, sean hegemónicas a escala mundial. Un determinado nivel de transculturalización afecta a las identidades culturales tradicionales. En muchos estados del planeta, se manifiesta una evidente tendencia a la reconstrucción de realidades identitarias más cerradas y al crecimiento de la diversificación identitaria en el seno de cada comunidad nacional. El conjunto de las sociedades conviven en una dinámica de múltiples hibridaciones.
Es evidente que estos fenómenos contienen elementos contradictorios, pero el panorama no es necesariamente negativo. El encuentro de culturas es, por excelencia, un buen instrumento para establecer o afianzar ligaduras positivas entre realidades diferentes y lejanas. La universalidad de las redes informáticas en una sola dirección es negativa, pero también puede comportar la posibilidad interactiva de escuchar, de mirar y de intervenir desde cualquier lugar del planeta. El mundo es global y la identidad cultural de cada región o país forma parte de una red que tiende a compartir ideas, estéticas similares, emociones próximas. Empero, esto no significa, de manera obligatoria, que tenga que menguar la importancia de la dimensión local en la producción de bienes culturales.
Las tensiones entre universalismo y particularismo, globalización y regionalización, transnacionalismo y tribalismo, homogeneización cultural y defensa de las identidades particulares, eran vistas habitualmente de manera dicotómica o disyuntiva. Benjamin Barber observa y teoriza sobre estas tensiones, que él denomina «Jihad versus Mcworld». Para este autor estas posturas representan las dos caras del mismo fenómeno globalizador, que reduce al planeta a la dimensión simbólica de aldea global, que produce una civilización mundial norteamericanizada. Este cosmopolitismo desenfadado del Mcworld anunciado por Fukuyama es el que, en realidad, provoca las reacciones identitarias de toda clase y, la Jihad, las luchas contra los intentos de disolución de las identidades culturales. Las luchas multiculturalistas por el reconocimiento de las identidades, las nuevas reclamaciones nacionales a favor del derecho a la diferencia se convierten, de esta manera, en el verdadero desafío contra una determinada versión globalizadora de las actuales democracias liberales. Tenemos que pasar del monólogo al diálogo entre culturas diversas. La ética de la diferencia y el diálogo intercultural acontecen una respuesta válida, si bien difícil, a los retos de un futuro donde hace faltan redefinir la identidad cultural que representará el punto de anclaje necesario para contrarrestar la homogeneización cultural derivada de la globalización y para evitar los posibles choques que comportaría.(12)
Las migraciones junto a otros factores provocan unas relaciones sin precedentes entre las culturas. Todas las sociedades se van convirtiendo en multiculturales y por lo tanto, hace falta potenciar al respeto mutuo entre ellas como el eje de la convivencia durante el siglo xxi. Si los conflictos económicos han marcado tanto el pasado histórico, es posible que también las tensiones entre culturas caractericen los próximos siglos. Nos encontramos con unas visiones pesimistas que prevén violencias entre las diversas áreas culturales del planeta, y otras optimistas sobre el progreso de un pluralismo cultural, que reconocerá las diferencias y buscará fórmulas de respeto mutuo y de cooperación intercultural. La primera condición para la paz entre las culturas es el reconocimiento de la irreductibilidad de las unas con las otras. Las culturas, desarrolladas en muchos casos a partir de matrices religiosas, son diversas e iguales en dignidad, están en evolución y son susceptibles de expresar la dignidad de las personas y de las comunidades humanas. También están expuestas a evoluciones negativas, a retrocesos integristas, a prácticas represivas o alienadoras. La segunda condición para la paz entre las culturas es la variedad de valores que pueden compartir las unas con las otras, y el consenso que pueden establecer sobre los derechos y deberes de las personas y las comunidades humanas. Cada cultura pone el acento en unos valores específicos, pero entre todas ellas se pueden consensuar valores de referencia para la vida auténticamente humana.(13)
Tanto para unos como para otros puede ser muy enriquecedor tener en cuenta, escuchar y atender diferentes maneras de ver y comprender las cosas. Como escribe S. Agacinski(14)4:
Es mejor reconocer esta evidencia empírica: la humanidad es diversa y no uniforme, y más vale intentar comprender y regular los conflictos inherentes de esta diversidad… Si reconocemos que el ser humano nos es casi siempre extraño, y que es necesario, sin embargo, respetarlo y vivir en paz, tendríamos mejores armas para hacer frente al sexismo y al racismo. Vivir juntos se basa en la posibilidad de hacer pactos.
Y ciertamente pactar es muy diferente y más creativo que someter y guerrear. Para cualquier ser humano la madurez intelectual se basa en aceptar plenamente la diferencia del otro. Este aspecto de la diferencia merece ser tratado más profundamente y lo enlazaremos con el principio apuntado por C. Sagan: «la miseria humana evitable es fundamentalmente la ignorancia sobre nosotros mismos». Por lo tanto, tendremos que continuar y profundizar en el trabajo de conocernos más y así hacernos más responsables de nuestros actos(15).
Hace falta que nos situemos a favor de auténticos cambios políticos, mentales y culturales. Un cambio que conciba el interés hacia el otro, como «otro bueno» y potencie más lo que nos une que aquello que nos separa. Si incentivamos más el acto de compartir que el de competir, trabajamos a favor de todos/as nosotros/as. Las posibilidades son varias. La convivencia es prácticamente inexistente y entonces, nos encontramos frente una sociedad cosmopolita, en la cual cada grupo acepta una jerarquía de valores y nada tiene en común con los demás; un grupo impone a los otros a través del poder político su proyecto de vida feliz, con lo que nos encontramos ante una sociedad moralmente monista; o bien, intentamos ver si hay valores que comparten todas las doctrinas, aunque no coincidan en el conjunto de su cosmovisión, y entonces estamos ante una sociedad moralmente pluralista.(16)
Sociedad de la información y la diversidad
La información es la pieza clave del acelerado proceso de cambio actual. A través de la comunicación, la información posibilita el conocimiento que, utilizado con sabiduría, provoca el desarrollo y la evolución. Como dice Gabriel Ferraté(17), los pilares de la nueva sociedad son la virtualidad, la ubicuidad y la globalidad. Las tres características son permeadas por contextos plurales. En las tres, tiene cabida hablar de diversidad: diversidad de escenarios, de espacio y tiempo, de personas, culturas, valores, de religiones… por tanto, la diversidad es también una característica fundamental de la nueva sociedad: la sociedad de la información.
Hemos visto como las tecnologías de la información y la comunicación constituyen el eje de toda la actividad social y económica del presente, y resultan imprescindibles para el futuro. El poder, el éxito, estará en manos de quienes, sobre la base de una tecnología avanzada, sepan controlar la generación, el procesamiento y la transmisión de la información.
Actualmente, el acceso a la información constituye una de las primeras fronteras en la aldea global (denominada por algunos autores como «brecha digital»). Hablar de frontera o de brecha significa que, mientras de un lado, unos gozan de los privilegios tecnológicos e informacionales, del lado opuesto, hay otros excluidos y marginados. La brecha digital existe dentro y entre países, tanto a nivel local como global.
En 1998 se inició el camino hacia la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (cmsi) que debería celebrarse en dos fases, la primera en 2003 y la segunda en 2005. Los ejes temáticos a trabajar fueron básicamente tres: definir cómo puede entenderse a la sociedad de la información; cómo asegurar una distribución equitativa de sus usos, tenencias y beneficios y, por ultimo, qué aplicaciones se deben explorar en función de problemas y necesidades concretas. En síntesis, los grandes temas son: visión, acceso y aplicación.
La sociedad de la información del siglo XXI es compleja y diversa por definición. Con el propósito de trabajar las múltiples expectativas sobre la diversidad global, el comité organizativo de la cmsi ha previsto la participación, contribución y compromiso de los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y Naciones Unidas.
Entre los aportes de las distintas entidades a la fase preparatoria de la cumbre, se destacan, por ejemplo, los argumentos de la UNESCO, de las Naciones Unidas y de la Sociedad Civil. Esos argumentos, que presentamos a continuación, son los que de alguna forma justifican nuestro trabajo: construir una ciudadanía basada en valores emergentes que favorezcan la convivencia en la diversidad, para crear juntos la sociedad del conocimiento.
La UNESCO se pregunta, por ejemplo ¿qué pasaría si resulta que un día se cumple el viejo ideal de la «información para todos» sustentada en el crecimiento de redes y aplicaciones de las nuevas tecnologías de información y comunicación? ¿Habríamos logrado vencer el reto de acceso equitativo que nos plantea la sociedad de la información? ¿Asistiríamos acaso a la democratización del derecho a estar informados? ¿Qué pasaría…? Incluso si se alcanzara tan apreciable meta, hoy imprescindible, todavía estaríamos al principio del camino. ¡No es suficiente! El auténtico objetivo de la nueva cultura en el siglo XXI es avanzar hacia la formación de sociedades del conocimiento.
La sociedad de la información debe ser moldeada de tal manera que evolucione hasta transformarse en la sociedad del conocimiento; donde se respete la inmensa diversidad de culturas e identidades, así como la universalidad, individualidad y la interdependencia de los derechos humanos. Este es el argumento de las Naciones Unidas.
La sociedad civil sostiene, por su parte, que es fundamental ocuparse de las persistentes desigualdades dentro de las naciones. Deberíamos pensar las principales causas de la marginación en términos de «barreras» de diversos tipos: políticas, sociales, económicas, técnicas, educativas y de género. El reto de cerrar brechas y abrir oportunidades en la sociedad de la información no solo se vincula al «acceso», sino a una participación democrática y equitativa en todos los aspectos del desarrollo de las tic por parte de los diversos grupos y de los países menos desarrollados(18).
No podemos dejar en manos de la técnica y la economía de mercado el futuro de la sociedad del conocimiento. Es imprescindible trabajar la dimensión humana y ética para alcanzar sociedad del conocimiento y la convivencia en su plenitud. Sabemos que es una tarea difícil, pero llena de esperanzas.
Hoy, en la era de la globalización, la característica principal de la información es su sinónimo de mercancía. En la industria de la comunicación o mediática, lo que cuenta son los criterios comerciales; se imponen los criterios de rentabilidad sobre los de interés público. Por otro lado, se concentra el control sobre canales y medios de comunicación. Por su carácter, cada vez más estratégico, ha emergido una poderosa industria transnacional que experimenta un proceso de cuasi- monopolización, que sitúa al sector en la punta en la economía globalizada.
El peligro está en que las megas corporaciones que dominan el mercado mundial de la comunicación no solo son dueñas de los canales por donde circulan los mensajes, sino que también acaparan una porción creciente de la producción y difusión de los contenidos. Estas acciones minan la pluralidad de las fuentes y la diversidad de perspectivas, obstruyendo la democracia en la comunicación y favoreciendo el llamado «pensamiento único».
Así las cosas, es necesario repensar la educación en valores trabajando la dimensión humana y ética; lo que supone garantizar el acceso a la información, a la alfabetización en y para las tecnologías de la información y la comunicación, la inclusión social y la convivencia basada en una democracia participativa que garantice la dignidad de todas las personas.
Miembros del grupo de trabajo «Valores y tecnologías de la información y la comunicación» del que también forman parte las siguientes personas: Lluïsa Sales, Dolors Rius, Anna Mackay y Laura Cugat. Dicho grupo pertenece al programa de educación en valores (peva) del Instituto de Ciencias de la Educación (ice) de la Universidad de Barcelona.
(2) M. Martínez (1999): «Propostes sobre educació en valors per a l’elaboració d’un projecte educatiu d’escola en societats plurals i democràtiques» en AA.VV. Per una ciutat compromesa amb l’educació, v.2, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/ Institut d’Educació, pp. 32-66.
Estas ideas también están expresadas en el primer apartado del escrito: M. Castells (1999): «Génesis de un nuevo mundo» en Revista de Occidente, enero, n.º 140, Madrid.
La primavera de 1999 Manuel Castells realizaba un trabajo conclusión de fin de milenio. Se trataba del tercer volumen de la trilogía de su autoría La Era de la Información: economía, sociedad y cultura, Madrid, Alianza Editorial.
(3) S. Benhabib (1995): «Cultural Complexity, Moral Interdependence, and the Global Dialogical Community» en M. Nussbaum y J. Glover (eds.), Women, Culture and Development: A study of Human Capabilities, Oxford, Oxford University Press, citado en F. Robinson (1997): «Globalizing Care: Ethics, Feminist Theory, and International Relations» en Alternatives. Social Transformation and Human Governance, v. 22, n.º 1, Enero-Marzo, Colorado, Lynne Rienner Publishers, pp.113-133.
(4)D. Aguilar y F. Vega (1996): «Posibilidades educativas del hipertexto», XV Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación. Tecnologías y Formación Permanente, Universidad de La Laguna, noviembre.
(5)N. Lorenzo y E. Noguera (1996): «Missatges llunyans, una realitat compartida: unes experiències de comunicació internacional a la Xarxa Telemàtica Educativa de Catalunya» en M.A Aguareles y B. Gros (coord.), Monogràfic Telemàtica i Educació. Revista Temps d’Educació, n.º 16, Divisió Ciències de l’Educació de la Universitat de Barcelona, pp. 23-36
(6) P. Castells e I. Bofarull (2002): Enganchados a las pantallas, Barcelona, Planeta Prácticos, p. 19
(7) P. Castells (2003): [en línea] consulta realizada el 23 de enero del 2003, disponible en https://diariovasco.com/edicion/portada.html
(8) Proyecto educativo de ciudad (2003): Medios de comunicación y sociedad de la información, marzo.
(9) M. Moragas (2003): «L’accés a la informació és un dret bàsic» en revista El temps, Valencia, Edicions del País Valecià, S.A. n.º 971, p. 33.
(10)M.R. Buxarrais (2003): «La influència dels mitjans de comunicació en la vida qüotidiana dels nois i noies de l’ESO»: [en línea] consulta realizada el 28 de marzo del 2003, disponible en www.senderi.org boletín nº 13, artículo de opinión.
(11) F. de Carreras (2003): «La democracia de la ciudadanía mundial», artículo publicado en El País, jueves 20 de febrero.
(12)A. Castiñeira (1999): «Les tendències polítiques en el llindar del canvi de segle», Debats Tecnològics. Al llindar del nou mil.leni, Col.legi d’Enginyers Tècnics Industrials de Barcelona, n.º 11, Barcelona, octubre, pp. 18-27.
(13)F. Martí (1999): «Migracions i cultures», Debats Tecnològics. Al llindar del nou mil.leni, Col.legi d’Enginyers Tècnics Industrials de Barcelona, n.º 11, Barcelona, octubre, pp. 49-55.
(14) S. Agacinski (1998): Política de sexo, Madrid, Taurus, p. 144.
(15) B. Anguera (1999): «Homes i dones en el llindar del nou mil.lenni» en Debats Tecnològics. Al llindar del nou mil.leni, Col.legi d’Enginyers Tècnics Industrials de Barcelona, n.º 11, Barcelona, octubre, pp. 35-41.
(16) A. Cortina (1994): La Ética de la sociedad civil, Madrid, Anaya-Alauda.
(17)G. Ferraté (2002): Aprender y enseñar en la nueva sociedad [en línea], consulta realizda en marzo del 2003, Disponible en https://www.uoc.edu/culturaxxi/esp/a…
(18) J.L. Exeni (2002): «Retos y oportunidades de la sociedad de la información», documento de trabajo elaborado a petición de la unesco/San José para la reunión de consulta en Honduras para la fase preparatoria de la Cumbre mundial sobre la Sociedad de la Información (cmsi), punto 2.2 «La unesco/ y la sociedad del conocimiento» en p. 9 y, punto 2.3.1 «La Sociedad Civil y su aporte a la cmsi” en p. 12 [en línea], consulta realizada en noviembre del 2003, disponible en: https://www.rnw.nl/informarn/html/trabajo.htm
Basilio Florentino Morillo – Licenciado en Educación, por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana. Doctor en Pedagogía por la Universidad de Barcelona. Miembro colaborador del Grupo de Investigación de Educación Moral (grem), del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y del grupo «Valores y tecnologías de la información y la comunicación» del Instituto de Ciencias de la Educación (ice) de la Universidad de Barcelona. Ha sido responsable del sistema de consulta por Internet del programa de educación en valores de la oei y tutor en el postgrado «La práctica de los valores en contextos educativos» de la oei y la Universidad de Barcelona. Profesor invitado en República Dominicana por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra para impartir la asignatura «Ciudadanía y democracia» en el postgrado de Educación Cívica.
Elena Noguera Pigem – Profesora asociada de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, a cargo de las clases de «Fundamentos pedagógicos de las nuevas tecnologías», «Pedagogía de la comunicación» y «Prácticum de Iniciación». Tutora del Máster de educación en valores a distancia de la oei y la Universidad de Barcelona. Magister en Documentación Informatizada y Telemática para el Profesorado y doctora en Educación Moral y Democracia, ambos de la Universidad de Barcelona. Tesis doctoral sobre «Educación moral y en valores utilizando proyectos telemáticos». Miembro del grem y del grupo «Valores y tecnologías de la información y la comunicación» del Instituto de Ciencias de la Educación, ambos de la Universidad de Barcelona, miembro de la red telemática educativa internacional iearn y coordinadora del proyecto telemático «Atlas de la diversidad».
Rosa María Sales – Maestra de Educación Primaria. Magister en Educación en Valores del Instituto de Ciencias de la Educación (ice) de la Universidad de Barcelona, dentro del Programa de Educación en Valores (peva). Coordinadora del grupo de trabajo «Valores y tecnologías de la información y la comunicación», tutora de formación del proyecto telemático «Atlas de la Diversidad» y asesora en centros escolares por el ice de la Universidad de Barcelona.
Silvia Torguet – Maestra de Educación Primaria y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Barcelona. Doctoranda en el programa de Educación Moral y Democracia, y miembro del grem, en la misma universidad.
https://www.oei.es/valores2/monografias/monografia05/reflexion01.htm